Conozco a mi amigo J. desde que llegué al colegio (él ya estaba) en 3º de E.G.B. (sí señores, nada de "primarias" ni "esos", que son moderneces) y ambos teníamos 8 años (joder, me acabo de dar cuenta de que nos conocemos desde hace 22 años...Puf, cómo pasa el tiempo). Creo que es, dentro la gente con la que me relaciono más habitualmente y con la que no he perdido relación, al que conozco desde hace más tiempo. No se trata de mi mejor amigo, ni yo soy el suyo, pero somos amigos, no conocidos ni colegas ni nada de ese estilo, y la verdad es que, como sucede con el resto de mi grupo de amigos, no creo que nada pueda romper ese vinculo.
Llevaba tiempo pensando en escribir algo sobre J. porque es un tipo de lo más curioso, del que se pueden contar miles de anécdotas (otras sólo se pueden comentar entre los amigos porque sacadas de contexto pueden dejar de tener gracia y, dadas sus características, no pueden salir de nuestro círculo), un tío genial, muy buena gente y con el que sabes que siempre te vas a echar unas risas. Evidentemente tiene defectos (es del Atleti, por ejemplo, jejeje), como todo el mundo, pero como sucede con todo aquel al que quieres, aunque sea de manera inconsciente tratas siempre de ver sólo sus virtudes.
La idea de escribir sobre él me vino hace unas semanas, cuando volvíamos a casa después de jugar (perder) el partido de los sábados que jugamos desde hace años todos los amigos. Estábamos cuatro en el coche de A. y la conversación se repartía dos y dos. Mi amigo J. y yo nos habíamos estado pasando canciones (en realidad yo a él porque tenía móvil nuevo, como ya comenté) y estábamos comentando música de bandas sonoras, en concreto cortes de "Indiana Jones y la Última Cruzada" (uno de ellos precisamente el que da título a este blog) y de "Star Wars" (el de Darth Vader, la música de la cantina, etc.), entre otras. J. es un aficionado absoluto a la banda sonora de las pelis, conoce un montón y entonces pensé ¿se comprará todos esos discos? Ojo, aquí debo explicar que J. no tiene conexión a Internet en su casa (en el curro menos, que yo sepa) por lo que la idea de descargarse la música como hace todo hijo de vecino, no entraba en mi mente así que le pregunté de dónde los sacaba. Voy a transcribir cómo fue más o menos la conversación:
Rísquez - ¿Y cómo es que tienes tantas bandas sonoras? No tienes conexión, y no creo que las compres tal cual porque son caras de cojones...
J. - Las pillo en la FNAC.
Rísquez - ¿Ein? ¿Cómo que las pillas? ¿Las...(gesto con la mano moviendo los dedos y que indica haber robado)?
J. - Sí, justo.
Rísquez - No me jodas que las cholas por la cara, si tienes mogollón. ¿Tan fácil es?
J. - Pues sí, lo único que tienes que hacer es cogerlas, quitarles el distintivo que pita, metértelas en el bolsillo o donde sea y largarse.
Rísquez - Venga ya, ¿y no te han pillado nunca?
J. - Alguna vez.
Rísquez - ¿Cómooooo? ¿Alguna vez? ¿Cuántas veces son "alguna vez"? ¿Y qué coño pasa cuando te pillan?
J. - No pasa nada, te llevan a un cuarto donde te toman los datos, no te dicen nada y te dejan marchar.
Rísquez - ¿Y si te pillan más de una vez no lo tienen registrado?
J. - No. Y tampoco ponen mucho interés, de hecho la última vez llevaba tres discos y cuando me trincaron sólo dejé dos y el tercero lo dejé guardado, así que me lo llevé para casa.
Rísquez - Lo flipo en colores...Esto es como cuando te pillaron con el S., el R. y el D. robando G.I.Joes en el Corte Inglés cuando teníamos 9 años...Dios, qué han pasado más de 20 años y sigues haciendo lo mismo...Aunque yo la verdad mejor me callo.
J. - Sí, porque tú precisamente también tienes tus momentos, jajaja.
(...)
El caso es que historias curiosas como ésta sobre J. hay miles, como cuando teníamos 16 ó 17 años y en verano nos aburríamos por el barrio y J. nos hacía de guía turístico, explicándonos en varios "idiomas" (el mejor de todos era el alemán, sin duda alguna) la arquitectura de los edificios que nos encontrábamos. O cuando nos sentábamos en el recreo en el colegio viendo jugar al más que amanerado hijo de la profesora de Latín y J. hacía las voces del pobre muchacho y de su amigo, dotándolas de un tono de befa y mofa más que considerables. O cuando quedamos para ir a un concierto de Calamaro en el Palacio de los Deportes de Goya, estaba en el andén del metro y llegó V. y le preguntó para confirmar el sitio y la hora de quedada (mi amigo M. y yo llegábamos tarde) J. se sacó un papel del bolsillo en el que lo tenía apuntado de manera guarrera y se excusó diciendo que esa misma mañana no había tomado bien las notas para ir a una entrevista de trabajo y se había perdido. O no hace mucho, cuando en un partido (derrota) de los sábados, un viejo de setenta años como poco le ganó en una carrera por el balón...Seguro que en adelante vuelvo a contar más cosas (que hayan pasado hace tiempo o que pasen en un futuro) sobre un tío al que merece la pena conocer, mi amigo J.
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