Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

viernes, 29 de marzo de 2013

¿Cuál sería tu ropa si fueras un personaje de ficción?

Sí, amigos, se trata de otra chorrada completamente alejada de cualquier pensamiento trascendental pero que de vez en cuando me salta en la cabeza, obligándome a dar una respuesta (que no se diga que no tengo pensamiento crítico, crítico sí, útil está claro que no). Esto del atuendo es algo que, obviamente, cambia con el tiempo, ya que uno no mantiene la misma ropa durante años y cambia de ropa favorita. Quizá antes de decir cómo iría vestido si fuera un personaje de ficción, lo mejor sea que explique en qué consiste esta estrambótica pregunta.


Esta idea me viene a la cabeza principalmente por los personajes de las series de dibujos animados que veía de pequeño, los tebeos que leía entonces y los protagonistas de videojuegos que jugaba. Todos esos personajes mantenían un vestuario más que limitado en el mejor de los casos y la mayoría portaba el mismo hábito en cada ocasión que lo veíamos. ¿Quién no recuerda al Inspector Gadget, a Astérix, a Mortadelo o Mario Bros? Incluso podríamos meter en esa clasificación a personajes del mundo del cine contando tanto a los personajes de películas que no tienen continuación (ya que es probable que durante el metraje siempre vayan vestidos igual) como de sagas como James Bond (casi siempre con un impecable frac), cualquiera de Star Trek (con esos trajes que parecen pijamas) o Star Wars (¿tendrá Darth Vader un armario parecido al del Inspector Gadget pero con atuendos del lado oscuro?), sin olvidar quizá al más icónico, Indiana Jones, que con su sombrero, chupa de cuero y látigo se hace reconocer allá donde va.


Iba a escribir "profundizando en esta idea", pero me parece más correcto decir que, yendo un poco más lejos con esta absurda reflexión, uno se plantea de qué manera iría vestido si protagonizara una historia de cualquier tipo (cómic, dibujo animado, videojuego...). Además, no sé muy bien el porqué, pero siempre he pensado que si fuera el personaje principal sería de una historia de aventuras, quizá porque crecí en los 80 viendo películas como "Los Goonies", "La princesa prometida", "Willow" o "Regreso al futuro" y son esa clase de historias las que me gustaría protagonizar. Así que, partiendo de esa base, la ropa sería cómoda, nada de trajes caros o fracs como los del bueno de Bond. Por otro lado, lo mío no sería la Tierra Media con hobbits y barro para aburrir, así que nada de disfraces de elfo ni mamarrachadas parecidas, sería ropa actual.


Con esas dos premisas, mi atuendo sería más o menos el siguiente: gayumbos tipo bóxer de algodón y de colores oscuros, calcetines de rayas y de colores no muy llamativos, camiseta de algodón con mensaje divertido o de friqui (es decir, una camiseta como, por ejemplo, la que llevo ahora, amarilla con el escudo de Flash Gordon en el pecho), pantalones vaqueros azules (usados, que es como quedan mejor y son más cómodos) con cinturón marrón que deje la cintura un poco suelta, un jersey de algodón fino de un solo color (normalmente azul oscuro) y, por supuesto, unas zapatillas. Si tuviera que llevar una prenda de abrigo sería una cazadora que tuviera bolsillos (la chupa de Indy no la llevaría por si llueve y se me jode) y los accesorios útiles (cartera, monedero, gafas de sol tipo aviador, etc.) irían en una bandolera. Lo mejor de todo es que si leo esto dentro de un par de meses, seguro que el atuendo cambiaría, supongo que es lo bueno de las ideas absurdas como ésta.

Y tú, ¿cuál sería tu ropa si fueras un personaje de ficción?

miércoles, 27 de marzo de 2013

Zapatillas

Si hay una prenda de vestir que me guste por encima de todo, son las zapatillas. Desde que era pequeño siempre tuve verdadera fascinación por esa clase de calzado. No sé si era porque de canijo tenía los pies planos o una madre obsesionada con no gastar de más en las zapatillas de sus niños, pero el caso es que el jovencísimo Rísquez lo único que quería tener de ropa era unas zapatillas de deporte de marca, no me importaba cuál fuera mientras fuera extranjera: Nike, Adidas, Reebok...Las marcas españolas (Joma, Kelme, Yumas, etc.) eran una triste consolación, como aspirar a ganar una carrera y ser segundo o tercero. Pero mi madre era inflexible en ese aspecto, no me compraría zapatillas de marca porque eran muy caras hasta que me duraran más del mes que me solían durar las zapatillas en aquella época.


Según me fui haciendo mayor las zapatillas, que según mi madre me las comía, me fueron durando más y poco a poco pasé de las típicas marcas de mercadillo o zapatería de barrio a las zapatillas de marca barata (mi madre siempre distinguió entre "marca cara" y "marca barata", las españolas eran de estas últimas) compradas en el mítico "Florencio". Digo mítico y quizá me quede corto, porque ese establecimiento era una institución en el barrio (lo sigue siendo) y porque no había en él nada que no estuviera descatalogado o pasado de moda décadas antes. Recuerdo que un tipo que conocíamos del colegio salió en un programa de televisión porque trabajaba de coolhunter (un cazador de tendencias de moda) diciendo que "esta tienda marca tendencia" y "aquí es posible encontrar artículos vintage de los que están tan de moda en la actualidad". Aquello de vintage no tenía nada, básicamente porque no se trataba de productos actuales que rememoraban el pasado, sino auténticos productos de 30 años atrás. Por ello gasté modelos de Joma de temporadas anteriores (recuerdo unas grises y negras que me encantaban) y también algunas John Smith (sobre todo las que copiaban a las All Star de Converse), incluso me acuerdo de suspirar por unas New Balance que debían de ser de principios de los 80 y que me venían tres números grandes...


Cuando tenía ya 13 ó 14 años conseguí el permiso "mamal" para que mis zapatillas fueran de "marca cara". Las primeras deportivas de marca no hispánica fueron unas Converse (en aquella época la marca venía como CONS) que tenían una tira que se pegaba y despegaba, eran de talón un poco alto como de baloncesto (en aquella época las Air Jordan o las Reebok Pump causaban furor) y cámara de aire. Todavía recuerdo la fascinación que me produjeron aquellas zapatillas. Me acuerdo que mi tío F. me había regalado unas Nike blancas, rojas y negras que eran para correr (años después me regalaron unas Saucony incluso mejores) pero que no me gustaron tanto como aquellas Converse. Por aquella época, en una oferta irresistible que ni siquiera mi madre pudo rechazar, me agencié unas zapatillas veraniegas Nike azul oscuro que me chiflaban tanto que me las ponía casi desde abril hasta noviembre. Las siguientes que recuerdo son las Reebok que llevé al viaje de 3º de BUP, blancas y de corte más clásico. A partir de ahí he tenido principalmente zapatillas de ese estilo, blancas y de modelo clásico, es decir, las Reebok Classic (habré gastado unos cuatro o cinco pares) y las Adidas Stan Smith. De hecho todavía tengo unas Classic que sigo usando.


Y llegamos a la actualidad, la época en la que me puedo permitir tener más de un par o dos de zapatillas, lo que supone un disfrute (por un lado) y una debilidad (por el otro), básicamente porque si fuera por mí tendría una cantidad ridícula de pares de zapatillas de todo tipo. Es tal la debilidad que tengo, que cuando me preguntan sobre qué haría y qué tendría si fuera riquísimo (o si me tocara un premio de una cantidad indecente de pasta) siempre digo que viajaría mucho y me compraría más zapatillas. Ahora mismo tengo al uso (sin contar las Umbro negras que uso para jugar al fútbol sala) unas Puma blancas, con la suela, lengüeta y símbolo de la marca en color negro; unas Reebok Classic NPC blancas, unas Le Coq Sportif azul grisáceo (o gris azulado) con la suela gris claro (probablemente mis favoritas a día de hoy); unas El Ganso azul claro y suela blanca que son de verano; unas Mustang rojas que son una copia de las All Star pero de talón bajo; unas Asics negras (regalo de Reyes por parte de mi hermana), con el símbolo de la marca en marrón y la suela naranja; y por último unas Gazelle azules con las tres rayas en amarillo y la suela blanca, que son esas zapatillas que siempre quise tener desde chaval y que disfruto como un niño cada vez que me las pongo.

domingo, 24 de marzo de 2013

"Black Mirror" 2ª Temporada



Hace ya unas semanas que terminé de ver la segunda temporada de “Black Mirror” y, aunque no me ha sorprendido tanto como la primera tanda (cosa lógica porque ya sabía dónde me adentraba al ver esta nueva hornada), me ha vuelto a dejar con la misma sensación, mezcla de estupefacción, disfrute (por la calidad de las historias, la originalidad y la espectacular puesta en escena) e invitación a la reflexión. Esta serie es probablemente lo más impactante, innovador y ambicioso que se ha hecho en la ficción audiovisual en los últimos años, ya que aúna todos los ingredientes necesarios para convertirse en una obra de culto trascendiendo el punto de vista de la ciencia-ficción, como sucedió con “1984”, “Un mundo feliz”, “Nosotros”, “Mercaderes del espacio”, etc.


El primer capítulo de la segunda temporada, titulado "Be right back", nos muestra a una pareja joven, de ventitantos años, que termina de hacer la compra y vuelve al hogar, una casa en las afueras de ninguna parte, en plena campiña inglesa. El chico, un tipo pelirrojo se encuentra ensimismado con su teléfono móvil, respondiendo y participando en chats y redes sociales. Llegan a casa, donde todo parece normal (incluso anodino), hasta que el joven se marcha a la mañana siguiente y horas después la policía avisa a la chica de que su pareja ha fallecido. Esto supone un tremendo impacto para ella, ya que se encuentra perdida y ausente. En la recepción que se suele hacer en el mundo anglosajón en estas situaciones, una familiar le dice que hay una manera de superarlo pero ella se enfada y la rechaza. Tiempo después se pone en contacto con esa familiar para que le diga qué es lo que ella hizo. Resulta que puedes contratar un servicio como aplicación del móvil que te permita chatear con tu ser querido muerto, ya que con un software de última generación que recoge toda la participación del fenecido en Internet la máquina responde como si lo hiciera esa persona fallecida. Pronto la chica se engancha a esa aplicación y no tarda en ir un paso más al comprar una especie de androide exactamente igual a su novio...Y ahí lo dejo. Como ya sucedía en los capítulos de la primera temporada (quizá el único en el que no fuera el primero), la crítica a determinados usos de la tecnología vuelve a jugar un rol decisivo en esta atípica serie, lanzándole al espectador la pregunta de hasta qué punto involucra su privacidad en la Red (la información que se queda sobre nosotros en Internet de manera permanente es algo sobre lo que deberíamos reflexionar seriamente) y cómo de lejos llegaría cada uno de nosotros en el uso de la tecnología para tratar de evitar lo inevitable. Un capítulo francamente espeluznante y sin embargo muy cercano.


El segundo capítulo, "White Bear", nos muestra a una joven que se despierta en una casa de un complejo residencial sin saber dónde está ni quién es. Pronto un sujeto enmascarado se pone a perseguirla con una escopeta mientras que la gente en sus casas no hace nada más que grabarla con sus teléfonos móviles sin ayudarla en ningún momento. Consigue llegar a una gasolinera donde una chica y un chico se cruzan en su camino sin querer y el tipo que la persigue también la toma con ellos. Las dos chicas consiguen escapar, dejando al chico a merced del enmascarado, y se suben a la furgoneta de alguien que parece les va a ayudar. Mientras la chica protagonista pregunta sobre lo que sucede (viven en un mundo apocalíptico en el que la señal de la televisión ha afectado a la gente dejándola como meros observadores mientras que hay otro grupo que se dedica a coger gente y hacerle monstruosidades), teniendo pequeños flashbacks sobre cosas de su pasado. El tipo no es trigo limpio y consiguen escapar, con el objetivo de ir a la estación "White Bear", donde apagando la señal esperan que todo vuelva a la normalidad...Pero la historia no es lo que parece. Este capítulo tiene una vuelta de tuerca final que es lo que lo convierte en memorable y en una más que original crítica al sistema y a los peligros de la justicia. Sin embargo no podemos obviar el reflejo que se hace a la sociedad actual en lo que respecta a la carencia de sensibilización ante masacres y noticias espeluznantes que tiene el espectador medio, ya que nos hemos acostumbrado (tristemente) a que las desgracias pasan continuamente y forman parte de la vida diaria sin que nos preguntemos si se puede hacer algo para evitarlas. Eso sí, volviendo al giro final, no hay que perderse la parte de los títulos de crédito, es impresionante.


En el tercer y último capítulo de esta tanda, "The Waldo moment", nos encontramos con una situación también muy cercana a nuestra realidad actual. Waldo es un personaje animado (un oso azul) con un programa informático en el que un ser humano le pone voz y movimientos con una especie de joysticks, que sale en un programa de televisión haciendo gansadas y bromas pesadas y subidas de tono. Se trata de un personaje que tiene tanto éxito que se plantea tener su propio programa, sobre todo después de dejar en ridículo a un político conservador (un tory) que se presenta a las elecciones de una determinada circunscripción. A la par del éxito del personaje, vemos que el treintañero que lo ha creado no es tan feliz con su vida como pudiera parecer. Sin embargo, debido a la gracia que tuvo la entrevista al político, desde la cadena se decide que el muñeco se presente en las elecciones en las que concurre el candidato tory. De manera paralela a la lucha que se produce entre el personaje animado y el político conservador, el creador del oso azul entabla una pequeña relación con una joven candidata laborista que también participa en las elecciones, aunque reconoce que lo hace sólo para coger experiencia porque se sabe que los tories ganan allí siempre. El distanciamiento que ella pone entre los dos hace que el hombre detrás del personaje estalle en un debate televisivo, diciéndoles a ambos candidatos lo que piensa de ellos (y quizá lo que piensa la mayoría de nuestra sociedad). La situación empieza en ese momento a írsele de las manos...Y ahí lo dejo. De nuevo nos encontramos con que el espectador que ve este capítulo termina haciéndose preguntas de lo más trascendental, como la situación de estancamiento de la clase política (en muchos casos incapaz de representar al ciudadano) o hasta que punto se puede manipular a la gente con artilugios aparentemente inofensivos, aunque esta vez sin una necesidad excesiva de ciencia-ficción, lo que quizás haga que sea el capítulo más "normal".

martes, 19 de marzo de 2013

"12 Dev Adam" de Athena


La canción de hoy es bastante conocida en el mundillo de los aficionados al baloncesto europeo y completamente desconocida para los profanos. Se trata de un tema de encargo, una de esas canciones que los organizadores de un evento le encargan a algún cantante o grupo famoso en su país para que sea una especie de himno del acontecimiento. En este caso, esta canción, pensada en un principio como sintonía o banda sonora del Eurobasket de Turquía de 2001, se convirtió, gracias a la acogida de los aficionados turcos, en el himno oficioso del campeonato y, sobre todo, de su selección, a la que el título hace referencia (“12 Dev Adam” significa en turco “Doce hombres altos”). De hecho la canción caló tanto que para el Mundobasket de 2010, también celebrado en Turquía, se volvió a usar.


Recuerdo aquel europeo por varias cosas, fue el primer gran campeonato de Pau Gasol, España ganó el bronce contra la Alemania de Nowitzki tras perder en semifinales contra una Yugoslavia (Serbia y Montenegro) que en aquella época era intratable (ahora los intratables somos nosotros), y yo le presté especial atención al torneo porque aquel verano me acababa de hacer abonado del Estu con mis padres. En aquella época las cadenas de televisión eran muchas menos que ahora y los partidos los retransmitía Televisión Española, en concreto el periodista Nacho Calvo (ahora centrado exclusivamente en los innumerables partidos de tenis que echan en Teledeporte) con el ex jugador José Antonio Montero como comentarista especializado. La pareja no molestaba al telespectador (cosa a destacar, porque muchas parejas que retransmiten lo hacen) y, sobre todo, dejaron una escena memorable en la final del campeonato cuando, antes de comenzar el encuentro, se encontraban a pie de pista y con el bullicio que había en el pabellón no eran capaces de oírse el uno al otro pese a encontrarse a escasos centímetros de distancia.


La canción, que luego la usó la (D)emencia para cánticos del Estu (cambiando la letra, obviamente), es un tema fantástico, una de esas joyas raras que te encuentras de casualidad. Tiene mucho ritmo, sonidos típicos turcos, un estribillo pegadizo (aunque no hables turco te quedas con él, así que pegadizo es, sin duda) y se te queda en la cabeza, tanto que cuando la busqué en Internet una de las versiones la habían titulado como “la canción que cantaban los turcos en el basket”, así que no creo que sea el único al que le pasó. Por otro lado, buscar la canción en la Red también me permitió conocer al grupo que la canta, Athena, que tienen un estilo muy ecléctico, mezclando varias géneros (ska, pop, rock, punk, etc.) con canciones muy buenas. Como siempre pongo unos vídeos y la letra tras ellos.






OooooooOoo

Uh Ah dev adam oniki dev adam
Uh Ah dev adm hey hey hey hey (2x)

Her zaman yanndayz
Yanlz brakmayacaz
Kanka senle bir kez daha
ampiyon olacaz

Uh Ah dev adam oniki dev adam
Uh Ah dev adam hey hey hey hey
Uh ............hey hey hey hey
Uh Ah dev adam oniki dev adam
Uh Ah dev adam hey hey hey hey (4x)

lunes, 11 de marzo de 2013

El ostracismo de Kaká y la inexplicable titularidad de Khedira

La situación del jugador brasileño Kaká en el Real Madrid desde que el inefable Mourinho es el valido de Florentino ejemplarifica perfectamente qué tipo de equipo es el que le gusta al portugués, uno con aversión al balón. Kaká es un futbolista de toque, de paredes, de tener el balón y conducirlo en contraataques vertiginosos (tener el balón no significa que no se contragolpee) con una elegancia que no se suele ver, de tiros desde fuera del área y de pases medidos al espacio libre, un jugador que lo da todo por el equipo pero siempre con el balón, uno de esos jugadores clásicos del Real Madrid.


Pero Kaká es un jugador que sin el balón sufre, que pulula por el campo de manera ansiosa de tal manera que termina por no aportar nada a la idea de equipo que tiene Mourinho, que sólo lo usa para partidos sin aparente trascendencia o para que le saque las castañas del fuego en determinados momentos. Si a eso le unimos los problemas físicos que arrastró el ex-milanista en su primera temporada de blanco (y parte de la segunda), tenemos el cocktail perfecto para que un entrenador amarrete y conservador, al que tener el balón durante más de 15 segundos le parece una pérdida de tiempo, lo tenga condenado al ostracismo más absoluto mientras un jugador como Khedira es titular indiscutible.


Porque Khedira es justo lo que no es Kaká, es decir, trotón, con buen físico, de perfil defensivo, que guarda la posición, que no sabe regatear ni pasar en condiciones, carente de tiro y menos de gol, es decir, un jugador de fútbol al que el balón le da alergia. Pues un tipo como éste es titular en el Madrid mientras Modric o el ya mencionado Kaká esperan en el banquillo o la grada. Esto sólo se explica por la filosofía de juego de Mourinho, que prefiere no tener el balón y esperar al contrario, en posiciones defensivas en las que un medio estorbo como Khedira vale más que ellos. Hay gente que defiende a Khedira y siempre usan el mismo argumento, que no todos en un equipo van a ser figuras y que alguien ha de hacer el trabajo sucio. Eso es doblemente mentira, en primer lugar porque Xabi Alonso hace esa labor (además de organizar el juego del equipo) y en segundo lugar porque si eres un equipo dominador que tiene la pelota (que es a lo que el Madrid ha de aspirar por historia) necesitas jugones como Kaká y no trotones como Khedira.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Libros Leídos Febrero 2013

Febrero nos dejó hace unos días y ya es hora de repasar lo leído en el mes más corto del año. Han sido 12 lecturas en total, lo que me parece un valor más que respetable. De las doce, 6 han sido novelas, 2 cómics o novelas gráficas, 2 revistas literarias, 1 libro de relatos cortos y 1 guión de cine. Además, han sido 10 en español, 1 en inglés y 1 en italiano (con lo que la media de un libro al mes en esos idiomas la sigo respetando). Siguiendo con la numeración acumulada del año, los libros de febrero son:

14. "La marca del meridiano" de Lorenzo Silva. 400 páginas (e-book).

Se trata de la última novela publicada con el guardia civil Bevilacqua como protagonista, y además la última ganadora del generoso Premio Planeta (decir prestigioso sería mentir, básicamente porque hay bastante bodrio al que le han dado dicho premio). Como viene siendo habitual en la saga de este personaje, está acompañado de secundarios ilustres (principalmente su inseparable compañera Chamorro con la que tiene la tensión sexual no resuelta habitual en este tipo de relaciones, pero que tras varias novelas se tiene que romper de algún modo y no se ha hecho) que aportan su granito de arena para resolver un crimen, en este caso el de un ex-compañero de nuestro protagonista que parecía haberse pasado al lado oscuro de la fuerza. En realidad se trata de un libro bastante flojo, en el que Silva demuestra haber agotado ya todos los recursos del género con su personaje en anteriores novelas, ya que la historia no tiene mucho gancho y se alarga excesivamente sin contarte nada. Me parece una lástima que la saga haya degenerado tanto, principalmente porque sé que Lorenzo Silva es capaz de escribir mejores historias (he leído todos sus libros, sé de lo que hablo) y le tengo cariño al personaje. Pasable.


15. "Relámpagos" de Jean Echenoz. 160 páginas (e-book).

Jean Echenoz parece haberse especializado en libritos en los que mezcla la biografía con la novela, de manera que somos capaces de conocer con mayor profundidad la vida de Ravel, Zatopek o, en este caso, Nikola Tesla. Está muy bien escrito, se lee con interés y del tirón. Estoy convencido de que, para aquellos poco inclinados hacia las ciencias, leerse un libro como éste serviría de acicate para que profundizaran más. Muy recomendable.


16. "Una forma de vida" de Amélie Nothomb. 152 páginas (e-book).

La autora belga (a la que sigo con fruición) aprovecha ahora una de las características que la hacen singular (responde a todas las cartas que le llegan) para convertirla en una curiosa historia epistolar con un soldado estadounidense que sufre obesidad mórbida. A partir del intercambio de cartas, el lector va descubriendo más y más sobre tan singular fan, y sobre las reflexiones de la escritora ante lo que le cuenta. Entretenido, aunque el final es un tanto irregular.


17. "Orsai Nº11" de VV.AA. 156 páginas.

De Orsai, Casciari y demás ya hablé  aquí y aquí.


18. "El faro" de Paco Roca. 64 páginas.

Este cómic es otro ejemplo más de la maestría de su autor, un narrador de historias excepcional y un dibujante excelso. En este caso se trata de un joven soldado republicano durante la Guerra Civil que, huyendo de la derrota, va a parar a un faro donde el viejo farero lo acoge. Se trata de un relato breve, con lo que creo que lo mejor es que lo deje ahí, eso sí, hay que subrayar que se trata sin duda de una obra maestra.


19. "Mil cretinos" de Quim Monzó. 176 páginas (e-book).

Este es el segundo libro de relatos que me leo de Monzó y, aunque ya no me sorprende tanto tras leer el primero, me sigue pareciendo fantástica la manera que tiene de, en pequeños trazos con forma de cuentos breves, diseccionar al ser humano medio. Se trata de una lectura entretenida e interesante, por lo que seguro que leeré más libros suyos. Fantástico.


20. "Pulp Fiction" de Quentin Tarantino y Roger Avary. 126 páginas (e-book).

Este es el guión original (en inglés, of course) de una de esas pelis que uno recuerda como si las hubiera visto ayer mismo. Quizá lo que más me ha soprendido ha sido reflexionar sobre la vigencia que tiene como historia, ya que se trata de un relato atemporal y cuya frescura y originalidad siguen siendo los valores principales. Es un guión tan bueno (ganó el Oscar cuando todavía era un premio decente), que lo único que piensas cuando lo lees (además de ir diciéndote a ti mismo eso de "ahora es cuando viene lo de...") es en volver a ver la película, con ese mítico señor Lobo que soluciona problemas y te dice que no debemos chuparnos las pollas todavía. Imprescindible.


21. "Papeles en el viento" de Eduardo Sacheri. 422 páginas (e-book).

Se trata de la última novela del autor de "El secreto de sus ojos", aquella historia que Campanella llevó al cine con tanto éxito (y de la que yo hablé aquí). En este caso nos cuenta sobre cuatro amigos, uno de los cuales acaba de morir (aunque aparece en capítulos en forma de flashbacks) y que ha dejado como herencia sólo el pase de un jugador de fútbol. A través de la idea que tienen los amigos que quedan de vender la ficha del futbolista para sacar dinero para la hija del fallecido, Sacheri construye una tragicomedia interesante, que se lee muy bien y que da pena que se acabe. He de reconocer que con el toque futbolero siempre se llega a mi corazoncito, pero es que en este caso se trata de una gran novela. Muy recomendable.


22. "Panenka Nº16" de VV.AA. 116 páginas.

En la edición de febrero de esta revista futbolera, se hace un repaso de arriba a abajo sobre la FIFA, no sólo como organización, sino sobre todo por sus dirigentes (entre ellos el inefable Joseph Blatter). Resulta bastante curioso conocer los tejemanejes que se traen y se llevan los sinvergüenzas que dirigen los designios del fútbol mundial.


23. "La banda Stern" de Luca Enoch y Claudio Stassi. 136 páginas.

Este es uno de los cómics italianos que me compré cuando estuve en Roma a principios de año. Me gusta mucho cuando descubro cosas históricas a través de historias de este tipo. En este caso se trata de una organización armada (yo diría que terroristas) judía y de ideología filofascista (tanto como que llegaron a plantearse llegar a acuerdos con Hitler...Surrealista pero cierto) creada por Abraham Stern y en la que también estaba el posterior primer ministro israelí Isaac Shamir. En el cómic se cuentan los atentados, los asesinatos y los dimes y diretes dentro de la organización, con un ritmo trepidante y buenos dibujos. Muy recomendable.


24. "Sigfrido" de Harry Mulisch. 200 páginas (e-book).

Me bajé este libro porque venía en una recomendación del blog de Molinos y la verdad es que me ha decepcionado. La idea central del libro es la ficticia historia de un hipotético hijo de Hitler con Eva Braun (el Sigfrido del título) y, aunque a priori no hay tema (el de los nazis) que me apasione más, la historia carece de interés fuera de tan original idea y resulta plana, poco entretenida y carente de mucho interés. Al menos no se hace larga, básicamente porque no es un libro muy extenso.


25. "Chicos prodigiosos" de Michael Chabon. 336 páginas (e-book).

Me puse a leer esta novela recordando la película del mismo nombre de hace algunos años. Recordaba más o menos la historia y sobre todo tenía en mente la sensación que me produjo (una de esas películas de las que no esperas nada pero que te entretienen bastante y te causan una buena sensación) así que me pareció buena idea leer el libro, ya que además he leído otras novelas de Chabon (Las aventuras de Kavalier y Clay, La solución final, etc.) y me habían gustado bastante. Pues me equivoqué. La historia va a tirones sin mucho sentido, haciendo pausas y recreándose en partes carentes de gracia y de interés en la narración, y la verdad es que se hace largo y termina aburriendo. Una lástima, la verdad.


martes, 5 de marzo de 2013

El año de los cumples sorpresa (II)

Este fin de semana pasado hemos celebrado el cuarto cumpleaños del 2013, y lo hemos hecho a lo grande. Primero en casa del homenajeado y luego en un garito hasta el amanecer. La verdad es que resumido así, en una frase de pocas palabras, parece algo de lo más rutinario. Quizá el siguiente vídeo, en el que se muestra cómo han sido los cuatro cumpleaños que llevamos hasta el momento, sea lo suficientemente ilustrativo...