"Todo el que lo ha vivido sabe que cuando eres un niño con gafas de culo de botella, el resto de tus crueles pares se esfuerza en recordártelo con fruición, usando términos manidos de tanto usarse como “gafotas” (original a más no poder, la verdad…), “cuatro ojos” (qué prodigio de metáfora, ¿no?) o “topo” (pase lo que pase siempre hay una referencia al mundo animal en este tipo de situaciones). Normalmente este tipo de insultos tienen especial significado cuando es el abusón de la clase el que te lo llama, básicamente porque siempre tiene adláteres que le siguen y la posibilidad de réplica se queda en agua de borrajas ante un más que claro cuatro ó cinco contra uno.
Esto que he descrito viene a cuento por una historia que me pasó hace poco, una tarde de las últimas Navidades. Me había dirigido a un centro comercial a realizar unas compras de última hora, principalmente chorradas relacionadas con las fiestas, alguna lucecilla para el nacimiento, un pack de bolas de adorno, botes de nieve artificial para el árbol, etc. El caso es que, una vez hechas las compras, me encontraba en la parada del autobús para volver a casa, cuando me fijé (lo que es muy raro, porque normalmente voy a todos lados absorto en el libro que esté leyendo en ese momento) en un grupo de chavales que se encontraban próximos y que estaban montando bulla.
Cuando algún ruido me distrae de la lectura (no es fácil) me irrito bastante así que alcé la vista con evidente mala leche para saber qué narices era lo que pasaba. Resulta que cuatro muchachitos estaban metiéndose con otro, llamándole con un sobrenombre absurdo que no entendí pero que era evidente que al chaval no le hacía ni puñetera gracia. La escena (cuatro niñatos gritando a otro, insultándole, haciéndole burla y empujándole) me cabreó bastante, no sólo molestaban con sus alaridos a la gente que se encontraba cerca, es que encima estaban dando por saco a otro chico que no parecía haberles hecho nada.
Tras un rato más o menos prolongado (esperar al autobús en Madrid hace que te dé tiempo a ver partidos enteros de fútbol) de continuo escarnio, el chaval empezó a apretar los puños y se le saltaron las lágrimas de pura rabia, lo que animó a los abusones a incrementar aún más las burlas añadiendo “llorica” (qué alarde de valentía la de los cuatro, ¿a qué sí?) a los insultos hasta que se cansaron y le dejaron allí, amenazándole con que no se moviera porque volverían en un rato a seguir con la diversión.
Durante todo el proceso de acoso y hostigamiento al chaval por parte de semejantes descerebrados, había pensado en ponerme en medio y salvaguardarlo de algún modo, pero pensé que sería pan para hoy y hambre para mañana, ya que no podría estar siempre en los sitios en los que los abusones fueran a por él y además no conocía al chico de nada. Así que lo que hice fue esperar a que se fueran y me acerqué al chaval, traté de tranquilizarle y no sé si fue por la rabia contenida desde la época en la que yo era un “gafotas cuatro ojos capitán de los piojos” o porque el adulto que soy ahora simplemente no soporta a los abusones, la cuestión es que le di el arsenal de chorradas de Navidad que acababa de comprar (principalmente los botes de nieve artificial de la que se no se va y los botes de confeti pegajoso) y le dije que se lo daba para que se defendiera, que la única manera que hay de salir de esas situaciones es enfrentándose al abusón, y que, aunque siguieran metiéndose con él, tomar la iniciativa era de ser valiente y que a la larga dejarían de hacerlo porque los abusones sólo se meten con los que tienen miedo.
Sé que parece sacado de una peli americana, pero lo que sucede en ese tipo de historias es que luego se ve al chaval enfrentándose a los gilipollas que se meten con él y todo sale de puta madre, pero la verdad es que no creo que fuera esto lo que pasó con el chico al que le di los botes. De hecho estoy convencido de que lo que sucedió fue que, poco después de que se defendiera con ellos, los abusones se los habrían arrebatado. Sin embargo, pese a ese presumible final triste, estoy convencido de que el chaval se iría a casa mucho más orgulloso de sí mismo…Bueno, al menos yo lo hice."
Pobre crio, mientras se les consienta a los abusones asi vamos...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Cuánta razón tienes Pérfida...Un saludo y gracias por pasarte por aquí.
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