100 libros...Se dice pronto. Desde que empecé a apuntar los libros que me iba leyendo durante el año, al comprobar lo cerca que me quedaba de esa cifra siempre tuve la idea en mente de llegar algún día a los 100 libros leídos. Sé que sonará un poco raruno pero ha habido veces en las que, según el número de libros que me hubiera leído hasta ese instante, calculaba cuál sería la cifra a final de año para ver si terminaría llegando al mítico número 100 (de hecho creo que para ver cómo evoluciono en número de libros según las épocas del año, a partir del año que viene voy a incorporar a la lista de libros leídos el día en el que termino el libro en cuestión). Antes de terminar las asignaturas de la carrera (soy un triste ingeniero, ya hablaré sobre esto algún día) mi voracidad lectora se veía completamente frenada en torno a primeros de febrero, junio y septiembre, lo que lógicamente provocaba que el número de libros a final del año fuera más bajo que si no tuviera mierdas que estudiar. Este año, pese a que me operé de la vista (estoy tuneado de puta madre) estando fuera de circulación lectora un tiempo y a otros temas de índole personal que no me han dejado concentrarme lo suficiente en la lectura, al no tener basurillas inútiles que chapar y, como ya expliqué en otros posts, con la ayuda de mi fantástico libro electrónico, he mantenido un ritmo de lectura bastante alto, por lo que daba por hecho que llegaría a los redondos 100 más pronto que tarde. Que haya sido en septiembre lo único que me dice es que quizá pueda llegar incluso a los 150, aunque una vez pasado el reto de los 100, me importa más leer buenos libros que cuántos sean.
Ojo, que aunque parezca que lo que más me importa es el número, como si sólo fuera un competidor de marcas estilo Bubka cuando superaba el récord de salto con pértiga centímetro a centímetro (es lo que tiene la pasta), lo que me interesa por encima de todo es leer buenas historias, cortas o largas, pero que a priori parezcan interesantes y que crea que me van a gustar. Por eso me dedico a hacer listas con nombres de autores cuyos libros me han gustado previamente y de libros que, cuando me he leído el resumen o crítica, me han parecido interesantes. Además, cuando alguien cuya opinión valoro me habla de autores o de libros, también los apunto y, cuando estos autores (los que encuentro yo y los que me recomiendan) aprovechan su oportunidad (yo lo llamo así, le doy una oportunidad a fulanito o a menganita) sigo leyendo libros suyos. Eso sí, no significa que porque me haya gustado un libro de un tipo me vayan a gustar todos y vaya a leer todo lo que saque (por ejemplo, me gustó "La tempestad" de Juan Manuel de Prada pero luego me leí otro suyo que me pareció tan infame que no recuerdo el nombre y me quitó las ganas de darle más oportunidades).
El libro que ha hecho el número 100 de los leídos durante 2011 es una oportunidad que le he dado a Philip Roth. Aunque se trate de un escritor consagrado, siempre en las listas de los mejores autores, vencedor de premios importantes y demás, siempre había tenido reticencia a leer cualquiera de sus libros (no sé explicar la razón). Ahora que puedo leer algunos libros "gratis" (lo de gratis es un decir, porque la conexión a Internet no es precisamente gratuita) doy muchas más oportunidades que antes, lo que me ha permitido ampliar el abanico de autores que leo (que ya era bastante amplio), así que, tras la multitud de recomendaciones que he leído de Moli en su blog sobre Philip Roth, decidí que se la merecía. Para ello, me documenté un poco sobre los libros que ha escrito este hombre y, como todas las críticas que leí coincidían en que se trataba de su mejor obra, empecé a leer "Pastoral americana".
Para empezar he de decir que me ha gustado, lo que implica que el bueno de Philip tendrá otra oportunidad (suena como si fuera Jorge Herralde o cualquiera de los fulanos que dirigen editoriales en este país, jejeje). Es un libro largo, duro y difícil, incluso diría que no es adecuado para personas que se aflijan fácilmente, pero me parece que está escrito de manera sensacional, con profundidad, provocando que el lector se sumerja en lo que el escritor le cuenta, haciendo con maestría que se ponga en la situación que se vive dentro del relato. Eso sí, que nadie me pregunte el típico "¿de qué va?" porque no tengo una respuesta muy clara. Mi abuela M. me lo preguntó en el tren que nos llevaba a Barcelona la semana pasada (razón por la cual no he escrito nada hasta hoy) y lo único que acerté a decir fue que "era una historia de personas". Pues eso, ese es el tema, es una historia de personas, y no muy alegre, la verdad, en la que más o menos todo gira en torno a parte de la vida y vicisitudes de un personaje, el "Sueco" Levov. Me niego a contar nada más porque creo que el que haya leído esto y sienta algo de interés, se cagaría en toda mi familia si desvelo cualquier detalle de la trama por pequeño que sea. De hecho creo que soy incapaz de escribir un mínimo resumen sin joder cualquier cosa interesante así que creo que lo mejor es parar aquí diciendo que me ha encantado que el libro número 100 haya sido éste, que se lo recomiendo a valientes dispuestos a afrontar historias duras pero muy bien escritas y que le daré más oportunidades a escritores recomendados por Moli.
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