Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Amiguitos


Hace seis meses, en el momento en el que me encontré sin trabajo de buenas a primeras, tenía un grupo de compañeros con el que compartía mis descansos y al que, después de dos años juntos, podría llamar amigos. Al llegar nuevo a una empresa uno siempre se pregunta cómo va a ser el ambiente de trabajo y si va a hacer “nuevos amiguitos”. Cuando yo llegué a mi anterior empresa dos de mis compañeros de departamento no dudaron ni un instante y me ofrecieron compartir con ellos los “desayunos” (en realidad el descanso de media mañana) en el cubículo reservado para ello, convirtiéndose en una feliz costumbre que los viernes se realizaba en un bar fuera del edificio. No sólo eso, una vez al mes salíamos a comer a un restaurante chino e incluso después de quedarme en la calle quedamos otro par de veces. Compartíamos algo más que las tareas por las que nos pagaban, echándonos unas risas de vez en cuando y comentando cualquier cosa. Sabía que cuando me fuera de allí por cualquier motivo, los echaría mucho de menos.


Ahora que llevo una semana en mi jaula actual me he dado cuenta de que aquello que me sucedió en mi primer trabajo fue una situación afortunadamente agradable pero que no tiene por qué ser común. Evidentemente no sé cómo será mi devenir ni profesional ni personalmente en esta empresa, no soy adivino y prefiero no jugar a serlo, pero desde luego el recibimiento no ha sido tan cordial como en mi empresa anterior. Probablemente debido a la situación actual de crisis en la que todos los “curritos” temen por su sueldo, condiciones o directamente por su puesto de trabajo, me veo en medio de suspicacias que han provocado que uno de los tres compañeros de mi departamento (el otro es un poco autista y la otra está embarazada y teletrabajando) me haga el vacío al no invitarme a los descansos que hace con gente de alrededor o a ir a comer (de tupper, por supuesto). Ojo, no tiene obligación alguna de “adoptarme” como hicieron mis antiguos compis pero la cortesía de invitarme al menos una vez no habría estado de más. Supongo que cree que el recién llegado (yo) viene cobrando más que él (lo dudo muuuuuuucho) y que me va a enseñar el trabajo (no tenía ni idea de nada al llegar, aunque tampoco tengo idea ahora, la verdad) para que a él al final se lo limpien. Espero que las cosas en todos los ámbitos vayan a mejor. Veremos. Quizá lo cuente por aquí.

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