Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

miércoles, 18 de abril de 2012

Mad Men, cuestión de ritmo

Sé que ser aficionado de esta serie no resulta nada especial, básicamente porque como yo hay millones en el mundo que, horas después de haberse emitido en la cadena por cable AMC, se abalanzan sobre su ordenador para "solicitarle encarecidamente" su dosis semanal de Mad Men, ya sea por descarga directa en una de esas ¿horribles? páginas tipo megaupload o, como yo, por el e-mule (Dios bendiga a mi burrito). Tras duras negociaciones entre el creador de la serie y la cadena por la renovación hasta una séptima y última temporada, hace casi un mes que se estrenó la quinta de la serie y la verdad es que desde ese 25 de marzo, gracias al capítulo de Don Draper y compañía el lunes (el día despúes de su emisión en EE.UU.) ya no está tan vilipendiado aunque su cetro de día más odiado de la semana siga vigente.



El caso es que he de reconocer que yo no soy un creyente desde el primer día, soy más bien un convertido que abrazó la nueva fe como antes me pasó con The Wire y como probablemente me termine pasando con Los Soprano (lo de Lost, sin embargo, lo veo francamente jodido), casos todos ellos que tienen un mismo portador de la buena nueva, mi amigo P., una de las pocas personas de las que me fío con respecto a qué libros leer y, sobre todo, qué series ver. Como ya digo, él fue el que me instó a ver The Wire (una serie de culto y que tenía almacenada a la espera de ser vista), el que me habló de una serie de frikis informáticos (The IT Crowd) o de lo divertida que era la última serie de Frodo...La cuestión es que había oído hablar muy bien de Mad Men, siempre con descripciones que la ponían como glamourosa, elegante y demás adjetivos dignos de una revista de moda de las que acompañan los periódicos de los domingos, y la verdad es que no me atraía nada de nada precisamente por eso. Pero llegó P. y tuvimos (más o menos) la siguiente conversación:

P. - Tienes que ver Mad Men.


Rísquez. - ¿Por qué? Tiene pinta de culebrón con gente bien vestida y poco más. Va de publicistas, ¿no?


P. - Que no tío, que es la polla, es una serie cojonuda. A mí me pasó que vi el primer capítulo y me quedé enganchado. Es una serie en la que no pasa nada. No sabría decirte de qué va, simplemente sucede.


Rísquez. - Pues me la estás vendiendo como el culo: "Una serie en la que no pasa nada"...Para eso me pongo en el salón de mi casa y miro a mi abuela viendo la tele.


P. - Qué gilipollas eres...Hazme caso y bájatela, está de puta madre. Además, el Don Draper ese es la ostia. Es un pájaro de cuidado. Terminas viendo la serie sólo por saber qué le pasa al tipo ese.


Rísquez. - Bueno, me lo pensaré.


Pues me lo pensé (poco) y comencé a ver la serie. El resultado es obvio, la serie me encantó y estoy enganchadísimo al devenir de Don Draper desde el primer capítulo. Eso sí, pese que comparto su visión sobre Don Draper (efectivamente es un pájaro de cuidado el personaje interpretado por Jon Hamm) he de decir que no estoy completamente de acuerdo con lo que mi amigo P. decía de la serie, a mí me parece que pasan muchas cosas y que no sólo de Don Draper vive la serie, ya que son tantos los personajes y tantas las tramas de este drama coral, que es precisamente eso lo que la hace grande, que siempre quieras saber un poco más de qué le pasa a cada uno de ellos (no voy a contar absolutamente nada de la trama, nada de espoilers, sólo el vídeo con la entradilla de la serie). Pero sin duda la clave de la calidad que tiene Mad Men está, como sucede con las grandes novelas y los mejores polvos (jamás pensé que podría poner esto en la misma frase), en el ritmo. En Mad Men se maneja la trama con rápidas acciones cuando la historia exige velocidad y se frena hasta casi no moverse cuando se requiere lentitud, manejando los silencios como nadie. Además de que los diálogos sean buenos (unos guiones acojonantemente buenos), la ambientación de un nivel estratosférico (igualito que aquí, oiga) y las actuaciones portentosas, yo diría que el éxito de Mad Men es cuestión de ritmo.

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