Hoy es sábado 20 de agosto y a la hora en la que estoy escribiendo este post la Liga española debería haber comenzado. Como todo el mundo sabe, este fin de semana no hay fútbol porque los jugadores están en huelga.
Lejos de tirarme al barro de la demagogia señalando lo sucio que puede parecer que unos tipos, que perciben sueldos en algunos casos escalofriantemente elevados y otros por encima del trabajador medio (en segunda división los hay que cobran por encima de lo que gana un ingeniero, por ejemplo), se pongan a protestar por lo que ellos denominan "sus derechos", creo que al no incumplir ninguna ley, se debe respetar la situación. Todo ello pese a que en una época de crisis económica como la que estamos viviendo, que afecta a todo el mundo, las quejas de los adinerados futbolistas puedan sonar a broma de mal gusto.
El periodismo deportivo de este país, lejos de profundizar en este tema, se dedica a dar voz a los portavoces de los futbolistas y de la liga, decidiéndose ligeramente por los primeros como víctimas de la situación (vamos que le dan la razón a los futbolistas). Lo que no se paran a hacer es tratar de llegar a los asuntos espinosos aparejados que lleva esta situación de la huelga, todos ellos relacionados con el impago de los clubes a los futbolistas y las quejas de estos.
Por ejemplo, se está hablando mucho del Rayo Vallecano y de la insostenible situación económica que les ha llevado a acogerse a la Ley Concursal. Pues bien, los periodistas se han dedicado a entrevistar a multitud de jugadores del Rayo para que contaran que llevaban mucho tiempo sin cobrar, que era injusto, que sólo reclamaban lo que se les debía desde que estaban los Ruíz Mateos...Sin embargo no surgió en ningún momento un tema que en la calle se sabe pero que nadie se atreve a poner en la mesa, que es que los jugadores del Rayo cuando estaba Ruíz Mateos (igual que los del Betis con Lopera) cobraban una parte muy importante de su salario en dinero negro, saliendo los días de pago de la administración del club con bolsas de basura llenas de dinero. Esto evidentemente no es nada popular para el negocio del fútbol, ni para los futbolistas (lógico) ni para los medios, que verían como su producto estrella se devalúa por escándalos de ese tipo. Un ejemplo de lo pernicioso que puede ser un escándalo de esta índole lo tenemos en Italia donde al año siguiente del escándalo del robo de partidos y demás (el Moggigate lo llamaron) las audiencias cayeron de manera ostensible.
Eso sí, una cosa no quita la otra, en muchos casos los clubes, como le pasa a mucha gente, tratan de vivir por encima de sus posibilidades y se meten en aprietos económicos que acaban pagando los futbolistas, y se aprovechan de la ya famosa Ley Concursal para tratar de escaparse sin rasguños del problema. Esta es la situación que debería corregirse, ya que con ella se permite que los clubes (como es el caso del Zaragoza, por ejemplo) tiren la casa por la ventana fichando para tratar de salvarse y que luego a la hora de pagar se aprovechen de que se pueden acoger a la dichosa ley sin recibir castigo alguno, mientras que los equipos que sí que pagan pero no hacen dispendios por encima de sus posibilidades (el Depor, por ejemplo) se ven abocados a competir en condiciones más humildes y terminan pagándolo deportivamente hablando.
En resumen, creo que debería tratarse este tema con un poco más de autocrítica entre las partes en conflicto, ni los futbolistas son santos (se lo llevan muerto y a veces de manera fraudulenta) ni los clubes cumplen siempre con lo que deben (los hay que sí y encima tienen las de perder), por lo que al final, el perjudicado termina siendo el aficionado, que se queda, como este fin de semana, sin ver a su equipo por razones que le pillan muy lejos.
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