Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

jueves, 25 de agosto de 2011

"Crónicas birmanas" de Guy Delisle

Como ya comenté en mi presentación, soy un apasionado de la lectura. Desde que era pequeño siempre he leído bastante, pero mi afición se incrementó sin duda alguna en el momento en el que fui a la universidad, ya que me acostumbre desde entonces a llevar siempre un libro encima que me sirviera para mantenerme distraído en los trayectos en transporte público. Ahora, aunque tengo carnet de conducir (tampoco desde hace mucho, sólo dos años) sigo usando el metro y el autobús en vez del coche (poseo un "clásico" Opel Corsa de cuando cayó el Muro de Berlín...) únicamente por el placer de ir leyendo.

El último libro que me he leído es "Crónicas birmanas", escrito y dibujado por Guy Delisle. Sí, dibujado, ya que se trata de un cómic. Quizá clasificarlo así no sea lo más ajustado posible y se podrían usar términos como novela o crónica gráfica, pero lo llamo cómic para que nos entendamos todos. Sé que mucha gente asocia cómic a un producto exclusivo para niños o para adultos que no quieren crecer, pero me parece que eso es tener estrechez de miras y, al menos para mí, una historia en la que el público objetivo es adulto (ojo que no me refiero a pornografía, que siempre hay alguien dándole una vuelta de tuerca de más), aunque su formato contenga ilustraciones se debe considerar como libro. Siempre he sido lector de cómics, empezando por los clásicos patrios como Mortadelo y Filemón o Anacleto (tanto en revistas como encuadernados) y llegando a los imprescindibles cómics europeos Astérix (sin duda mi favorito), Tintín o Lucky Luke, además de los inevitables tebeos de superhéroes (X-Men, Los 4 fantásticos, Spiderman, Batman...). Tras una temporada larga en la que mi lectura se basó casi exclusivamente en novelas, hace unos años, creo recordar que mi amigo de la facultad J., me recomendó que leyera "Maus" de Art Spiegelman y me resultó tan impactante que decidí profundizar en eso que los especialistas llamaban la novela gráfica. Desde entonces he leído muchos más libros de este tipo, descubriendo el trabajo de gente tan sensacional como Alan Moore, Joe Sacco o Jason Lutes, además de Guy Delisle de cuyo trabajo hablaré ahora.

Portada de "Crónicas birmanas"

Guy Delisle es un animador canadiense que, tras pulular por medio mundo por motivos laborales, vive en Montpellier (Francia), con su mujer y su hijo. Allí, además de realizar historietas para niños, trabaja para una productora que realiza series y películas de dibujos animados y que, de alguna manera ha sido la culpable de que Delisle cultivara su faceta de autor de cómics para el público adulto. En busca de abaratar costes, la productora de animación usa empresas de países con mano de obra barata para que realicen partes del metraje de sus series y películas. De este modo, Guy Delisle fue enviado tanto a China como a Corea del Sur como supervisor del trabajo que se hacía allí, y como resultado de sus vivencias en ambos lugares escribió y dibujó Shenzhen (de su estancia en China) y Pyongyang (de su estancia en Corea del Norte). Como más o menos he explicado antes, a partir de Maus tiré del hilo de varios autores y terminé llegando a Delisle de la mano de Pyongyang. La mirada sin prejuicios y repleta de normalidad del día a día de un tipo cotidiano en una dictadura asfixiante pero a la vez exótica, me resultó tremendamente entretenida y atrayente, por lo que tiempo después me hice con Shenzhen (entonces no sabía que había leído primero el más reciente de los dos) que también me gustó mucho.

Dos viñetas de "Crónicas birmanas"
 Mi última adquisición de las obras de Guy Delisle ha sido, como ya he comentado, "Crónicas birmanas". En esta obra Delisle viaja otra vez hasta Asia pero, al contrario que en las anteriores, en esta ocasión lo hace como acompañante de su mujer, que es miembro de Médicos Sin Fronteras, y de su hijo Louis. Por esta razón la historia cambia ligeramente con respecto a los otros dos libros, tanto estructuralmente (hay menos ilación entre los relatos que en los anteriores) como en contenido (ya que al incorporar a su familia como nuevos "personajes" aparecen situaciones que no se daban en los otros trabajos). Con todo ello, el libro sigue siendo fenomenal, ya que se mantiene la visión del día a día de un tipo normal en una sociedad y un país muy alejado de lo que nosotros conocemos. Además, la ironía de Delisle se mantiene intacta y las anécdotas que le pasan sirven de contrapunto cómico a la cruda realidad de un país ni siquiera reconocido como tal por las primeras potencias. De este modo, como sucedía en Shenzhen y Pyongyang, la lectura del trabajo de Delisle nos permite pasar un tiempo muy entretenido mientras que a la vez nos acerca la realidad de un país que no suele salir en las noticias (a menos que haya desgracias puntuales). A mí me ha encantado tanto como los otros dos y se lo recomiendo a todo el mundo, así que si alguien "pica" que comente qué le ha parecido.

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