Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

martes, 30 de agosto de 2011

"Sé lo que estás pensando" de John Verdon

Acabo de batir mi récord de libros leídos durante el año, a día de hoy llevo 94 (el año pasado fueron 82, el anterior 93 y hace tres años, el primero que empecé a apuntarlos, también 82). Esta cifra no habría sido posible sin el uso del eReader de Sony que me acompaña allá donde voy y que me ha permitido elegir los libros que me leía con más libertad de la que tenía antes. Como ya comenté en mi post de presentación, me encanta leer y lo hago muy a menudo, pero antes en la mayoría de las ocasiones tenía que elegir los libros que me leía mirando el número de páginas para que mi abultado consumo de lectura no perjudicara notablemente a mi bolsillo. Vamos, que me compraba tochos de libros de más de 400 páginas (eso sí, que tuviera en mi lista) para que me duraran más y sólo de vez en cuando me permitía el lujo de comprarme los libros finitos que había ido apuntando en mi lista previamente. Pues bien, ahora que me descargo los libros puedo decidir el que me vaya a leer exclusivamente por apetencia, razón por la cual el número de libros leídos hasta ahora se ha incrementado a lo grande. Cuando lees tanto como yo, dependiendo de cómo estés de ánimo (y el mío no era para echar cohetes), a veces escoges libros que sepas que van a ser fáciles de leer, ya sea porque sean cortos, porque estén escritos con sencillez o porque el tipo de historia sea ligerita, como pensé que pasaría con éste. Lo que no me imaginaba al escogerlo es que, precisamente el libro del récord iba a ser una basura de tal calibre como ha sido Sé lo que estás pensando (si el título parece malo, el original Think a number es para caerse de espaldas y encima el tío se vanagloria de él en los agradecimientos, puf).

Pongo la portada para que nadie más pique...

En esta pseudonovela (aunque más que falsa novela es real engaño), el autor perpetra una supuesta historia de misterio que en la editorial venden de la siguiente manera:

"Un hombre recibe una carta que le urge a pensar en un número, cualquiera. Cuando abre el pequeño sobre que acompaña al texto, siguiendo las instrucciones que figuran en la propia carta, se da cuenta de que el número allí escrito es exactamente en el que había pensado. David Gurney, un policía que después de 25 años de servicio se ha retirado al norte del Estado de Nueva York con su esposa, se verá involucrado en el caso cuando un conocido, el que ha recibido la carta, le pide ayuda para encontrar a su autor con urgencia. Pero lo que en principio parecía poco más que un chantaje se ha acabado convirtiendo en un caso de asesinato que además guarda relación con otros sucedidos en el pasado. Gurney deberá desentrañar el misterio de cómo este criminal parece capaz de leer la mente de sus víctimas en primer lugar, para poder llegar a establecer el patrón que le permita atraparlo."

Hay que reconocer que los tíos saben vender la burra de puta madre. Con sinopsis como esa cualquier incauto cae en sus redes irremisiblemente. La verdad es que sabiendo cómo se las gastan las editoriales a la hora de dar gato por liebre si me hubiera leído este resumen introductorio habría pasado siete pueblos antes de comerme semejante bodrio (no me he leído la sinopsis porque mi amigo A., que no es precisamente un lector habitual me lo recomendó, craso error). Eso sí, el placer de poner a caldo esta novelita en cuestión no me lo quita nadie...

Antes de poner a caer de un burro Sé lo que estás pensando, he de señalar que en la feroz crítica que viene a continuación revelo partes de la trama (iba a poner partes sustanciales, pero es tan mala que sugerir que tiene sustancia me parece un cuento chino) así que si hay alguien todavía interesado en ese coñazo que se abstenga de leer lo que escribo más abajo.

En vez de destripar la historia del tirón voy a ir señalando cosas que he ido apuntando mientras leía y que me han parecido grotescas:
  1. El autor tiene obsesión con Sherlock Holmes, lo cita en varias ocasiones y tratando de dejar claro lo mucho que se parece su protagonista al personaje de Conan Doyle...Puf, qué lejos está el desgraciado Gurney de tener la misma capacidad que el bueno de Sherlock tiene en la uña del dedo meñique del pie izquierdo, ya que, pese a que te vende que es un superclase resolviendo crímenes (llega a decir que es el que más ha pillado malos de la historia de la policía de Nueva York, valiente mamarrachada), no se entera de quién es el malo hasta que le está apuntando con una pistola (cuando el lector que sabe sumar 2 más 2 se ha dado cuenta 150 páginas antes), tiene actitudes de poco experto (como enviarle notitas al asesino para provocarle y dejar la dirección de su casa...Sí, es así de toli) y en general no se entera de la misa la mitad. El autor también hace alguna cita pseudoculta como Hamlet para tirarse el pisto, pero termina retratándose cuando copia del tirón un recurso de El resplandor al hacer que el asesino escriba Redrum en un espejo (Murder al revés, que significa asesinato).
  2. Durante la investigación de uno de los crímenes, descubren que el asesino se ha alojado en una cabaña perteneciente a una pareja homosexual (dos hombres). Pues bien, el autor (del que más adelante pondré unas fotos para que se vea lo gañán que es) no debe conocer a muchos homosexuales y entonces tira de repertorio de tópicos, con frases que ha debido rescatar de la serie Will y Grace y, sobre todo, el detalle de que han decorado la cabaña como si perteneciera a Dorothy la del Mago de Oz...Sí amigos, el autor es de esos paletos, triste pero cierto.
  3. La única gracia que se le puede encontrar al libro a priori es lo de que el malo malísimo (que por supuesto ha sufrido un trauma infantil y para superarlo debe matar gente de manera sistemática...Dios qué duro debe ser vivir en EE.UU. con asesinos en serie potenciales cada veinte metros) es lo de que acierte el número y tal. La verdad es que si he seguido leyendo semejante bazofia hasta el final ha sido para saber si se daba una buena explicación. Pues no. Para empezar no se cuenta por qué el malo malísimo tiene obsesión o relación con el número en cuestión (el 658). Además resulta que el autor propone que el tipo ha enviado más de 10.000 cartas escritas a mano (sí, a mano, con dos cojones) en las que siempre escribía lo mismo y sólo aquellos que pensaban justo el número que se les proponía en la carta se acojonaban, enviaban un cheque a donde se les decía y entonces el asesino iba a por ellos. Vamos que pese a que lo enviaba a una lista de antiguos borrachos (el padre del muchacho lo era y dejó a su madre fina fina) por eso del trauma y tal, lo de asesinar era puro azar. Lo que viene siendo una mierda de explicación, la verdad. Sobre todo porque el tío zoquete del autor empieza a soltar lo que él cree que son las probabilidades de acierto del suceso que propone y no da ni una. De hecho ni se plantea que la probabilidad de que las 10.000 personas a las que les envía la carta NO piensen ese número (entre 0 y 999) es mucho mayor que la de que haya sólo una que lo haga. El ¿escritor? ya digo que no es una lumbrera precisamente.
  4. Como ya he dicho, el malo malísimo es bastante topicazo, asesino en serie, odia a los polis, es un hombre (aquí nadie reclama igualdad por lo que veo), sabes quién es casi desde que aparece. La verdad es que el amigo John Verdon se ha estrujado poco las meninges. Además el protagonista no le va a la zaga, poli retirado, con hijo muerto en accidente, su trabajo siempre le ha absorbido...Vamos, lo de siempre. Eso sí, lo mejor de la historia del prota es la problemática de los números. Digo esto porque se supone que el tipo tiene 47 años, lleva tiempo retirado, pero resulta que hace 15 años se murió el hijo de 5 años que tenía con su segunda esposa, y yo me pregunto, ¿cómo un tío absorbido por el trabajo (recordemos el récord de malos pillados que he comentado antes) puede ser tan máquina de casarse dos veces y tener un hijo en cada matrimonio antes de los 28? ¿Cómo se puede permitir retirarse tan pronto?
Ahora voy a comentar las citas de otros fulanos que la editorial pone para animar a la gente a leer. Ahí van:

«La novela de John Verdon es uno de los mejores thrillers que he leído en años. Lo devoré. Es inteligente, sólido, compulsivo, lleno de giros brillantes, profundidad psicológica y personajes que llenan de vida sus páginas, te entretiene desde la primera escena hasta el tenso final.» John Katzenbach.  

Amigo Katzenbach, está claro que lees poco, porque calificar semejante bodrio como lo haces tú, poniéndolo por las nubes, lo único que me dice es que te acabas de iniciar en el maravilloso mundo de la lectura. Yo habría devorado a mi amigo A. por decirme que estaba bien, el libro es bastante tonto, facilón, aburrido en bastantes tramos, con giros previsibles y descripciones floridas de novelucha barata y con un final que has visto en pelis o leído en libros 750 millones de veces. Eso sí, si quieres te recomiendo algún libro que pueda coincidir con tu reseña, la experiencia de leer un libro de verdad es la leche.


«Sé lo que estás pensando es imposible de dejar de leer. En contadas ocasiones, ha llegado a mis manos una primera novela que me haya atrapado de esta manera. Espero volver a encontrarme con este autor y su inteligente protagonista.» Nelson DeMille  

Amigo DeMille, tú al menos escribes menos que el toli anterior, eso sí, me da que a ti te han obligado a escribir esto y tratas de no quedar tan mal señalando que se trata de la primera novela del inútil en cuestión. Además dices que esperas encontrarte con más cosas del gañán, pero no lo aseguras...Qué astuto, aunque decir que es imposible de dejar de leer me parece una sobrada de la leche.

Bueno, ahora voy a poner unas fotillos de John Verdon, el que ha perpetrado semejante cúmulo de sandeces y de chorradas, y que además ya ha sacado otra novela (de ésta nueva no quiero saber ni cómo se llama, me da urticaria pensar en otra historia del tipo este). Así podréis admirar su mirada de inteligencia (bovina), su riqueza de poses (dos) o de capacidad gestual (cuando sonríe parece estreñido).

Me hago el interesante...Pero no lo soy

Sí, tengo los ojos igual de juntos que George W. Bush, señal de que somos igual de listos

Me han contado el chiste del perro Mistetas

Acabo de superar mis problemas con la dentadura postiza

He escrito un libro que me catapultará al Nobel...Pero todavía no sé cuál
 
Bueno, pues aquí lo dejo, me he quedado muuuuuuy a gusto, la verdad.

lunes, 29 de agosto de 2011

The Hour

En el post que dediqué a The Shadow Line ya comenté lo mucho que me gustaban las series inglesas actuales. De hecho, sigo (o seguí hasta que terminaron) varias de ellas (de géneros muy diferentes) como por ejemplo The IT Crowd (aquí creo que la llamaron Los informáticos), The Inbetweeners (de ésta han sacado una peli no hace mucho, aunque todavía no la he visto), Misfits (ya escribiré sobre ésta cuando vuelva la tercera temporada), Sherlock (impecable revisión del clásico de Conan Doyle adaptado a nuestros días) o Luther (que ya la nombré el otro día). En general, todas estas series inglesas suelen tener en común 3 cosas:
  1. Están hechas con cuatro duros.
  2. Aunque alguna pueda parecer cutre (quizá la que más The Inbetweeners, una de adolescentes salidos y perdedores pero con gracia, lo que no pueden decir muchas supuestas comedias españolas) siempre están bien escritas y tienen buenos guiones.
  3. Sus actores y actrices son simplemente fantásticos, no dan la vergüenza ajena que muchos de aquí.
Pues bien, en The Hour, como nos encontramos con una historia situada en 1956, se cumplen a rajatabla la 2ª y la 3ª, pero no la 1ª porque aunque sólo sea en ambientación ya se han gastado alguna libra de más con respecto a lo que gastan normalmente.

Cartel promocional de "The Hour"

En The Hour, como sucedía en The Shadow Line, pese a tratarse de una serie coral con bastantes personajes, todo gira en torno a tres protagonistas, periodistas todos ellos. El primero de ellos es Freddie Lyon (Ben Whishaw, que protagonizó la película El perfume), un periodista sabelotodo de esos a los que nada para cuando se encuentran tras una gran noticia. En segundo lugar tenemos a su fiel compañera y amiga Bel Rowley (Romola Garai), una mujer en un mundo de hombres y la única que entiende a Lyon. Por último tenemos a Hector Madden (Dominic West, el mítico McNulty en The Wire) un ambicioso y mujeriego presentador.

Desde el principio, a través de los protagonistas se entrelazan tres arcos argumentales que son los que sostienen la historia en sus 6 capítulos (por ahora no tiene más pero, al contrario que con The Shadow Line, esta es la primera temporada y al menos habrá una segunda). El primero de ellos es el que da el nombre a la serie, ya que es la denominación del programa de televisión recién creado al comienzo de la historia (un programa de una hora de duración, con periodicidad semanal, en el que se analizan noticias de actualidad y se realizan entrevistas a personajes de relevancia), cuya idea pertenece a los jóvenes Freddie Lyon y Bel Rowley, asumiendo las tareas de presentador y productora, aunque la BBC accede a la posición de Rowley pero relega a Lyon a un segundo plano para que el presentador sea Hector Madden. Además la parte de la historia que tiene que ver con el programa adquiere bastante importancia dadas las noticias relacionadas con el Canal de Suez que van ocurriendo mientras se desarrolla la trama. El segundo de los arcos argumentales tiene que ver con las relaciones interpersonales entre los tres protagonistas, ya que desde el principio se ve que existe una química especial entre Madden y Rowley pese a que el primero está casado (curiosamente la actriz que hace de su mujer es la madrileña Oona Chaplin, hija de Geraldine) y a que el especial vínculo que une a Rowley y Lyon se ve amenazado de algún modo. Por último, y no por ello menos importante, tenemos el arco que tiene que ver con el misterio, ya que una antigua amiga de Freddie Lyon, perteneciente a la aristocracia, le pide ayuda con respecto a un posible asesinato y éste, viendo que algo de la historia que le cuentan no es lo que parece, hace todo lo posible por averiguar qué sucedió en realidad y por qué.

En resumen, son seis capítulos en los que se mezclan muchas cosas, de hecho, si fuera una novela se podría catalogar como histórica, de misterio y de amor, todo en uno. Cuando busqué referencias sobre la serie, me encontré con que en muchos sitios la vendían como si fuera la Mad Men inglesa y, aunque la estética años 50 pueda engañar, sin duda no se trata de lo mismo, ya que las tramas de una y otra (como acabo de señalar en el análisis del párrafo anterior) difieren bastante. A mí me ha parecido curiosa, bien hecha y muy entretenida, tanto que en cuanto emitan la siguiente temporada (me temo que al menos pasará un año) la descargaré bien rápido para verla, así que desde aquí se la recomiendo a todo aquel que le pueda interesar.

jueves, 25 de agosto de 2011

"Crónicas birmanas" de Guy Delisle

Como ya comenté en mi presentación, soy un apasionado de la lectura. Desde que era pequeño siempre he leído bastante, pero mi afición se incrementó sin duda alguna en el momento en el que fui a la universidad, ya que me acostumbre desde entonces a llevar siempre un libro encima que me sirviera para mantenerme distraído en los trayectos en transporte público. Ahora, aunque tengo carnet de conducir (tampoco desde hace mucho, sólo dos años) sigo usando el metro y el autobús en vez del coche (poseo un "clásico" Opel Corsa de cuando cayó el Muro de Berlín...) únicamente por el placer de ir leyendo.

El último libro que me he leído es "Crónicas birmanas", escrito y dibujado por Guy Delisle. Sí, dibujado, ya que se trata de un cómic. Quizá clasificarlo así no sea lo más ajustado posible y se podrían usar términos como novela o crónica gráfica, pero lo llamo cómic para que nos entendamos todos. Sé que mucha gente asocia cómic a un producto exclusivo para niños o para adultos que no quieren crecer, pero me parece que eso es tener estrechez de miras y, al menos para mí, una historia en la que el público objetivo es adulto (ojo que no me refiero a pornografía, que siempre hay alguien dándole una vuelta de tuerca de más), aunque su formato contenga ilustraciones se debe considerar como libro. Siempre he sido lector de cómics, empezando por los clásicos patrios como Mortadelo y Filemón o Anacleto (tanto en revistas como encuadernados) y llegando a los imprescindibles cómics europeos Astérix (sin duda mi favorito), Tintín o Lucky Luke, además de los inevitables tebeos de superhéroes (X-Men, Los 4 fantásticos, Spiderman, Batman...). Tras una temporada larga en la que mi lectura se basó casi exclusivamente en novelas, hace unos años, creo recordar que mi amigo de la facultad J., me recomendó que leyera "Maus" de Art Spiegelman y me resultó tan impactante que decidí profundizar en eso que los especialistas llamaban la novela gráfica. Desde entonces he leído muchos más libros de este tipo, descubriendo el trabajo de gente tan sensacional como Alan Moore, Joe Sacco o Jason Lutes, además de Guy Delisle de cuyo trabajo hablaré ahora.

Portada de "Crónicas birmanas"

Guy Delisle es un animador canadiense que, tras pulular por medio mundo por motivos laborales, vive en Montpellier (Francia), con su mujer y su hijo. Allí, además de realizar historietas para niños, trabaja para una productora que realiza series y películas de dibujos animados y que, de alguna manera ha sido la culpable de que Delisle cultivara su faceta de autor de cómics para el público adulto. En busca de abaratar costes, la productora de animación usa empresas de países con mano de obra barata para que realicen partes del metraje de sus series y películas. De este modo, Guy Delisle fue enviado tanto a China como a Corea del Sur como supervisor del trabajo que se hacía allí, y como resultado de sus vivencias en ambos lugares escribió y dibujó Shenzhen (de su estancia en China) y Pyongyang (de su estancia en Corea del Norte). Como más o menos he explicado antes, a partir de Maus tiré del hilo de varios autores y terminé llegando a Delisle de la mano de Pyongyang. La mirada sin prejuicios y repleta de normalidad del día a día de un tipo cotidiano en una dictadura asfixiante pero a la vez exótica, me resultó tremendamente entretenida y atrayente, por lo que tiempo después me hice con Shenzhen (entonces no sabía que había leído primero el más reciente de los dos) que también me gustó mucho.

Dos viñetas de "Crónicas birmanas"
 Mi última adquisición de las obras de Guy Delisle ha sido, como ya he comentado, "Crónicas birmanas". En esta obra Delisle viaja otra vez hasta Asia pero, al contrario que en las anteriores, en esta ocasión lo hace como acompañante de su mujer, que es miembro de Médicos Sin Fronteras, y de su hijo Louis. Por esta razón la historia cambia ligeramente con respecto a los otros dos libros, tanto estructuralmente (hay menos ilación entre los relatos que en los anteriores) como en contenido (ya que al incorporar a su familia como nuevos "personajes" aparecen situaciones que no se daban en los otros trabajos). Con todo ello, el libro sigue siendo fenomenal, ya que se mantiene la visión del día a día de un tipo normal en una sociedad y un país muy alejado de lo que nosotros conocemos. Además, la ironía de Delisle se mantiene intacta y las anécdotas que le pasan sirven de contrapunto cómico a la cruda realidad de un país ni siquiera reconocido como tal por las primeras potencias. De este modo, como sucedía en Shenzhen y Pyongyang, la lectura del trabajo de Delisle nos permite pasar un tiempo muy entretenido mientras que a la vez nos acerca la realidad de un país que no suele salir en las noticias (a menos que haya desgracias puntuales). A mí me ha encantado tanto como los otros dos y se lo recomiendo a todo el mundo, así que si alguien "pica" que comente qué le ha parecido.

martes, 23 de agosto de 2011

Mourinho y Belén Esteban

Soy aficionado del Real Madrid Club de Fútbol desde que nací. Mi padre y mis tíos eran hinchas, como su padre lo había sido antes que ellos. Mis primos, más pequeños que yo (soy el mayor de los primos) también son del Madrid. En mi familia nadie es de otro equipo, aunque los haya más o menos apasionados con el fútbol.

Cuando era pequeño, ir a ver partidos al estadio no era barato, pero resultaba un lujo asumible que un padre y un hijo se podían dar 4 ó 5 veces al año. Yo crecí viendo jugar en el Bernabéu al Madrid de la Quinta del Buitre, un conglomerado de los mejores futbolistas españoles (Míchel, Martín Vázquez, Sanchís, Gordillo, Camacho...Y a la cabeza de todos mi favorito, Butragueño) y de los mejores extranjeros (Hugo Sánchez o Schuster, entre otros), un equipo basado en la cantera, que jugaba como los ángeles, ganaba de goleada infinidad de partidos y se llevó varios campeonatos (¿le recuerda esto a alguna situación actual?).

Desde aquella época en la que mi padre y yo íbamos al fútbol con los bocadillos de tortilla francesa con queso y jamón de york que nos preparaba mi madre, me acompaña una idea de lo que significa el Real Madrid. El Madrid era un equipo del que te sentías orgulloso, no sólo porque ganara o por cómo jugara, se trataba de los valores que representaba. Valores como la constancia, la competitividad bien entendida, no dar nunca el partido por perdido pero siempre actuando dentro de la legalidad y el fair-play, etc. Además era un equipo ganador, lo que evidentemente ayuda, de eso no hay duda, pero cuando tocaba reconocer la derrota no existían las excusas y se reconocía al vencedor, "enemigo en la contienda cuando pierde da la mano" (lo dice el himno, el de las mocitas madrileñas, no el coñazo horroroso que perpetraron el de Mecano, Plácido Domingo y Florentino Pérez). No sé si se trata de una idea del Madrid inculcada por mi padre (que creo que piensa parecido a mí) o que transmitía el club entonces, pero esa idea desde luego se ha perdido, o al menos yo no la veo ahora.

Desde la aparición de Johan Cruyff como entrenador del Barça a finales de los 80, el Madrid y el Barcelona se han ido alternando hasta hoy en la consecución de éxitos deportivos (lo que supone también alternarse en grandes crisis), dejando poco margen a los logros de otros equipos (Atlético de Madrid, Valencia o Deportivo de La Coruña, entre otros) lo que no había sucedido nunca. En este periodo, mientras el Barça apostó en general por mantener una manera similar de jugar (con excepciones como la de Robson o Antic), basada en el modo en el que lo hacía el mal llamado Dream Team de Cruyff (así sólo fue el de baloncesto de EE.UU. en los Juegos de Barcelona'92) y que le ha dado sus frutos, el Madrid hizo innumerables cambios, normalmente basándose en apetencias y modas, pero consiguiendo éxitos también. El Barça, en general, ha ganado títulos cuando ha jugado bien, mientras que el Madrid los ha ganado sin necesidad de buen juego, lo que, a mi modo de ver sigue siendo una ventaja (menos estética pero más efectividad) aunque es evidente que cuando juegas bien se te termina recordando.

Sin embargo, mientras en estos años la idea de fútbol y de club del Barça se ha ido afianzando con los años, esta situación de alternancia en la cumbre del fútbol español ha terminado por desquiciar al Madrid, a parte de sus seguidores y, sobre todo, a sus dirigentes. La idea de ser el club más laureado quizá ha calado excesivamente en los presidentes que han pasado por el Madrid, porque se han creído que lo único importante era ganar y que cualquier método valía. El Madrid que yo recuerdo jugaba bien y siempre al ataque, llegando a pitársele en el estadio si el portero tocaba el balón porque los compañeros lo retrasaban, y todo eso pasó a un segundo plano. Llegó Benito Floro, pasó Arsenio, vino Capello (dos veces), estuvo Toshack, entre otros, la mayoría con el sambenito de ser "ganadores" (que es una perogrullada, cómo vas a fichar a un entrenador y decir que no es ganador) pero con una idea de jugar al fútbol muy muy pobre. Sólo la temporada que Valdano ganó la Liga y el fantástico periodo de Vicente Del Bosque los recuerdo como de gran fútbol en muchos partidos. Eso sí, algunos de los que aburrían a las ovejas también ganaron cosas, no se puede negar.

Poco a poco se fue perdiendo en el Madrid la identidad del club en la faceta deportiva, aunque seguían acompañando los títulos...Hasta que llegó Guardiola. Desde entonces, el mejor equipo de fútbol que yo he visto en mi vida, comandados por el mejor jugador de fútbol que yo he visto en mi vida (Messi), lo ha ganado prácticamente todo, con el juego más vistoso y a la vez más efectivo que pueda haber. Y esto ha sido lo que le faltaba a Florentino Pérez, el culpable de la situación en la que nos vemos los madridistas ahora mismo (al menos los que piensan como yo, no sé si muchos). Florentino creyó que el accidente que sufrió el Barcelona con el Inter de Mourinho en las semifinales de la Champions League en 2010 era la señal para reconducir la situación, que ya tenía al hombre que devolvería al Madrid a la cima y al Barça su puesto de eterno segundón.

Pues se equivocó. Se equivocó por varias razones. Porque el Barça ha seguido haciendo lo mismo, jugando de cine y dejándose sólo la Copa del Rey por el camino. Porque el Madrid no ha mejorado su juego (tampoco era el objetivo). Porque mi primo de 14 años sería capaz de dirigir al Madrid actual, plagado de estrellas planetarias, y terminar por ganar algo o quedarse cerca (lo que ha hecho Mourinho). Porque el Madrid había perdido su identidad deportiva pero no la de club señor, y ya hace tiempo que con Mourinho a la cabeza la idea de club señor en el Madrid se quedó aparcada. Porque ahora mismo el Madrid no es el mismo equipo que cuando yo era pequeño.

Gracias a la permisividad con la que Florentino ha tratado todas las acciones que ha hecho Mourinho desde que está en el Madrid, no se ha ganado prácticamente nada (en juego nada y en títulos sólo la Copa del Rey) y sin embargo se han perdido valores del club que yo pensaba que estarían siempre. Ahora siempre hay excusas para las derrotas: "Nos han robado", "han tenido suerte", "hemos fallado mucho"...Pero nunca el rival fue mejor. Ahora, en pos de la victoria, todo vale, y cuando digo todo es todo: Violencia, protestas desaforadas, insultos, provocaciones, etc.

Lo que sucedió el miércoles-jueves pasado (madrugada del 17 al 18 de agosto) en la vuelta de la final de la Supercopa para mí fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia como aficionado. He querido, quiero y querré siempre que gane el Madrid, pero si mis jugadores van a comportarse como lo hacen algunos del Madrid actual (sí, pienso en Pepe, pero también en Marcelo o Ramos cuando pierden los papeles), y el entrenador de mi equipo utiliza una lamentable y bochornosa trifulca para pisar la cabeza de un jugador contrario lesionado y en el suelo, además de meterle el dedo en el ojo al segundo entrenador rival (y de montarla en todas las ruedas de prensa cada tres días), me sentiré avergonzado por las victorias si éstas se producen. De nada me sirve que los jugadores rivales se tiren (que lo hacen) o que haya veces en que las decisiones arbitrales decanten la balanza a favor del rival (que las hay), eso nunca fue una excusa en el Madrid ni para justificar la derrota ni para justificar ser violento o mal perdedor, porque éramos un club señor.

Cuando le preguntaban a Florentino en privado por qué fichó a Mourinho, sabiendo lo que se le venía encima al madridismo, respondía que para ganar al Barça y devolver al Madrid al lugar al que pertenece. Creo que Mourinho es un gran entrenador, sabe de fútbol (aunque su idea de cómo jugarlo no me convenza) y es un gran motivador (de eso no hay duda), además de haber conseguido títulos en todos los equipos en los que ha estado (un ganador, jejeje). Sin embargo también creo que el fin no justifica los medios, que no todo vale para ganar (o al menos no era así en el Madrid del que era hincha) y que tener a Mourinho en el Madrid es como si La2 de TVE fichara a Belén Esteban para tener un repunte de audiencia, seguro que la cadena subiría en cuota de espectadores de manera vertiginosa (la telebasura en este país es lo que tiene) pero, ¿qué sería de los valores y de la idea que representa como cadena de televisión La2? ¿Dónde quedarían? ¿Cómo se reinventaría La2 en caso de que Belén Esteban se marchara?

domingo, 21 de agosto de 2011

The Shadow Line

Después del post de presentación y del pseudosesudo análisis de la huelga en el fútbol español (la última noticia que he oído es que durante el periodo de huelga hay equipos que entrenan y otros que juegan amistosos...Pa' mear y no echar gota) creo que debo empezar a escribir algo con un tema más de culturilla, eso sí, tratando de no ponerme gafapasta perdido que sé que eso termina por empalagar.

Bueno, a lo que iba, voy a hablar de una serie que acabo de terminar de ver. Se llama The Shadow Line y es una serie inglesa que se ha emitido este año en la BBC. En primer lugar creo que debo decir que, para la gente que no lo sepa, el concepto de serie en el Reino Unido difiere bastante en cuanto al número de capítulos respecto a la idea que tenemos aquí en España o la que nos viene de EE.UU. ya que los ingleses no van más allá de 8 capítulos por temporada de cada serie (de hecho normalmente son 6 pero hay alguna incluso de 3). Creo que la razón principal de este número tan pequeño de capítulos se encuentra en la limitación de medios, algo que también vemos en las series españolas. Sin embargo, en el Reino Unido, ante la posibilidad de bajar la calidad del producto prefieren hacer algo que sea bueno o muy bueno en pocos capítulos (aunque permita "atrapar" a la audiencia poco tiempo) que lo que se hace aquí, un producto bastante mediocre pero que dura muchas más semanas. Evidentemente para gustos están los colores, yo prefiero ver una serie buena que dure poco (así de hecho puedo ver más de una) que otra que sea malucha y que encima se eternice sin llegar a ninguna parte (no creo que haya que dar ejemplos de este tipo de serie, seguro que a cualquiera se le ocurre una sin pensar demasiado). Ojo, quiero aclarar que cuando hablo de la calidad del producto no sólo me refiero a los efectos especiales o a la ambientación (ambos son mejores en el Reino Unido), también meto ahí la calidad de los profesionales, en concreto los actores y actrices, y los guionistas, que en las series de este país suelen destacar por su carencia de talento (no sé la razón, pero es así, seguro que hay gente con capacidad y no se les da la oportunidad) y sus ganas de estirar las tramas hasta que la única solución es que todo lo que ha pasado haya sido un sueño... De todos modos, igual que el poblado de Astérix, todavía hay espacio para que algún irreductible galo como David Trueba (de sus múltiples facetas, incluida la de escritor, seguro que hablaré más adelante) y su serie ¿Qué fue de Jorge Sanz? en la que se suple la falta de medios con un guión y una historia muy originales que hacen que te quedes con ganas de ver al menos un par más aparte de los 6 capítulos de los que consta.

Hecho el inciso (largo, lo sé, en muchas ocasiones me voy por los Cerros de Úbeda) me centro ya en la serie que iba a comentar. Como decía antes, se trata de una serie inglesa, de 7 capítulos, que se ha emitido en la BBC y que yo me he descargado de Internet (de este tema de las descargas hablaré otro día, creo que es algo que le interesa a cualquiera hoy día) para verla. Cada capítulo dura cerca de una hora y se trata de una miniserie (mini no por el número de capítulos sino porque no tendrá continuación, sólo es una temporada).

Cartel promocional de The Shadow Line

Yendo al grano, se trata de una historia como de cine negro, que comienza con el asesinato de un Capo de la droga londinense que acababa de salir de la cárcel por "Royal Pardon" (traducirlo como "perdón real" creo que desluce su significado), una medida que sólo se suele usar en el Reino Unido en materias relacionadas con la ayuda de criminales en contra del terrorismo. Es en ese momento cuando el detective Jonah Gabriel (Chiwetel Ejiofor), un policía amnésico y con una bala en la cabeza (todo ello relacionado con su último caso), vuelve tras meses de baja para hacerse con el caso. A su vez, en el otro lado de la línea que parece separar el bien del mal, Joseph Bede (Christopher Eccleston) se encuentra con que, tras años montando una tapadera en forma de floristería, ha de asumir el mando de la banda mientras lidia con la acusada enfermedad de su esposa y con el psicópata sobrino del asesinado. Ambos tratarán de recomponer todas las piezas de la historia para saber quién es el asesino, mientras entre las sombras, un enigmático sujeto llamado Gatehouse (Stephen Rea) parece conocer todas las respuestas a las preguntas que el resto de personajes y el espectador se hacen. En resumen, se trata de una serie mezcla de thriller y cine negro, que se mantiene sin decaer la tensión de la historia durante todos los capítulos pero sin la necesidad de grandes efectos, basándose más en buenos guiones y una trama perfectamente elaborada, en la que no hay buenos ni malos (todos tenemos cosas que esconder) y nunca sabes de qué lado está cada uno. Además el trabajo de todos los actores es sensacional, tanto los que tienen mucho protagonismo como los que no, incluso podríamos decir que la serie es casi coral, dado que, pese a que el peso de la historia se soporta en esos tres personajes que he señalado, lo que la hace tan completa es la presencia de multitud de personajes dándole cada uno su propia pincelada para que termine siendo una obra maestra. A mí me ha parecido cojonuda estupenda y por eso se la recomiendo a todo el mundo, en especial a los que este tipo de historias de novela negra les guste, porque no se sentirán decepcionados. De un género parecido a ésta y también inglesa es Luther, protagonizada por el gran Idris Elba (Stringer Bell en The Wire), también muy recomendable y de la que quizá hable otro día.

sábado, 20 de agosto de 2011

Huelga en el fútbol español

Hoy es sábado 20 de agosto y a la hora en la que estoy escribiendo este post la Liga española debería haber comenzado. Como todo el mundo sabe, este fin de semana no hay fútbol porque los jugadores están en huelga.

Lejos de tirarme al barro de la demagogia señalando lo sucio que puede parecer que unos tipos, que perciben sueldos en algunos casos escalofriantemente elevados y otros por encima del trabajador medio (en segunda división los hay que cobran por encima de lo que gana un ingeniero, por ejemplo), se pongan a protestar por lo que ellos denominan "sus derechos", creo que al no incumplir ninguna ley, se debe respetar la situación. Todo ello pese a que en una época de crisis económica como la que estamos viviendo, que afecta a todo el mundo, las quejas de los adinerados futbolistas puedan sonar a broma de mal gusto.

El periodismo deportivo de este país, lejos de profundizar en este tema, se dedica a dar voz a los portavoces de los futbolistas y de la liga, decidiéndose ligeramente por los primeros como víctimas de la situación (vamos que le dan la razón a los futbolistas). Lo que no se paran a hacer es tratar de llegar a los asuntos espinosos aparejados que lleva esta situación de la huelga, todos ellos relacionados con el impago de los clubes a los futbolistas y las quejas de estos.

Por ejemplo, se está hablando mucho del Rayo Vallecano y de la insostenible situación económica que les ha llevado a acogerse a la Ley Concursal. Pues bien, los periodistas se han dedicado a entrevistar a multitud de jugadores del Rayo para que contaran que llevaban mucho tiempo sin cobrar, que era injusto, que sólo reclamaban lo que se les debía desde que estaban los Ruíz Mateos...Sin embargo no surgió en ningún momento un tema que en la calle se sabe pero que nadie se atreve a poner en la mesa, que es que los jugadores del Rayo cuando estaba Ruíz Mateos (igual que los del Betis con Lopera) cobraban una parte muy importante de su salario en dinero negro, saliendo los días de pago de la administración del club con bolsas de basura llenas de dinero. Esto evidentemente no es nada popular para el negocio del fútbol, ni para los futbolistas (lógico) ni para los medios, que verían como su producto estrella se devalúa por escándalos de ese tipo. Un ejemplo de lo pernicioso que puede ser un escándalo de esta índole lo tenemos en Italia donde al año siguiente del escándalo del robo de partidos y demás (el Moggigate lo llamaron) las audiencias cayeron de manera ostensible.

Eso sí, una cosa no quita la otra, en muchos casos los clubes, como le pasa a mucha gente, tratan de vivir por encima de sus posibilidades y se meten en aprietos económicos que acaban pagando los futbolistas, y se aprovechan de la ya famosa Ley Concursal para tratar de escaparse sin rasguños del problema. Esta es la situación que debería corregirse, ya que con ella se permite que los clubes (como es el caso del Zaragoza, por ejemplo) tiren la casa por la ventana fichando para tratar de salvarse y que luego a la hora de pagar se aprovechen de que se pueden acoger a la dichosa ley sin recibir castigo alguno, mientras que los equipos que sí que pagan pero no hacen dispendios por encima de sus posibilidades (el Depor, por ejemplo) se ven abocados a competir en condiciones más humildes y terminan pagándolo deportivamente hablando.

En resumen, creo que debería tratarse este tema con un poco más de autocrítica entre las partes en conflicto, ni los futbolistas son santos (se lo llevan muerto y a veces de manera fraudulenta) ni los clubes cumplen siempre con lo que deben (los hay que sí y encima tienen las de perder), por lo que al final, el perjudicado termina siendo el aficionado, que se queda, como este fin de semana, sin ver a su equipo por razones que le pillan muy lejos.