Hablé por aquí de Carlos G. Matallanas hace un par de meses, al poco de salir su blog en el que relata su lucha contra la enfermedad que padece, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Desde entonces he seguido sus posteriores entregas (cada miércoles publica una entrada) con una mezcla de admiración y congoja. Admiración porque en esos posts uno ve qué tipo de persona es Carlos y cómo es la entereza y la dignidad con la que lucha y hace partícipes de esa lucha a los que le rodean y a los que pueda llegar. Congoja porque te das cuenta al leer sus vivencias que la enfermedad es, vulgarmente hablando, muy jodida, como la Rusca del personaje de José Luis Sampedro, que pega dentelladas a la vida del que la lleva encima. Por eso he pensado que, desde este pequeño rincón, también merece la pena compartir con todos los que pasen por aquí el siguiente vídeo, en el que podemos ver a Carlos, a dos de sus hermanos (uno prologando su discurso y otro leyéndolo, ante la imposibilidad por culpa de la enfermedad de hacerlo él mismo) y a su padre junto con un montón de caras conocidas de nuestro fútbol. Porque Carlos, hasta hace bien poco, era lo que todo niño quiere ser de mayor: futbolista. Una faceta de su vida que, como él mismo explica, ha sido clave para afrontar su situación como lo está haciendo.
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