Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

miércoles, 11 de julio de 2012

"Traslado de números"

Hace poco que cambié de teléfono móvil, tratando de adaptarme a las nuevas tecnologías al pasar de mi viejo zapatófono a un flamante smartphone de última generación. Lo malo de estos cambios es que, si eres un inútil digital como yo, te ves obligado a pasar de manera manual todas las cosas que tenías guardadas en el teléfono antiguo y en concreto la agenda de contactos por completo. Se trata de una de esas labores ingratas que sabes que tienes que hacer aunque no quieras y que te llevan una tarde entera de trabajo monótono que se te hace eterna.

El caso es que, cuando estaba llegando a la mitad de la lista de contactos, me encontré con el número de mi padre. Al principio me sorprendió encontrármelo ahí, ya que pensaba que lo habría borrado después de que mi padre muriera el año pasado, y lo más curioso es que pese a ser consciente de esa situación, tuve el impulso de pasarlo a la nueva lista como estaba haciendo con la mayoría de los números hasta ese momento. Evidentemente no lo hice, pero me quedé un rato mirando esas cifras, embobado, sin ganas de continuar la tarea que estaba realizando.

Sé que sonará sentimentaloide, como sacado de telefilme barato y casposo, pero pensé que si llamaba al número saltaría el contestador y podría escuchar la voz de mi padre una vez más, aunque fuera en aquel mensaje grabado, corto y sobrio. Sin embargo, tras marcar las cifras, en vez de saltar directamente al contestador, escuché cómo daba línea y sonaban los tonos de llamada. En vez de colgar directamente, como habría hecho cualquier persona con dos dedos de frente, me quedé esperando de manera absurda a que alguien descolgara, quizá porque esperaba que ese alguien fuera mi padre muerto meses atrás. La que descolgó fue una chica que, tras unos segundos preguntando por quién llamaba y sin recibir respuesta alguna, se lanzó a insultarme a grito pelado, llamándome pervertido y mil cosas más, además de amenazarme con llamar a la policía. Aquello me acongojó cosa mala, básicamente porque me había metido en un lío sin hacer nada de nada.

Me costó un poco que la chica en cuestión me escuchara, pero al final le dije quién era y por qué había llamado, y, aunque le pareció todo un poco raro, se tranquilizó y terminó pidiéndome disculpas. Lo que pasaba era que la chica tenía un ex-novio obsesionado con ella, hasta tal punto que se había cambiado de ciudad, de trabajo y, claro está, de teléfono móvil para poder librarse de él. Así que cuando vio un número que no conocía y al descolgar nadie respondía, pensó inmediatamente que se trataba de su ex y por eso había reaccionado así.

Después de una pequeña charla, ella colgó y yo volví a mi ingrata tarea de traslado de números, que me duró menos de lo previsto, quizá porque todavía tenía el susto encima.



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