Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

jueves, 20 de abril de 2023

La abuela T. cumple 100 años

Hoy es 20 de abril, y además de recordar (una vez más) la canción de Celtas Cortos, es necesario subrayar que mi abuela T. cumple 100 años. A estas alturas de la vida, quizás debería hacer reseña de cada cumpleaños que afrontan tanto ella como mi abuela M. (que cumple 97 mañana), pero la verdad es que no tengo mucho tiempo todos los años como para hacerlo y lo reservo para un número tan redondo y tan bonito como el 100.

100 años, un siglo, diez décadas, veinte lustros, elija usted la manera que quiera de expresarlo. Es un huevo de tiempo, da para dos vidas completas, si me apuras, incluso tres de hace no mucho tiempo.

La abuela nació en Cantalejo, provincia de Segovia, el 20 de abril de 1923. Era una de los muchos hijos que tuvo el panadero del pueblo, y como tal, se empleó en la panadería después de acabar la escuela elemental y allí estuvo hasta que se casó con mi abuelo, que también era del pueblo.

Mi abuelo A. consiguió una plaza como policía municipal en Madrid, y después de la boda se fueron a vivir a la capital. A mediados de los 50 las mujeres que trabajaban se contaban con los dedos de una mano, y mi abuela no fue excepción. Sin embargo, en la casa en la que vivían gestionaba una pensión, alquilando habitaciones para inquilinos, hasta que mi madre y mi tía fueron creciendo y se trasladaron a otra casa (en la que viví yo al nacer, por cierto).

La vida de mi abuela ha sido la de tantas y tantas amas de casa del Franquismo, centradas en criar a la descendencia y gestionar la casa. Esto último, por cierto, lo hacía con mano de hierro, tanto, que el dinero que ganaba mi abuelo lo gestionaba directamente ella, asignándole a él una especie de reducida paga para gastos propios. 

La manera de ser de mi abuela T. es la clásica de las mujeres castellanas de toda la vida: tirando a negativa o pesimista, austera, conservadora, poco proclive a cambios, un poco pacata en el cariño (curiosamente esto se ha suavizado con los años) y con mucho carácter. Lo de tener carácter no le venía mal, porque mi abuelo también iba sobrado en ese sentido, y para gobernarlo como lo hacía ella hacía falta tener bemoles.

Cuando murió mi abuelo en 2005, la abuela pasó un tiempo de zozobra sola, que se acentuó tras fallecer mi tía dos años después. A partir de ese momento, se fue a vivir a casa de mis padres (yo vivía allí entonces) y estos más de 15 años han sido en los que hemos tenido una relación más estrecha. Se ha vuelto más dicharachera y juguetona, aunque también más dependiente de atención y cariño. Para la cantidad de años que tiene se mantiene físicamente muy bien, lleva un bastón que usa poco o nada, camina decentemente, y sigue yendo semanalmente a la peluquería, a comprar sus revistas y echar la lotería. En casa lee con su libro electrónico (encantada está con él) los libros que le metemos los familiares y hace cruzadas de pasatiempos. Le cuesta comer (menos si es dulce) diciendo que es mucha cantidad, que es mucho alimento o cosas similares. Esperemos que siga así muchos años más.

Feliz cumpleaños, abuela T.



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