El lunes un compañero de trabajo, casado y con dos hijos, me contó una cosa muy curiosa que le había sucedido el viernes anterior. Resulta que había recibido un mensaje de texto en su teléfono personal que le había dejado estupefacto por su contenido. Una amiga suya, también casada y con hijos, le decía que desde que lo conocía siempre había pensado que era un tipo muy guapo y sexy, además de muy simpático, y que en ese momento se atrevía a decírselo porque le habían detectado un tumor en la columna. Así, simple y llanamente. Después del mensaje lo llamó un par o tres de veces, muy nerviosa ante la posibilidad de que la mujer de mi compañero se hubiera enterado (ya fuera leyendo el mensaje directamente o porque él se lo hubiera contado) y él trató de tranquilizarla como pudo. Ella sólo decía que sabía que era una tontería y que no pretendía nada fuera de decirle lo que pensaba de él, que quería mucho a su marido y que seguro que a mi compañero le pasaba lo mismo con su mujer.
Cuando me lo contó pensé en esas pelis de "basadas en hechos reales" o directamente en cualquier tipo de relato de ficción en el que alguien que no tiene nada que perder realiza un acto fuera de lo común. En realidad se trata de algo que, si lo piensas fríamente, no debe hacer ningún daño, básicamente porque ella no pretende nada más que soltar lo que tiene dentro sin ir más allá (probablemente tenga miedo de dejarse cosas que decir o hacer antes de que sea tarde), y mi compañero debería sentirse simplemente halagado. Evidentemente, si esto fuera una historia de ficción, la persona que estuviera desarrollándola montaría a continuación un giro a los acontecimientos que le permitiera estirar el chicle de la trama. Supongo que, al contrario que lo que pasaría en esa hipotética fabulación, en este caso no habrá más capítulos, quizá porque esa sea la diferencia entre la realidad y la ficción...A veces.
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