Nos ha dejado el abuelo B. hace unas horas. Yo sé
que su familia (en especial V.) le va a echar mucho de menos, y yo,
aunque no soy familiar suyo, también. Por eso he querido escribir este
pequeño homenaje desde aquí. Lo normal es que durante
tu vida las relaciones de pareja que entables hagan que te encuentres
con la adquisición de familiares “postizos” (como cuñados, yernos,
suegros, primos, tíos, abuelos…) con los que puedes tener una relación
más o menos estrecha según los casos, tanto que
incluso en ocasiones hasta los consideres como si fueran tuyos de
verdad. El abuelo de V. era eso para mí, simplemente “El abuelo” cuando
hablábamos de él, básicamente porque lo adopté como tal (o él lo hizo
conmigo) desde que le conocí hace ya bastantes
años.
Para que el que lo lea se haga una idea, el abuelo
B. era físicamente la versión en carne y hueso de Carl Fredricksen, el
encantador vejete cascarrabias de la peli “Up”, siempre paseando por el
pueblo castellano que le vio nacer, crecer
y vivir, y en el que ahora descansará para siempre. B. era conocido por
sus sobrenombres “cabezacarro” (en su pueblo a su familia la apodan así
por su terquedad) y “el ermitaño” por haber sido durante muchos años el
encargado (junto a su esposa, M.) de cuidar
y adecentar la ermita del pueblo (una verdadera preciosidad), situada
en las afueras de la localidad. La vinculación con la ermita es tal en
la familia que yo mismo también me siento ligado emocionalmente a ella, y
todas las veces que he ido al pueblo (que
han sido muchas) he pasado por allí. Además de la ermita, B. también
fue pastor (y representante del gremio a altos niveles) y encargado del
guardarropa de la discoteca del pueblo (cuando en esa discoteca, como en
otras tantas de pueblos de España, actuaban
figuras nacionales de alto caché).
El abuelo B. era muy suyo y bastante peculiar (para
bien, por supuesto), aunque supongo que como todos los abuelos,
personas que al tener muchos años han acentuado sus manías hasta
convertirse en gente muy particular. El abuelo llevaba gafas de pasta de culo de botella, pero le gustaba cambiar, no porque fuera a la moda si no porque no había tirado ninguna desde hacía años y cuando le daba el punto se ponía las primeras que encontraba (incluso las gafas de cerca de su mujer, fallecida años atrás), afirmando con vehemencia que "con estas veo mucho mejor". Al abuelo no le gustaba
repetir comida de la mañana a la noche ni de un día a otro, llevaba
gorra y chaqueta de lana en cualquier época del año y siempre iba
acompañado de su bastón, no le gustaba tomar alcohol alguno (era muy
divertido cuando te contaba que esperaba en la calle
al compañero de paseos mientras éste se tomaba sus “vinitos” dentro del
bar) y era muy crítico con lo “frescas” que salen algunas mujeres en
televisión. Siempre llevaba “titos” (huesos de picotas o de cerezas o
frutas similares) para refrescarse la boca cuando
ésta se le secaba (“que tiemble Frigo” decía uno de sus yernos) y
cuando terminaba con la comida (platos limpios como recién lavados)
decía “ya no quiero más”. Sus despistes eran proverbiales (a veces se
dejaba las llaves de su casa puestas) y unido a que
en los últimos años veía cada vez menos, era frecuente que se le
extraviaran cosas incluso delante de sus propias narices, y entonces
culpaba (injustamente, pero de manera cómica) a las chicas que mantenían
limpia y recogida su habitación en la residencia
del pueblo en la que vivía.
Muchas muchas muchas gracias, no sabes lo extremadamente agradecida que te estoy, no tengo palabras...y bueno, he tardado unos días en escribir porque cada vez que lo leo me pongo a llorar como si no hubiese fin..pero bueno...
ResponderEliminarHoy hará una semana..qué rápido, ¿verdad?
He decidido comentar desde la oficina así, por un lado, me motivo a no llorar mientras escribo, jajaja, y por otro, me evado de esa super jefa que me ha tocado en (des)gracia, que hace que días como hoy tenga ganas de gritarle, peeeeeeero, pienso que la vida personal está por encima de la profesional y que hay cosas que son importantes de verdad (como el abuelo) y cosas que son ciscunstanciales. J. es ciscunstancial en mi vida...y pasajera (por fortuna o por desgracia)
Por cierto, idea para que escribas "gente que finge que está trabajando mientras en realidad se ha ido a casa a echar la siesta" "ingenieros de teleco ¡con título! y menos de 35 que no saben cambiar el color de fuente de un texto...y llegan a jefes, en Telefónica, por supuesto"...En fin....
Muchas de nadas, pero ya sabes, querida V., que es lo menos que el abuelo B. se merecía. Ha sido un placer conocerle y, aunque el tiempo te parezca que pasa muy rápido, lo importante es que su recuerdo siempre vaya con nosotros. Un beso enorme.
ResponderEliminarP.D. Respecto a esas secciones que propones, acepto colaboraciones ajenas al blog, como la tuya, jajaja.