El mes más corto del año terminó ayer y es hora de hacer reseña de lo (poco) leído en esos 28 días. Han sido tres tristes libros (dos en español y uno en italiano) de los cuales dos fueron cómics y el otro una (mala) novela. Siguiendo la numeración de libros leídos durante 2022, tenemos:
5. "Disque Bleu" de Felipe Hernández Cava y Miguel Navia. 56 páginas.
Normalmente los cómics, incluso aquellos con formato reducido (a las ya míticas 48 páginas de Astérix, por ejemplo) contienen una única historia por tomo. En "Disque bleu", Felipe Hernández Cava y Miguel Navia le muestran al lector cinco relatos breves e independientes entre sí. De hecho, son tan independientes como alejados geográficamente, y, sin embargo, mantienen todos ellos un aire similar de novela negra clásica, tipo Marlowe, en su ambientación. El relato que da título al libro cuenta, desde un punto de vista singular, la muerte del escritor Albert Camus, hay uno de un ciego moviéndose por Madrid en plena Guerra Civil, otro de represión racial a inmigrantes mexicanos en Los Angeles en la II Guerra Mundial, uno de Bertrand Russell en la Rusia de Lenin y otro de un policía neoyorquino obsesionado con las drogas y el jazz. Un compendio variado, entretenido, interesante y que deja con ganas de más. Muy bueno.
6. "Kobane Calling. Oggi" de Zerocalcare. 312 páginas.
El cómic es un formato que permite contar historias que si se vuelcan en libro o se muestran en imágenes pierden algo o se dejan algo por el camino. Esto es algo que Joe Sacco conoce bien y que le ha permitido contar historias sobre la Guerra de los Balcanes o el conflicto entre israelíes y palestinos desde un punto de vista cercano y visual, pero no tan crudo como el de un documental. Del mismo modo, pero con un enfoque mucho más cómico nos encontramos con las crónicas de Guy Delisle en Pyongyang, Shenzhen, Birmania o Jerusalén. En ambos casos se trata de historias contadas en primera persona y que hacen que el lector las trate casi como si las estuviera viviendo. El historietista italiano Zerocalcare hace en Kobane Calling una mezcla de estilos entre Sacco y Delisle, al presenciar y narrar algo tan crudo como la guerra de los kurdos con el ISIS y con el gobierno turco, mostrando cuáles son sus condiciones, cómo viven y contra qué luchan, pero haciéndolo con su estilo desenfadado y cómico totalmente romanesco. Por eso merece la pena leer este libro, pasas un buen rato leyendo, aprendes algo de lo que no hablan los medios y reflexionas un poquito.
7. "Todos iremos al paraíso" de José Ángel Mañas. 200 páginas.
Probablemente
éste sea el peor libro que me he leído en años. Y no es un problema de
expectativas con el autor (José Ángel Mañas, famoso por su "Historias
del Kronen"), sino porque es una novela mala de solemnidad. La compré en
una librería cerca de la Glorieta de Bilbao, en la sección de saldos, y
me costó un euro. No suelo darle importancia a esos detalles,
principalmente porque ha sido en las secciones de saldos donde he
encontrado alguna joya literaria inesperada (recuerdo haber rescatado en
la tienda de saldos de la Casa del libro el primer volumen de la serie
del comisario Kostas Jaritos escrito por Petros Márkaris), pero en este
caso debió ser premonitorio. Nunca un euro me resultó tan caro.
El
libro es malo por muchos motivos, pero el principal es que la historia
es completamente absurda. Los personajes son, en el mejor de los casos,
meros estereotipos, pero toda la trama resulta inverosímil. Lo peor de
la novela es que aspiraba a ser una historia película de sobremesa de
fin de semana, y deja aquellas como obras de Orson Welles a su lado. No
es que esté mal escrito del todo, los diálogos no son malos y las
descripciones de lugares y personajes no están mal tampoco, aunque hay
alguna falta de ortografía (poner "injerido" me parece sonrojante) y
algún párrafo en el que le cambia el nombre a uno de los personajes
(tiene tela), el libro no es farragoso y no se lee con pesadez. Pero es
malo a rabiar. Atención, que viene el resumen de todo lo que ocurre
(spoiler alert).
La protagonista es una cuarentona, con buen
trabajo, marido y dos hijos pequeños. La familia se va de vacaciones a
un pueblo de Cantabria de donde es la familia del marido. En el
trayecto, en la autopista de Burgos a Bilbao, el portabicicletas se
suelta y deja caer las bicicletas de los cuatro. En vez de parar
inmediatamente (lo normal), deciden dejarlas allí y seguir (algo
bastante absurdo). Una vez llegan a la casa familiar y se instalan, ella
decide buscar si ha habido algún incidente en relación a las bicis, y
encuentra que un matrimonio de jubilados ha tenido un accidente con
consecuencia mortal (que ya es casualidad, la verdad). Ella se siente
culpable, lo habla con el marido, deciden que se entrega a la Guardia
Civil, luego no, luego otra vez que sí (toda la discusión es poco
verosímil). Cuando ella le está llevando en el coche (con los niños
incluidos) al cuartelillo, se desvía a un descampado y le dice que no se
entregue, salen del coche, vuelven a discutir, forcejean un poco y él
se cae golpeándose con una roca en la cabeza (sí, de película... Mala).
El tipo muere, obviamente, y ella decide que lo mejor que puede hacer es
meter el cuerpo en el maletero y decirle a los niños que papá está
descansando (tócate los cojones). Una vez de vuelta a la casa, deja al
marido allí, deja pasar un par de días pensando qué hacer y decide,
atención, que lo mejor para sus hijos, dado que su futuro pinta a cárcel
y no quiere que crezcan sin padres, es drogarlos con somníferos, hacer
lo propio y prender fuego a la casa, previo lanzamiento del cuerpo del
marido al pozo. Sí, amigos, lo mejor que se le ocurre es matar a sus
hijos y suicidarse. El caso es que no se droga lo suficiente y se
despierta, así que se levanta y tira de supervivencia, pasando de los
hijos y salvando su culo. Remordimientos cero durante el resto del
libro, por cierto, algo que me parece flipante. A partir de ahí, huida
hacia delante con más situaciones absurdas. Decide decir que el marido
se ha ido de picos pardos, algo que hace sospechar a los suegros, que
contratan a un detective privado para que lo encuentre. Aparece su
cuñado, el hermano del marido con el que tuvo un lío antes de conocerlo,
y ni corta ni perezosa, se lo tira (a-co-jo-nan-te). Los suegros
encuentran el cuerpo de su hijo, el detective se entera de lo de las
bicis y le trata de sonsacar qué coño ha ocurrido a nuestra loca
protagonista, así que ésta se lo lleva a un descampado, lo desarma y le
pega un tiro (de perdidos al río, ya). Para librarse del cuerpo se lleva
el coche a un acantilado, pero se encuentra con dos jóvenes, a los que
finge seducir y, una vez desnudos, dispara hasta matarlos (sí, sí,
¿verdad que es alucinante?). Tira el coche con el cuerpo del detective
privado por el barranco y luego la pistola, pero no llegan al mar.
Finalmente, la Guardia Civil la detiene cuando está disfrutando de la
compañía de su cuñado como si fueran novios. Para coronar semejante
sarta de estupideces, el último capítulo narra cómo el cuñado (abogado
de éxito) gana el caso de asesinato (nos cuentan que ha salido inocente
de todo menos de lo de las bicis, alegando enajenamiento mental
transitorio, con dos narices), ella sale libre y se van a la isla de
Reunión donde se casan felices.
De veras que no entiendo cómo y
por qué una editorial publica semejante mojón de historia. Supongo que
será por contrato, pero no creo que nadie en su sano juicio sea capaz de
ver algo decente en esa sucesión de chorradas para nada literarias, que
parecen un mal sueño sin pies ni cabeza más que una novela. El caso es
que lo sacaron a la venta a 19 euros. Yo lo compré a un euro... y fue
caro.
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