Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

jueves, 10 de marzo de 2022

Esto, amigos, es el Real Madrid

Como si de una pelea de Pressing Catch se tratara, en la que el Último Guerrero estuviera luchando contra el Enterrador y este último le estuviera dando la paliza del siglo, anoche al Madrid le dio el baile de San Vito y, como el Último Guerrero, se levantó de la lona y, a base de golpes, eliminó al PSG. De nada sirvió la exhibición de Mbappé, que metió un gol y le anularon (bien) otros dos, uno de ellos tras sentar a Courtois, porque al Madrid quizás le falte algún jugador como el francés, pero le sobra épica para afrontar eliminatorias como ésta.

Al contrario de lo ocurrido hace tres semanas, el Madrid salió a morder desde el inicio y encontró en la presión alta algún resquicio en la fortaleza del PSG, pero tras pocos minutos el conjunto parisino cogió las riendas del partido y todo volvió a parecerse a la ida, con los franceses dominando y Mbappé desbocado. El deseado (con razón) delantero del PSG volvió a evocar al mejor Ronaldo (el brasileño) cuando cada arrancada suya daba sensación de gol por estampida. Su velocidad es extraordinaria, pero no es sólo rápido, define bien (quizás no tanto como aquel Ronaldo del Barça) y regatea como el mejor. En la ida provocó un penalti, metió un gol y dominó a todo aquel que se le puso por delante. Anoche metió un gol en un contraataque definiendo bien, había metido otro similar anulado por fuera de juego y, ya con 0-1, dejó sentado a Courtois con un regate para que le anularan el segundo de nuevo por fuera de juego. La sensación tras la primera parte era exactamente la misma que tras terminar el partido en París: lo mejor era el resultado. El Madrid apenas inquietó a Donnarumma, pese a que se acercó más que en la ida.

Tras el descanso, el partido se mantuvo de forma similar a lo visto en la primera parte, hasta que en torno al minuto 60 se produjeron dos hechos clave en el devenir del encuentro. En primer lugar los cambios de Ancelotti, que quitó a Asensio (con mucha diferencia el peor jugador del Madrid ayer, incapaz siquiera de hacer un control decente y sobrepasado por el partido) y a un agotado Kroos (al que se le notó la falta de ritmo y jugar en el puesto de Casemiro), por Rodrygo (un puñal en la banda hasta el final del partido) y Camavinga (un pulmón en el centro del campo, que permitió elevar la presión 15 metros más adelante). Y, sobre todo, la cantada de Donnarumma. Habrá quien argumente que pueda ser falta el forcejeo con Benzema (si eso es necesario para tirar a un tipo de dos metros y 100 Kg al suelo, que venga Dios y lo vea), pero está claro en cualquier caso que el portero italiano la pifió. Primero se deja presionar por Benzema y luego, en vez de mandar el balón a la Estación de Chamartín, busca que le piten una falta que el árbitro no consideró. El caso es que el balón le llegó a Vinicius, éste asistió a Benzema y el francés empató un partido que se acababa de volver loco.

En ese momento el Madrid seguía eliminado y necesitaba un gol para empatar la eliminatoria y otro para pasar a la siguiente ronda. El PSG sólo tenía que hacer lo que ya había hecho en los 150 minutos anteriores, es decir, dominar el balón y buscar a Mbappé con Neymar y Messi como lanzadores. Pero fue entonces cuando le cayó el peso de la Historia. Primero avisó Benzema de cabeza, con un balón que se fue lamiendo el palo izquierdo de Donnarumma, y luego, tras una excepcional jugada de Modric en la que condujo el balón desde el área del Madrid casi hasta la del PSG y terminó asistiendo debajo de las piernas de un defensor, Benzema hizo el empate. El estadio, ya en ebullición tras el empate (algo que sólo pasa en el Bernabéu, que huele la sangre como nadie en el mundo del fútbol), estalló con el 2-1, y eso que lo mejor estaba por venir.

El PSG, noqueado tras el segundo de Benzema, saca de centro y pierde inmediatamente el balón, que le llega profundo a Vinicius en el extremo izquierdo, Marquinhos le gana la posición y desvía hacia el centro del área tratando de despejar... Donde aparece Benzema que, al primer toque, manda el balón lejos del alcance de Donnarumma. 3-1 y se desata el delirio. Quedaban, incluyendo el descuento, poco menos de 20 minutos y se pasaron volando, con el Madrid más cerca del cuarto que el PSG de empatar la eliminatoria. De repente el superequipo que es el PSG parecía en derribo, con Messi incapaz de quitarse rivales de encima, Neymar falto de ritmo, Di María lesionado nada más salir... Ni siquiera Mbappé, al que pararon como se pudo (con falta, obviamente) cuando lo intentó en la segunda parte, pudo cambiar algo que parece escrito en el destino. Y es que esto, amigos, es el Real Madrid. El Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento, el Madrid de Amancio, Pirri y Velázquez, el Madrid de Camacho, Santillana, Juanito y la Quinta del Buitre, el Madrid de Casillas, Raúl y los galácticos, el Madrid de Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, el Madrid de Modric y Benzema. El mejor equipo del mundo, el mejor club de la Historia. El Real Madrid.



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