Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

lunes, 21 de marzo de 2022

Tiro en el pie de Ancelotti

Anoche, en un partido con más trascendencia emotiva que clasificatoria, el FC Barcelona arrolló a un Madrid sin ideas, marcado por la ausencia de Benzema y Mendy, y, sobre todo, por el planteamiento de su entrenador antes y durante el partido. Metió el Barça cuatro goles que pudieron ser varios más si sus delanteros hubieran estado más finos y Courtois menos dispuesto. El Madrid salió con la relajación propia de quien tiene diez puntos de ventaja con el segundo y lo pagó con creces. Se notó el hambre de unos y la pachorra de los otros, la idea clara de partido de los azulgranas frente a la improvisación cutre de los blancos, aunque ayer unos fueran de amarillo y los otros de negro (otro ridículo más del fútbol moderno).

En una noche marcada por los múltiples aciertos de unos y los múltiples fallos de otros, emergen varios protagonistas en lo bueno y en lo malo. Por una parte, Xavi, que demostró que su Barça es un equipo trabajado en una idea y que minimiza sus debilidades para volcarse en el ataque, realizando una efectiva presión alta a la salida del balón del contrario, con la defensa en el medio del campo y con las líneas muy juntas. Una idea que necesitaba de finos estilistas para llevarla a cabo, como son Ferrán Torres (muy activo pero algo fallón pese al gol) y Aubameyang. Capítulo aparte lo del gabonés, que desde que llegó al Barça ha demostrado que es un goleador de clase mundial. Puedes jugar bien, pero si no tienes un killer como éste de poco sirve, y ayer volvió a dejar constancia del tremendo delantero centro que es, metiendo dos goles y regalando otro.


Enfrente, Ancelotti no dio una a derechas. Se sabía que Benzema y Mendy eran baja, y la idea que tuvo el italiano para suplirlos fue poner a Valverde y Nacho por ellos. La entrada del primero implicó un cambio de sistema con Modric de falso nueve para tratar de dominar el centro del campo y presionar arriba. Craso error. Si un equipo quiere presionar la salida del balón rival ha de hacerlo como un bloque y no únicamente con la línea ofensiva. Cada vez que el Madrid presionaba a los defensas blaugranas, el Barça tenía una ocasión de gol, básicamente porque la distancia entre líneas era tremenda. Había más distancia entre la delantera del Madrid y la media que entre la delantera y la defensa del Barça. Así de abismal era la diferencia entre un equipo y otro. Ese error de planteamiento hacía que, una vez se superaba esa tibia presión, los mediocampistas del Barça campaban a sus anchas para alimentar a sus extremos, que se encontraban con continuos uno contra uno frente a los laterales del Madrid. Y no fue precisamente el día de Carvajal y Nacho. El primero estuvo horrible en la marca de Ferrán, permitiendo que recibiera y centrara continuamente, y regalaba el balón cada vez que pasaba por sus pies. Fue cambiado al descanso. Y Nacho fue protagonista del primer gol del Barcelona, quedando retratado por Dembelé, que le sacó un metro para poner el balón en la cabeza de Aubameyang, y del cuarto, donde permitió que Ferrán recibiera un balón largo, lo controlara con tranquilidad, y habilitara a Aubameyang que definió con una vaselina sobre Courtois. Tampoco se quedan atrás Militao y Alaba, ya que el primero perdió la marca de Araújo en el segundo gol del Barça, y el segundo regaló el balón que permitió el gol de Ferrán, el tercero del partido.


Eso sí, habría que subrayar que, si al descanso el Madrid estaba un poco grogui con los dos goles del Barça, la absurda decisión de Ancelotti de quitar un defensa para pasar a tener tres atrás terminó de dejarlo KO. El técnico italiano demostró que la improvisación no es algo que le salga especialmente bien, tanto en la idea previa para sustituir a Benzema como en las decisiones durante el partido. La presencia del genial delantero francés parece ordenar al equipo, y su ausencia todo lo contrario. El Madrid se presentó con cuatro centrocampistas y perdió la batalla del centro del campo frente a los tres del Barça, principalmente porque Ancelotti no ha trabajado la presión y el equipo se rompió. En un ataque de espontaneidad mal entendida, quitó a Carvajal y pasó a defender con tres centrales. Claramente esto estaba menos trabajado incluso que la presión alta al rival, porque a partir de ahí el Barça era un ciclón frente al Madrid, al que robaba el balón y lanzaba a sus delanteros con pases sencillos. En menos de 15 minutos metieron dos goles y pudieron meter al menos otros dos, pero con el 0-4 bajaron el pistón y se dedicaron a contemporizar.

Las conclusiones del partido son evidentes, el Barça está en la senda adecuada, con una idea clara de juego (presión alta para robar y aprovechar la velocidad de los delanteros y minimizar la debilidad defensiva), y las piezas necesarias para ello. Los fichajes de invierno le han dado otro aire a un equipo que era poco menos que mediocre en ataque hasta ese momento, y ahora es un martillo pilón. Xavi ha trabajado al equipo en esa idea y se nota. No les va a dar para luchar por el título de Liga, pero probablemente terminen segundos (asegurando su presencia en la Supercopa de España) y ganen la Europa League (yendo también a la Supercopa de Europa), lo que terminaría siendo un éxito viendo cómo empezó la temporada.

El Madrid, por el contrario, demostró que necesita una planificación deportiva más allá de si ficha a Mbappé o Haaland. Su entrenador no parecía haber preparado el partido (si defiendes atrás toda la temporada, si no haces presión alta, ¿por qué hacer lo de ayer?), y su gestión de la plantilla durante estos meses quedó demostrada ayer. No jugaron Bale o Hazard, los dos fichajes más caros de la historia del club, lo hizo Mariano (que no había completado ni medio partido hasta ayer), la ausencia del lateral izquierdo titular implicó poner a un central ahí (Nacho suele cumplir, pero contra el Barça quizás se le noten más las costuras, como ocurrió ayer) porque Marcelo es más exjugador que otra cosa, y si Carvajal no está bien (que no lo está) no tiene sustituto tampoco (Lucas Vázquez es un parche, no una solución). La mediocridad de la Liga española ha permitido al Madrid tener 9 puntos de ventaja a falta de 9 partidos, pero necesita una revolución clara en forma de fichajes. Un lateral izquierdo, un lateral derecho, un central, un mediocampista creador (al menos), y los ya comentados delanteros. Y no menos importantes serán las bajas: Marcelo, Bale, Isco, Hazard (si se puede), Jovic, Mariano, Ceballos, Vallejo... No va a tener el Madrid una temporada tan plácida como la actual con una plantilla tan descompensada como la de este año, y ganar la Liga no taparía todos esos huecos. De la Champions ni hablamos, un equipo como el de ayer no puede ganar un campeonato tan exigente como la Copa de Europa. Visto lo visto, cerrar la Liga ya sería un éxito.

jueves, 10 de marzo de 2022

Esto, amigos, es el Real Madrid

Como si de una pelea de Pressing Catch se tratara, en la que el Último Guerrero estuviera luchando contra el Enterrador y este último le estuviera dando la paliza del siglo, anoche al Madrid le dio el baile de San Vito y, como el Último Guerrero, se levantó de la lona y, a base de golpes, eliminó al PSG. De nada sirvió la exhibición de Mbappé, que metió un gol y le anularon (bien) otros dos, uno de ellos tras sentar a Courtois, porque al Madrid quizás le falte algún jugador como el francés, pero le sobra épica para afrontar eliminatorias como ésta.

Al contrario de lo ocurrido hace tres semanas, el Madrid salió a morder desde el inicio y encontró en la presión alta algún resquicio en la fortaleza del PSG, pero tras pocos minutos el conjunto parisino cogió las riendas del partido y todo volvió a parecerse a la ida, con los franceses dominando y Mbappé desbocado. El deseado (con razón) delantero del PSG volvió a evocar al mejor Ronaldo (el brasileño) cuando cada arrancada suya daba sensación de gol por estampida. Su velocidad es extraordinaria, pero no es sólo rápido, define bien (quizás no tanto como aquel Ronaldo del Barça) y regatea como el mejor. En la ida provocó un penalti, metió un gol y dominó a todo aquel que se le puso por delante. Anoche metió un gol en un contraataque definiendo bien, había metido otro similar anulado por fuera de juego y, ya con 0-1, dejó sentado a Courtois con un regate para que le anularan el segundo de nuevo por fuera de juego. La sensación tras la primera parte era exactamente la misma que tras terminar el partido en París: lo mejor era el resultado. El Madrid apenas inquietó a Donnarumma, pese a que se acercó más que en la ida.

Tras el descanso, el partido se mantuvo de forma similar a lo visto en la primera parte, hasta que en torno al minuto 60 se produjeron dos hechos clave en el devenir del encuentro. En primer lugar los cambios de Ancelotti, que quitó a Asensio (con mucha diferencia el peor jugador del Madrid ayer, incapaz siquiera de hacer un control decente y sobrepasado por el partido) y a un agotado Kroos (al que se le notó la falta de ritmo y jugar en el puesto de Casemiro), por Rodrygo (un puñal en la banda hasta el final del partido) y Camavinga (un pulmón en el centro del campo, que permitió elevar la presión 15 metros más adelante). Y, sobre todo, la cantada de Donnarumma. Habrá quien argumente que pueda ser falta el forcejeo con Benzema (si eso es necesario para tirar a un tipo de dos metros y 100 Kg al suelo, que venga Dios y lo vea), pero está claro en cualquier caso que el portero italiano la pifió. Primero se deja presionar por Benzema y luego, en vez de mandar el balón a la Estación de Chamartín, busca que le piten una falta que el árbitro no consideró. El caso es que el balón le llegó a Vinicius, éste asistió a Benzema y el francés empató un partido que se acababa de volver loco.

En ese momento el Madrid seguía eliminado y necesitaba un gol para empatar la eliminatoria y otro para pasar a la siguiente ronda. El PSG sólo tenía que hacer lo que ya había hecho en los 150 minutos anteriores, es decir, dominar el balón y buscar a Mbappé con Neymar y Messi como lanzadores. Pero fue entonces cuando le cayó el peso de la Historia. Primero avisó Benzema de cabeza, con un balón que se fue lamiendo el palo izquierdo de Donnarumma, y luego, tras una excepcional jugada de Modric en la que condujo el balón desde el área del Madrid casi hasta la del PSG y terminó asistiendo debajo de las piernas de un defensor, Benzema hizo el empate. El estadio, ya en ebullición tras el empate (algo que sólo pasa en el Bernabéu, que huele la sangre como nadie en el mundo del fútbol), estalló con el 2-1, y eso que lo mejor estaba por venir.

El PSG, noqueado tras el segundo de Benzema, saca de centro y pierde inmediatamente el balón, que le llega profundo a Vinicius en el extremo izquierdo, Marquinhos le gana la posición y desvía hacia el centro del área tratando de despejar... Donde aparece Benzema que, al primer toque, manda el balón lejos del alcance de Donnarumma. 3-1 y se desata el delirio. Quedaban, incluyendo el descuento, poco menos de 20 minutos y se pasaron volando, con el Madrid más cerca del cuarto que el PSG de empatar la eliminatoria. De repente el superequipo que es el PSG parecía en derribo, con Messi incapaz de quitarse rivales de encima, Neymar falto de ritmo, Di María lesionado nada más salir... Ni siquiera Mbappé, al que pararon como se pudo (con falta, obviamente) cuando lo intentó en la segunda parte, pudo cambiar algo que parece escrito en el destino. Y es que esto, amigos, es el Real Madrid. El Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento, el Madrid de Amancio, Pirri y Velázquez, el Madrid de Camacho, Santillana, Juanito y la Quinta del Buitre, el Madrid de Casillas, Raúl y los galácticos, el Madrid de Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, el Madrid de Modric y Benzema. El mejor equipo del mundo, el mejor club de la Historia. El Real Madrid.



martes, 1 de marzo de 2022

Libros Leídos Febrero 2022

El mes más corto del año terminó ayer y es hora de hacer reseña de lo (poco) leído en esos 28 días. Han sido tres tristes libros (dos en español y uno en italiano) de los cuales dos fueron cómics y el otro una (mala) novela. Siguiendo la numeración de libros leídos durante 2022, tenemos:

5. "Disque Bleu" de Felipe Hernández Cava y Miguel Navia. 56 páginas.

Normalmente los cómics, incluso aquellos con formato reducido (a las ya míticas 48 páginas de Astérix, por ejemplo) contienen una única historia por tomo. En "Disque bleu", Felipe Hernández Cava y Miguel Navia le muestran al lector cinco relatos breves e independientes entre sí. De hecho, son tan independientes como alejados geográficamente, y, sin embargo, mantienen todos ellos un aire similar de novela negra clásica, tipo Marlowe, en su ambientación. El relato que da título al libro cuenta, desde un punto de vista singular, la muerte del escritor Albert Camus, hay uno de un ciego moviéndose por Madrid en plena Guerra Civil, otro de represión racial a inmigrantes mexicanos en Los Angeles en la II Guerra Mundial, uno de Bertrand Russell en la Rusia de Lenin y otro de un policía neoyorquino obsesionado con las drogas y el jazz. Un compendio variado, entretenido, interesante y que deja con ganas de más. Muy bueno.


6. "Kobane Calling. Oggi" de Zerocalcare. 312 páginas.

El cómic es un formato que permite contar historias que si se vuelcan en libro o se muestran en imágenes pierden algo o se dejan algo por el camino. Esto es algo que Joe Sacco conoce bien y que le ha permitido contar historias sobre la Guerra de los Balcanes o el conflicto entre israelíes y palestinos desde un punto de vista cercano y visual, pero no tan crudo como el de un documental. Del mismo modo, pero con un enfoque mucho más cómico nos encontramos con las crónicas de Guy Delisle en Pyongyang, Shenzhen, Birmania o Jerusalén. En ambos casos se trata de historias contadas en primera persona y que hacen que el lector las trate casi como si las estuviera viviendo. El historietista italiano Zerocalcare hace en Kobane Calling una mezcla de estilos entre Sacco y Delisle, al presenciar y narrar algo tan crudo como la guerra de los kurdos con el ISIS y con el gobierno turco, mostrando cuáles son sus condiciones, cómo viven y contra qué luchan, pero haciéndolo con su estilo desenfadado y cómico totalmente romanesco. Por eso merece la pena leer este libro, pasas un buen rato leyendo, aprendes algo de lo que no hablan los medios y reflexionas un poquito.


7. "Todos iremos al paraíso" de José Ángel Mañas. 200 páginas.

Probablemente éste sea el peor libro que me he leído en años. Y no es un problema de expectativas con el autor (José Ángel Mañas, famoso por su "Historias del Kronen"), sino porque es una novela mala de solemnidad. La compré en una librería cerca de la Glorieta de Bilbao, en la sección de saldos, y me costó un euro. No suelo darle importancia a esos detalles, principalmente porque ha sido en las secciones de saldos donde he encontrado alguna joya literaria inesperada (recuerdo haber rescatado en la tienda de saldos de la Casa del libro el primer volumen de la serie del comisario Kostas Jaritos escrito por Petros Márkaris), pero en este caso debió ser premonitorio. Nunca un euro me resultó tan caro.

El libro es malo por muchos motivos, pero el principal es que la historia es completamente absurda. Los personajes son, en el mejor de los casos, meros estereotipos, pero toda la trama resulta inverosímil. Lo peor de la novela es que aspiraba a ser una historia película de sobremesa de fin de semana, y deja aquellas como obras de Orson Welles a su lado. No es que esté mal escrito del todo, los diálogos no son malos y las descripciones de lugares y personajes no están mal tampoco, aunque hay alguna falta de ortografía (poner "injerido" me parece sonrojante) y algún párrafo en el que le cambia el nombre a uno de los personajes (tiene tela), el libro no es farragoso y no se lee con pesadez. Pero es malo a rabiar. Atención, que viene el resumen de todo lo que ocurre (spoiler alert).

La protagonista es una cuarentona, con buen trabajo, marido y dos hijos pequeños. La familia se va de vacaciones a un pueblo de Cantabria de donde es la familia del marido. En el trayecto, en la autopista de Burgos a Bilbao, el portabicicletas se suelta y deja caer las bicicletas de los cuatro. En vez de parar inmediatamente (lo normal), deciden dejarlas allí y seguir (algo bastante absurdo). Una vez llegan a la casa familiar y se instalan, ella decide buscar si ha habido algún incidente en relación a las bicis, y encuentra que un matrimonio de jubilados ha tenido un accidente con consecuencia mortal (que ya es casualidad, la verdad). Ella se siente culpable, lo habla con el marido, deciden que se entrega a la Guardia Civil, luego no, luego otra vez que sí (toda la discusión es poco verosímil). Cuando ella le está llevando en el coche (con los niños incluidos) al cuartelillo, se desvía a un descampado y le dice que no se entregue, salen del coche, vuelven a discutir, forcejean un poco y él se cae golpeándose con una roca en la cabeza (sí, de película... Mala). El tipo muere, obviamente, y ella decide que lo mejor que puede hacer es meter el cuerpo en el maletero y decirle a los niños que papá está descansando (tócate los cojones). Una vez de vuelta a la casa, deja al marido allí, deja pasar un par de días pensando qué hacer y decide, atención, que lo mejor para sus hijos, dado que su futuro pinta a cárcel y no quiere que crezcan sin padres, es drogarlos con somníferos, hacer lo propio y prender fuego a la casa, previo lanzamiento del cuerpo del marido al pozo. Sí, amigos, lo mejor que se le ocurre es matar a sus hijos y suicidarse. El caso es que no se droga lo suficiente y se despierta, así que se levanta y tira de supervivencia, pasando de los hijos y salvando su culo. Remordimientos cero durante el resto del libro, por cierto, algo que me parece flipante. A partir de ahí, huida hacia delante con más situaciones absurdas. Decide decir que el marido se ha ido de picos pardos, algo que hace sospechar a los suegros, que contratan a un detective privado para que lo encuentre. Aparece su cuñado, el hermano del marido con el que tuvo un lío antes de conocerlo, y ni corta ni perezosa, se lo tira (a-co-jo-nan-te). Los suegros encuentran el cuerpo de su hijo, el detective se entera de lo de las bicis y le trata de sonsacar qué coño ha ocurrido a nuestra loca protagonista, así que ésta se lo lleva a un descampado, lo desarma y le pega un tiro (de perdidos al río, ya). Para librarse del cuerpo se lleva el coche a un acantilado, pero se encuentra con dos jóvenes, a los que finge seducir y, una vez desnudos, dispara hasta matarlos (sí, sí, ¿verdad que es alucinante?). Tira el coche con el cuerpo del detective privado por el barranco y luego la pistola, pero no llegan al mar. Finalmente, la Guardia Civil la detiene cuando está disfrutando de la compañía de su cuñado como si fueran novios. Para coronar semejante sarta de estupideces, el último capítulo narra cómo el cuñado (abogado de éxito) gana el caso de asesinato (nos cuentan que ha salido inocente de todo menos de lo de las bicis, alegando enajenamiento mental transitorio, con dos narices), ella sale libre y se van a la isla de Reunión donde se casan felices.

De veras que no entiendo cómo y por qué una editorial publica semejante mojón de historia. Supongo que será por contrato, pero no creo que nadie en su sano juicio sea capaz de ver algo decente en esa sucesión de chorradas para nada literarias, que parecen un mal sueño sin pies ni cabeza más que una novela. El caso es que lo sacaron a la venta a 19 euros. Yo lo compré a un euro... y fue caro.