El Premio Planeta es el premio literario más suculento, económicamente hablando, de las letras españolas. Se da a una obra inédita y nunca se ha repetido ganador. Entre los premiados y los finalistas desde 1952, podemos encontrar nombres incuestionables dentro del mundo literario: Ana María Matute, Ignacio Aldecoa, Torcuato Luca de Tena, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Muñoz Molina, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Eduardo Mendoza, Juan José Millás, Lorenzo Silva o Javier Cercas. No se puede cuestionar, como sucede con el Nobel, que se trate de una lotería, precisamente. De hecho, si uno observa a los premiados desde el inicio de andadura del premio hasta el más reciente (otorgado esta semana) lo que queda claro es que se trata de una operación de marketing de manual.
En los últimos 30 años los autores que se premian son conocidos o muy conocidos, ya sea por su trayectoria literaria o por ser personajes públicos. ¿Por qué hace esto la Editorial Planeta? Por la pasta, amigos, por la pasta. Al tratarse de personajes famosos, la editorial garantiza tener un número de ventas de esos libros que no sólo compensan el premio que otorgan (601.000 € para el ganador y 150.250 € para el finalista) sino que se convierten automáticamente en best-seller garantizados. Desde un punto de vista empresarial y de negocio es una maniobra perfecta. Lanzan un premio (marketing) y lo monetizan automáticamente con un margen más que considerable (negocio).
¿Y la calidad literaria? Bueno, esa es otra historia, obviamente. Incluso los libros de escritores de verdad como Eduardo Mendoza o Javier Cercas no son los mejores de su repertorio, precisamente, pero es que, ¿qué podemos esperar si premian novelas de periodistas o famosillos con una trayectoria literaria escasa o nula? El mejor ejemplo es el de las premiadas de este año. La ganadora, Eva García Sáenz de Urturi, es la típica autora de best-sellers (como Matilde Asensi, Julia Navarro, María Dueñas y demás) que además pertenece a la casa (sus libros los edita Planeta desde hace años), con lo que es una apuesta segura, ya que garantizas los lectores de la escritora y añades a los que se fijan en el premio. Pero lo mejor es lo de la finalista, Sandra Barneda, actual presentadora del reality "La isla de las tentaciones", a la que nadie en su sano juicio podría darle un premio literario de este calibre económico. Pero claro, se une a la moda de periodistas con nombre que publican libros aprovechándose de su fama (Máxim Huerta o Mara Torres me vienen a la cabeza, aunque Ana Rosa Quintana fue la pionera, perdonen la maldad) y cuyo nivel literario es, cuanto menos, sospechoso a priori. Ojo, no digo que no haya periodistas que puedan ser grandes escritores, lo que afirmo es que no puede haber tantos, y menos de ámbitos como los de Barneda o Huerta, que tienen más relación con Belén Esteban que con Almudena Grandes.
Si este tema de usar a famosillos para vender libros huele un poco mal, hay otros rumores en relación al Premio Planeta que hieden. Por ejemplo, Delibes afirmando en 1994 que le habían llamado varias veces para participar, siempre garantizando el premio (el artículo, curiosamente, es de Enric González, cuyo padre ganó el Planeta en 1984), o Ernesto Sábato afirmando lo mismo, un premio que terminó ganando Camilo José Cela con una obra que fue acusada de plagio. Hace casi 25 años, Manuel Vázquez Montalbán publicó "El premio", en el que satirizaba una entrega de premio literario (con asesinato incluido que debía resolver el genial Pepe Carvalho) y afirmaba usar parte de su experiencia como ganador del Planeta.
En cualquier caso, lo que sí queda claro, polémicas al margen, es que en el mundo literario el Premio Planeta es el negocio perfecto.
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