Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

viernes, 16 de octubre de 2020

El Premio Planeta o el negocio perfecto

El Premio Planeta es el premio literario más suculento, económicamente hablando, de las letras españolas. Se da a una obra inédita y nunca se ha repetido ganador. Entre los premiados y los finalistas desde 1952, podemos encontrar nombres incuestionables dentro del mundo literario: Ana María Matute, Ignacio Aldecoa, Torcuato Luca de Tena, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Muñoz Molina, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Eduardo Mendoza, Juan José Millás, Lorenzo Silva o Javier Cercas. No se puede cuestionar, como sucede con el Nobel, que se trate de una lotería, precisamente. De hecho, si uno observa a los premiados desde el inicio de andadura del premio hasta el más reciente (otorgado esta semana) lo que queda claro es que se trata de una operación de marketing de manual.

En los últimos 30 años los autores que se premian son conocidos o muy conocidos, ya sea por su trayectoria literaria o por ser personajes públicos. ¿Por qué hace esto la Editorial Planeta? Por la pasta, amigos, por la pasta. Al tratarse de personajes famosos, la editorial garantiza tener un número de ventas de esos libros que no sólo compensan el premio que otorgan (601.000 € para el ganador y 150.250 € para el finalista) sino que se convierten automáticamente en best-seller garantizados. Desde un punto de vista empresarial y de negocio es una maniobra perfecta. Lanzan un premio (marketing) y lo monetizan automáticamente con un margen más que considerable (negocio).

¿Y la calidad literaria? Bueno, esa es otra historia, obviamente. Incluso los libros de escritores de verdad como Eduardo Mendoza o Javier Cercas no son los mejores de su repertorio, precisamente, pero es que, ¿qué podemos esperar si premian novelas de periodistas o famosillos con una trayectoria literaria escasa o nula? El mejor ejemplo es el de las premiadas de este año. La ganadora, Eva García Sáenz de Urturi, es la típica autora de best-sellers (como Matilde Asensi, Julia Navarro, María Dueñas y demás) que además pertenece a la casa (sus libros los edita Planeta desde hace años), con lo que es una apuesta segura, ya que garantizas los lectores de la escritora y añades a los que se fijan en el premio. Pero lo mejor es lo de la finalista, Sandra Barneda, actual presentadora del reality "La isla de las tentaciones", a la que nadie en su sano juicio podría darle un premio literario de este calibre económico. Pero claro, se une a la moda de periodistas con nombre que publican libros aprovechándose de su fama (Máxim Huerta o Mara Torres me vienen a la cabeza, aunque Ana Rosa Quintana fue la pionera, perdonen la maldad) y cuyo nivel literario es, cuanto menos, sospechoso a priori. Ojo, no digo que no haya periodistas que puedan ser grandes escritores, lo que afirmo es que no puede haber tantos, y menos de ámbitos como los de Barneda o Huerta, que tienen más relación con Belén Esteban que con Almudena Grandes.

Si este tema de usar a famosillos para vender libros huele un poco mal, hay otros rumores en relación al Premio Planeta que hieden. Por ejemplo, Delibes afirmando en 1994 que le habían llamado varias veces para participar, siempre garantizando el premio (el artículo, curiosamente, es de Enric González, cuyo padre ganó el Planeta en 1984), o Ernesto Sábato afirmando lo mismo, un premio que terminó ganando Camilo José Cela con una obra que fue acusada de plagio. Hace casi 25 años, Manuel Vázquez Montalbán publicó "El premio", en el que satirizaba una entrega de premio literario (con asesinato incluido que debía resolver el genial Pepe Carvalho) y afirmaba usar parte de su experiencia como ganador del Planeta. 

En cualquier caso, lo que sí queda claro, polémicas al margen, es que en el mundo literario el Premio Planeta es el negocio perfecto.



jueves, 8 de octubre de 2020

El Premio Nobel de Literatura o la lotería de los escritores

Hoy se ha anunciado que el Premio Nobel de Literatura de 2020 es para Louise Glück, sí, claro la poetisa americana, ah, ¿no te suena? Pues no, oiga, no me suena. Igual que no me suenan (ni me sonaban) Peter Handke u Olga Tokarczuk. Es como si la Academia sueca hubiera decidido volver a la senda de los escritores desconocidos después de habérselo entregado a Kazuo Ishiguro y Bob Dylan en dos años consecutivos.

Da la sensación de que el Nobel tiene que cumplir con una serie de requisitos absurdos que para nada tienen que ver con la Literatura, como la raza, el sexo, o la religión del escritor o escritora. ¿Cuánta gente ha leído a Louise Glück? Porque no me molesto ya en preguntar cuánta gente la conocía esta mañana antes del anuncio. ¿Cuál es el objetivo del Premio Nobel de Literatura? ¿Qué premia? Porque según la Academia, el premio es para escritores que sobresalen por sus contribuciones en el campo de la Literatura. ¿Cómo puede contribuir alguien a la Literatura si lo leen cuatro personas?

No digo que haya que premiar a los escritores más leídos, válgame Dios, ni Ken Follett ni Pérez-Reverte tienen calidad literaria como para ser premiados en nada, pero, ¿por qué hay que buscar a personajes de nicho? ¿Por qué han de ser de países remotos o de situaciones pintorescas? ¿Por qué se habla más de lo exótica que resulta su elección que de los libros que ha escrito? Pues porque nadie los ha leído.

El Premio Nobel se ha convertido en la lotería de los escritores, dado que todos tienen las mismas opciones de ganarlo, ya seas el ínclito eterno aspirante Haruki Murakami o una escritora de Papúa Nueva Guinea que sólo escribe en lengua local. Eso sí, el premio gordo se lo lleva la editorial que tenga al premiado, porque sólo con la curiosidad se venden muchos libros. ¿Es eso de verdad lo que quieren premiar?


 

jueves, 1 de octubre de 2020

Libros Leídos Septiembre 2020

Septiembre dijo adiós ayer y hoy hay que reseñar las lecturas realizadas en tan temible mes del año (este año más). Ha sido un mes relativamente prolífico (en circunstancias normales sería pobre, pero desde la pandemia nada es igual), con seis lecturas (cuatro en español, una en inglés y otra en italiano) de las cuales tres fueron cómics, otra fue un relato autobiográfico, otra un repaso histórico del rugby y la última una novela. Siguiendo con la numeración de libros leídos durante el año, tenemos:

45. "Con fina desobediencia" de Fermín de la Calle. 312 páginas.

Fermín de la Calle es un periodista deportivo de amplia trayectoria, conocido por su amor al rugby, deporte que practica y sigue. Este libro es buena prueba de ello, ya que se trata de una especie de manual para los legos en esta materia. En sus páginas nos encontramos un interesante compendio de historia, anécdotas y funcionamiento del juego, todo ello contado de manera entretenida e interesante. De las palabras del autor en este libro uno saca dos conclusiones: que cuando uno está apasionado por algo lo cuenta con un entusiasmo aleccionador, y que al terminar de leer "Con fina desobediencia" tienes muchas ganas de ver un partido de rugby en directo, para poder disfrutar de las melés y los rucks, de la haka de los All Blacks, de la dureza de los Springbocks sudafricanos o del rugby champán de los franceses, en definitiva, de convertirse en seguidor de un deporte lleno de cosas de las que aprender. Muy bueno.

46. "Spider-Man Noir: The Complete Collection" de David Hine y otros autores. 264 páginas.

Normalmente los "que pasaría si" (el "what if" de los americanos) suelen tener el atractivo del cambio en la puesta en escena de una historia que el lector ya conoce. Sin embargo, estas historias suelen terminar siendo manidas y repetitivas, y sólo se quedan con ese atractivo inicial. En Spider-Man Noir no es así. Es cierto que los personajes son los mismos más o menos, pero la adaptación a la época posterior al Crack del 29 y previa a la II Guerra Mundial es fantástica por dos motivos fundamentales: le da contexto a los poderes de superhéroe y villanos (lo que le da más realismo) y las tramas son de auténtica intriga noir. El resultado es un cómic mucho mejor de lo que pueda parecer a priori, tanto, que lo que apena es que no se le dé más carrete del que se le da en arcos argumentales de tiradas mensuales de cómics.

47. "Libro de familia" de Galder Reguera. 384 páginas (e-book).

"Mi padre murió el día en que mi madre le dijo que estaba embarazada de mí". Así comienza la historia que Galder Reguera nos cuenta en "Libro de familia", un relato, como digo, que se inicia con la muerte del progenitor al que nunca conoció en un accidente de tráfico en la Nochevieja de 1974. Es el punto de partida de un viaje atrás y adelante de la vida del propio Reguera en relación, ya no sólo a su padre, sino a toda su familia, narrando todas las cosas buenas y malas que ocurrieron antes y después de ese trágico hecho. De alguna manera esta historia reivindica el viejo refrán de "en todas las casas cuecen habas" mostrando no sólo las alegrías y los buenos momentos, sino la crudeza impactante de los malos ratos. Reguera hace un ejercicio de honestidad brutal verdaderamente admirable, no sólo por narrar situaciones que permanecen en la caja fuerte de todas las familias, sino por reflexionar y evaluarse a sí mismo al afrontar esas situaciones. Es imposible que el lector no empatice con su narración porque, aunque las cosas que cuenta no tienen por qué habernos pasado, la manera de afrontarlas sí encuentra fácil similitud en cómo nos comportamos el resto con nuestras propias "habas". "Libro de familia" es una historia dura y a la vez muy bonita, con una prosa cercana y accesible, con un estilo franco y que llega fácilmente al lector. Al terminar el libro, sientes ganas de dos cosas: darle las gracias a Galder Reguera y desearle felicidad, porque al final es como si sintieras que su familia es, de algún modo, también tu familia.

 48. "El arte de Charlie Chan Hock Chye" de Sonny Liew. 320 páginas.

Cuando uno afronta la lectura de "El arte de Charlie Chan Hock Chye" sin ningún tipo de información previa, la agradable sorpresa que se lleva según avanzan sus páginas crece de manera exponencial. En este libro, Sonny Liew utiliza la figura de (atención que voy a desvelar algo importante) un ficticio autor de cómics de Singapur para contar la historia del país desde el fin del colonialismo británico hasta el siglo XXI. Si conocer la historia de Singapur ya resulta interesante (pasó de aldea de pescadores a ciudad-estado potencia económica en cuestión de décadas) y amena a través de un cómic, Liew consigue darle un giro más profundo, atrevido y original al enlazarla con las vivencias del autor de cómics en su devenir artístico. De este modo, vemos cómo comienza a dibujar cómics en un ambiente humilde, con protestas y movimientos estudiantiles de fondo, y cómo la evolución de su arte y su estilo entroncan con la realidad que está viviendo en la sociedad en la que vive, con continuos cambios sociales y, sobre todo, políticos. La riqueza de estilos artísticos que muestra Liew en la ficticia obra de Charlie Chan es tan amplia que, si no lo buscas en Google, te crees por completo que dicho autor sí ha existido. Y encima, te quedas con una idea clara y concisa de qué pasó en Singapur para que sea lo que es hoy. Se trata, sin duda, de una auténtica obra maestra.

 49. "Las meninas" de Santiago García y Javier Olivares. 192 páginas.

De un modo ameno e instructivo, "Las meninas" hace un recorrido biográfico de Velázquez y de su obra cumbre, la que da título a este cómic. De este modo, vemos el devenir de Don Diego desde su Sevilla natal hasta Madrid, sus viajes a Italia, la relación con artistas coetáneos (Ribera, Murillo, Rubens, etc.), y el impacto que tuvo la obra de Velázquez en los artistas posteriores (Goya, Picasso, Dalí, etc.). Este cómic podría usarse de manera didáctica para aquellos que empiezan a estudiar Historia y, en concreto, la Historia del Arte y la figura del más grande pintor (español) de todos los tiempos.

50. "Lacci" de Domenico Starnone. 138 páginas (e-book).

¿Qué pasa cuando una pareja con hijos se separa? ¿Y si vuelven a estar juntos? ¿Es imposible pegar los trozos rotos de esa relación o hay lazos invisibles que los unen? Con ese punto de partida Domenico Starnone nos regala una historia a tres voces (las cartas de la mujer a su marido tras el abandono de éste por otra mujer, la mirada atrás del marido en la actualidad reflexionando sobre su escapada y su retorno, y el punto de vista de los hijos sobre todo lo vivido), en la que uno tiene un nudo en el estómago según avanza la lectura. Lo que se lee es muy duro pero también muy real, y es esa realidad lo que hace fantástico el libro, porque es muy sencillo ponerse en el lugar de cualquiera de los personajes y entenderlos. Da para reflexionar y hacer tertulia luego.