Ayer nos dejó Michael Robinson. Sé que muchas veces se habla de esta forma sobre algún famoso que fallece, diciendo "nos dejó", como si fuera alguien que conociéramos en persona o fuera incluso cercano como familiares y amigos. Pues bien, en este caso creo que no podría expresarse mejor, porque todos en este país teníamos a Robinson como alguien así, alguien con el que te sientas en el salón de tu casa a cenar, con el que quedas a unas cañas, alguien que te cuenta historias maravillosas, y siempre con sonrisa y buen humor.
Michael Robinson fue un jugador de fútbol con una carrera regular, aunque jalonada de éxitos que no todo el mundo puede conseguir: jugar en el mejor equipo de Europa de la época (el Liverpool), ganar la Copa de Europa, ser internacional (con Irlanda, porque sus abuelos maternos eran irlandeses) o jugar en el extranjero (en Osasuna). Cuando su carrera futbolística terminó, los medios de comunicación fueron su siguiente destino, y fue a partir de entonces cuando comenzó a ganarse el corazón de todos.
Hay una cosa que me encanta de ser madrileño y es que no hace falta haber nacido aquí para serlo. Con Robinson podríamos decir lo mismo respecto a su españolidad, no nació aquí y su gracioso español con acento lo delató siempre, pero es un personaje español a todos los efectos. Le gustaba la conversación, reunirse con amigos, el fútbol y los deportes, comer, beber y disfrutar de la vida... ¿Se puede ser más español que eso?
Cuando Robinson llegó a El día después yo tendría diez u once años, entonces Canal + tenía pocos programas en abierto y ese era uno de ellos. Toda la gente de mi generación se hizo adulta viendo a "Robin" comentando partidos y analizando el fútbol con precisión, ironía, buen humor y entreteniendo. Sólo con eso ya tendría ganado el cielo para los futboleros, porque la gente no suele soportar a su inseparable Carlos Martínez o al muchas veces cargante Maldini (un ejemplo de que ver mucho fútbol no te da ni el don de entender el juego ni el de comentarlo), pero todo el mundo adoraba a Michael. Daba igual cuál fuera su equipo (él siempre fue del Liverpool por encima de cualquier cosa) porque la manera de contar lo que veía era a todas luces objetiva y sin pelos en la lengua.
"Robin" era la cara del mejor emulador que hubo en los 90, el PC Fútbol. Si pienso en la cantidad de horas que eché delante del ordenador con ese juego, es curioso, pero no recuerdo las imágenes del campo, y sí la sonriente cara de Michael en la portada. Ese espíritu suyo de bonhomía hacía que cualquier cosa en la que se embarcase lo impregnara todo, ya fuera en la tele, en un juego de ordenador, poniendo la voz a un personaje de Shrek o anunciando cualquier cosa.
Si como comentarista de partidos ya tenía un espacio en nuestros corazones (incluso el de los no futboleros, porque alguien así de simpático, de majo, de buen hombre calaba en cualquiera), cuando inició Informe Robinson ya llegó a su cénit, algo que prolongó en la Cadena SER con Acento Robinson (similar al primero, pero en la radio). Esas pequeñas piezas documentales, en las que se narra o se entrevista a figuras grandes y pequeñas (ojo a éstas) del deporte, trascienden lo deportivo y nos cuentan historias de profundo carácter humano. Para que nos entendamos, Informe Robinson es el mejor programa del mundo del deporte que se ha hecho en este país, pero es que es de los mejores programas de televisión que he visto en mi vida. Ya no es que llores viendo el Informe del Mundial de 2010 (cada vez), es que ese programa hace que me emocione con deportes y personajes que jamás pensé que podrían hacer que me emocionara. Estoy convencido de que cualquiera que lo haya visto tendrá la misma sensación que yo. Y ese programa tiene no sólo el apellido de su presentador, sino su toque, ahí radica la importancia de Michael.
Anoche, en El Larguero, uno de los compañeros de Robinson comentó que, ante el fatal desenlace que esperaba, hizo una entrevista en la que se desnudó emocionalmente. Decía este compañero que "Robin tiene un Informe" y que ya estaban trabajando en él. Espero que ese programa especial (especial en todos los sentidos) sirva como gran homenaje al enorme ser humano que ha sido Michael Robinson, que nos ha dejado excesivamente pronto y en la peor de las situaciones.
Descanse en paz. Un abrazo para familiares y amigos.
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