No sé si será debido al morbo por el candente tema catalán o al éxito que tuvo en ventas, pero el caso es que recientemente decidí leerme la novela "Victus", de Albert Sánchez Piñol. Fue toda una experiencia, la verdad sea dicha, y no por la calidad de su prosa (bastante pobre, todo hay que decirlo), sino por la colección de majaderías de tufo nacionalista trasnochado metidas cada dos por tres en el texto. Eran tan absurdamente partidistas y sesgadas que me pareció que lo mejor que podía hacer era hacer fotos al texto según lo iba leyendo, para luego poder comentarlo. Eso sí, quizás lo mejor es que empiece haciendo un breve reseña de la trama (ojo a los espóilers) para luego analizar las fotos una a una.
El protagonista y narrador de esta historia es Martí Zuviría (ya en la elección catalanizada del nombre de Martín Zubiría se es sesgado) un barcelonés (esto se lo inventa el autor, por que parece ser que era de Lizarra), que de joven es enviado a estudiar a Francia y, tras un accidente estrafalario con un ataud, se ve obligado a abandonar la escuela e ir a estudiar ingeniería militar con Sebastián Vauban. Allí aprende el noble arte de montar y asediar fortificaciones (ahí el autor se esmera, con una documentación de lo más florida y con el toque de los puntos de nivel ingenieril tatuados en el brazo, algo muy ingenioso, valga la redundancia) mientras mantiene una relación con una de las hijas de Vauban (sí, amigos, el polvo de la página 80 de Ken Follett causa tendencia en cualquier best-seller). Tras pelearse con su supuesta némesis, Joris Verboom (al que llama Carnicero de Amberes a la mínima) y con la muerte de su mentor, se va a hacer la guerra uniéndose a las tropas borbónicas en la Guerra de Sucesión española. Allí se relaciona con James Fitz-James Stuart, Duque de Berwick, con el que, agárrense, comienza una apasionada relación (di que sí, a carne y a pescado indistintamente con un tipo que tuvo diez hijos, buena suposición esa)...Tras una dura ruptura (disculpen, me dejo llevar por las majaderías), se vuelve a Barcelona.
En el camino a Barcelona tiene algún problemilla con los miqueletes y una vez allí se enamora de Amelis, una puta que desvalija a incautos con la ayuda de un enano y un niño (Nán y Anfán, enano y niño en francés, todo muy original) y a los que previamente Martí ya había visto siguiendo a los ejércitos. Esa termina siendo su particular familia, a la que abandona tras alistarse en el ejército de los Austrias (el otro bando de la contienda por el reinado español). Tras infructuosas batallas, vuelve a Barcelona de nuevo, ya para quedarse y participar en el ejército que monta Antonio de Villarroel para defender a Barcelona de los borbónicos. Como ya sabe todo el que esté leyendo esta historia, Barcelona fue tomada el 11 de septiembre de 1714, los resistentes ferozmente castigados y por eso se celebra la Diada y en el Camp Nou miles de aficionados gritan "independencia" en el minuto 17 y 14 segundos de cada partido (seguro que los aficionados blaugranas de Gabón se encuentran muy identificados con los cánticos).
Desde un punto de vista literario la obra no es más que un best-seller de baratillo, con un castellano pobremente escrito y con una trama que va a salto de mata tratando de que el protagonista esté en todos los escenarios posibles y sin enterarse mucho de lo que sucede (el famoso niño al que adopta, Anfán, pasa de 8 a 14 años y el protagonista no se da cuenta sino hasta el final de la historia...). Si a eso le unes el uso de mapas falaces (nada más comenzar hay uno con Cataluña marcada separada del resto de España cuando la división territorial es del siglo XX) y a que las alusiones a diferentes personajes históricos son, además de torticeras y aprovechadas, esperpénticas (Jimmy para el Duque de Berwick, Plis Plas para James Stanhope, Karlangas para el pretendiente de los Austrias al trono o Felipito para Felipe V...) y en algunos casos de pura mala educación (como el ya comentado Carnicero de Amberes), tienes un verdadero desastre de historia. Además sólo hay algo de riqueza en el lenguaje usado cuando hay documentación de por medio, el resto de la historia es excesivamente coloquial (parece escrito por un adolescente de ahora) y sobre todo para un personaje que tenía estudios en aquella época (no eran tantos). Me encanta un trozo en el que usa la palabra "latrocinio" no menos de tres veces en cosa de párrafo y medio, como si la hubiera descubierto ese día y tuviera que usarla para entenderla. Además el intento de picaresca durante la historia tanto en el personaje principal como en varios de los secundarios queda como una broma mal hecha, de esas que provocan vergüenza ajena en vez de risas, tanto porque estaban metidas con calzador como por la carencia de gracia en sí. En resumen, una novela malucha literariamente hablando.
Y ahora pasamos a las fotos.
¿Corona catalana? No, amigos, eso nunca existió. Nunca hubo reyes catalanes, y la costa mediterránea va desde Gerona hasta Almería, donde no creo que se hayan sentido muy catalanes nunca, la verdad. Además, la comparación entre Cataluña y Castilla que hace es torticera a más no poder: ni lo que denomina Castilla es tan de secano (incluye ahí Cantabria, Asturias, País Vasco, Navarra...), ni Cataluña era más burguesa ni carecía de señoríos tiránicos (lo eran en todas partes en aquella época, tristemente.
"Pues porque aquí, a diferencia de Castilla, la gente es libre"....Casi me meo de la risa con la historieta que se casca. Libres por mis c... pensé yo. Tal y como lo cuenta parece que en 1714 en Cataluña vivían en Utopía. Y luego viene la puntilla de las dos coronas como si fuera que Cataluña lo era...NO, España se crea con Castilla y Aragón, el reino al que pertenecía Cataluña y que sí podría hablar en términos de reivindicación histórica si quisiera.
El gobierno de la Generalitat, por mucho que se empeñe el autor, no era como lo pinta. Básicamente porque parece que era como lo que tenemos ahora y, francamente, ni se parece. Lo de la capitalidad itinerante es sencillamente falso (hubo principalmente tres: Toledo, Valladolid y Madrid) y lo del derecho o no de reclutar ciudadanos para guerras es harina de otro costal, porque podrían decir lo mismo los habitantes de Cádiz, por ejemplo.
"Régimen despótico" (como todos en aquella época), "Ese era el acuerdo" (nada de acuerdo, derechos monásticos para el Rey de España que gobernaba en todas partes).
"Guerra entre Castilla y Cataluña con Francia de por medio"....Panfleto total, nacionalismo trasnochado y, lo que es peor, rigurosamente falso. Tan falso como lo de las Constituciones y las Libertades...Volvemos a la Utopía catalana.
"Por las libertades catalanas" o "un régimen opuesto al horror que se les venía encima". Yo de mayor quiero vivir en la Barcelona de principios del siglo XVIII, debía ser alucinante ser libre.
Tirando de pura invención, resulta que los catalanes de origen humilde apoyaron al de los Austrias y los ricos al otro...¿Y esto basado en qué? Huele a que tira de demagogia para que el lector sienta más cercanía con los Austrias.
"...y a diferencia de la obsesión castellana...a los catalanes les importaba un rábano el origen de sus vecinos", jajajjajajajajaja. No, apenas, los que tienen hasta una palabra despectiva para el que viene de fuera (charnego).
"Uno de cada dos días del calendario era festivo"....Realismo mágico puro, tanto como lo de que los castellanos no saben hacer fiestas y los catalanes son maestros de la misma (el que ha salido en Madrid y en Barcelona sabe de qué hablo).
"A su paso los barceloneses se santiguaban de rodillas...Aquella reverencia poco tenía que ver con lo religioso". Es curioso, si lo hacen los barceloneses es algo de orgullo nacional y si son sevillanos en Semana Santa es religión mezclada con superchería...Un poco de coherencia, por favor.
"Verboom era un mal hombre". No sé qué le habrán hecho al autor las gentes originarias de Flandes, pero la tirria que destila con Verboom todo el libro es cuando menos irracional. Por favor, el que lea esto que busque en la Wikipedia sobre el hombre al que denosta y que juzgue por sí mismo. Pelín exagerado, ¿no?
"Los generales extranjeros parecían incapaces de entender nada de nada. No querían darse cuenta de que Castilla y Cataluña estaban en guerra exactamente igual que Francia e Inglaterra". Ay majo, no se daban cuenta....Porque no era así, simple y llanamente. Un poquito de rigor histórico no te vendría mal.
"Sino porque era el rey de los catalanes"...No amigo, no. El rey sería para todos y a mí como madrileño me la trae al pairo si el presidente del gobierno (por ver analogías) es catalán o andaluz, y sin embargo no veo ni a tiros lo del rey inglés en Francia o el francés en Inglaterra. Menos películas.
"En cuanto a los curas españoles, no los hay peores en el orbe católico". Eso es discutible, en el mejor de los casos. En el peor, se me vienen a la cabeza los irlandeses, y además no creo que los curas catalanes sean diferentes del resto de españoles. Respecto al sentido del ridículo y la fuerza de la razón...Yo diría que el autor es ateo y poco respetuoso con la fe de otros.
Es curioso cómo el protagonista se revuelve ante un hipotético panfleto anticatalanista cuando todo el libro es un absurdo alegato antiespañol lleno de lugares comunes y realismo mágico torticero.
Cataluña NO era un reino aparte, sólo fue Principado y, posteriormente,
Barcelona fue Ciudad Condal, el resto son paparruchas. Por otro lado,
catalanes en América hubo desde el "descubrimiento" y han emigrado allí
desde entonces a miríadas.
"Cataluña fue considerada tierra ocupada militarmente", sí claro, tipo Vietnam con los yanquis. "Los impuestos arruinaron el país, antes rico, y redujeron al hambre a la mayoría", ni Cataluña era un país, ni dejó de ser rico, ni los impuestos lo arruinaron (eso es tan trola como lo es ahora). Y luego el odio a Verboom, tema de estudio psicológico.
"Cojan un páramo, pónganle una tiranía, y ya tienen Castilla"...No se me ocurren ni palabras qué decir ante semejante majadería, es probablemente la frase más estúpida de un libro repleto de estupideces.
El análisis de cómo piensan los catalanes (no todos, ni siquiera la mayoría, eso también hay que decirlo, porque el autor generaliza cosa mala) es quizás lo único destacable a nivel positivo de los brindis al Sol que se marca el protagonista durante todo el libro, básicamente porque parece bastante acertado.
Quiero dejar claro que, si bien mi punto de vista de madrileño de cuarta generación puede sonar subjetivo (bueno, todos lo son), mi idea del independentismo catalán no es algo radical ni mucho menos, yo no quiero que Cataluña se escinda de España pero si una amplia mayoría de los catalanes lo quiere, pues que lo hagan. Aunque creo que pueden tener razones (el idioma, aunque en Italia se hablan cientos de dialectos y no quieren tener cientos de países) para la separación de España (como otras tantas regiones), no creo que sean significantes a día de hoy (el tema de una cultura diferente es cuando menos discutible en un mundo tan globalizado) y, esto es lo más importante, no hay una mayoría que lo apoye. Si a esa gran parte de catalanes (insisto, no la mayoría) se les mandan mensajes como los que lanza este libro, sólo se crea desinformación y se provoca el enfrentamiento basado en tópicos y lugares comunes. Ojo con lo que publicamos, las novelas panfletarias y pseudohistóricas (de todo bando) pueden resultar peligrosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario