Hace cuatro años escribí en este blog un post sobre el mejor deportista de la Historia, el nadador estadounidense Michael Phelps. En aquella ocasión, en plenas Olimpiadas de Londres, del mismo modo que ha ocurrido en los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, el deportista norteamericano había avisado al gran público que se trataba de su última competición, y que no volvería a nadar de manera profesional nunca más. De lo de hace cuatro años se desdijo, como todo el mundo sabe, pero creo que en esta ocasión va en serio, así que aquí va de nuevo otro post de elogio.
El ciclo olímpico para Phelps desde Londres obviamente no fue el que un deportista de alto nivel tiene pensado para llegar bien a los siguientes Juegos. Primero porque se suponía que estaba retirado (algo nada baladí) y segundo porque, a resultas de la cantidad de tiempo libre con el que de repente se encontraba, sentía un vacío en su interior difícil de llenar. Dejó pasar dos años (2014) hasta que decidió volver a las piscinas, retomando su vieja relación con su entrenador de siempre, Bob Bowman. Poco a poco volvió a las competiciones nacionales e internacionales, pero un contratiempo se cruzó en su camino: en 2015 fue detenido por conducir borracho y, consecuentemente, multado y sancionado por la federacion de natación estadounidense, lo que le impidió participar en los Mundiales de Kazán de ese mismo año. Sin embargo, demostrando el feroz competidor que siempre ha sido, en los trials americanos, volvió a mostrar su habitual forma, clasificándose para participar en 6 pruebas en los Juegos de Río.
En Río, toda vez que en Londres se habia convertido en el mejor de todos los tiempos en el mundo del deporte, sólo le quedaba pelear por engrandecer aún más su leyenda, por poner el listón aún más inalcanzable para los deportistas venideros. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Comenzó su participación ganando el relevo 4x100 libres, una prueba que a los estadounidenses se les había atragantado los últimos años (ya supuso la plata en Londres y el bronce en Atenas para él anteriormente, el oro no estaba garantizado). Continuó su andanza recuperando el título del 200 mariposa que cedió en Londres, convirtiéndose además en el nadador más viejo que ganaba un oro en una prueba individual (días después lo batió Anthony Ervin con 35 años). Ganó por cuarta vez consecutiva el 4x200 libre (junto con Ryan Lochte, los únicos que han ganado cuatro veces la misma prueba en natación) para conseguir su tercer oro. El cuarto oro vino en el 200 estilos, prueba que ganaba (de nuevo) por cuarta vez consecutiva (el único nadador que ha ganado cuatro veces la misma prueba individual en natación y el tercero en todas las disciplinas tras Al Oerter y Carl Lewis), haciendo el número 13 en títulos olímpicos individuales (batiendo el récord de 12 de Leónidas de Rodas de hace más de 2000 años). "Tropezó" en el 100 mariposa (una de sus pruebas fetiche) siendo plata tras Joseph Schooling, y terminó su periplo ganando con facilidad el relevo 4x100 estilos haciendo la posta de mariposa.
En total, Phelps se fue de Río con 5 oros y 1 plata, un resultado mejor que en Londres, además de ser, una vez más, el deportista con más medallas en unos Juegos Olímpicos (lo ha sido en cuatro ocasiones), y dejando un récord de 23 oros, 3 platas y 2 bronces, 28 medallas a las que posiblemente nadie vaya a llegar jamás. Se va el más grande, y lo único que podemos hacer es sentirnos afortunados de haberlo visto en directo.
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