La escenificación de entrega de armas de ETA que se vio el otro día ha levantado mucho revuelo. Normal. Fue de las cosas más patéticas y lamentables que se hayan podido ver sobre un tema tan serio como la desaparición del terrorismo en Euskadi. Resumiendo para el que no lo haya visto, salen dos tipos encapuchados (eché de menos las txapelas sobre el pasamontañas, le dan un punto medio kitsch medio paleto francamente curioso) a la izquierda de la imagen mientras que a la derecha aparecen otros dos fulanos con pinta de turistas extranjeros recogidos 5 minutos antes de la calle mientras pululaban por la calle con sus cámaras de fotos. En primer término de las imágenes se veía una mesa con un elenco de armas y explosivos tan pequeño que parecía la colección de juguetes bélicos de un colegial. Después de ver esta puesta en escena ya de por sí risible, se ve a los supuestos mediadores internacionales firmar en un papel que atestiguaban, efectivamente, que ETA estaba abandonando las armas. Que la cantidad fuera ínfima no parecía importarles como para atestiguar que lo estaban haciendo, y que luego los etarras se llevaran las armas tampoco pareció importarles. Lo que no termino de entender es la presencia de una reproducción del Guernica de Picasso al fondo...
A mi modo de ver, este no es más que otro ejemplo de que la banda terrorista es, a día de hoy, un grupo de payasos asesinos sin ni siquiera dos dedos de frente. Con ese teatrillo patético que recordaba a esas obritas improvisadas que hacen los niños en las reuniones familiares en ocasiones especiales, lo único que han conseguido es que a nivel mundial despejaran las dudas que pudiera haber sobre su catadura moral e intelectual. Está claro que las mentes pensantes (si las hubo) dentro de la banda han desaparecido para no volver, y los sicarios que se ponen pasamontañas para ocultar sus caras no son más que vulgares asesinos sin capacidad de entender que lo único que les queda por hacer es desaparecer ipso-facto sin hacer más el ridículo. Eso sí, que los etarras son un poco faltos lo sabía la mayoría de la gente, pero, ¿qué hay de los supuestos expertos mediadores internacionales? ¿Cómo alguien se presta a formar parte de semejante vodevil? Quiero pensar que todavía hay gente que vendería su primogenitura por un plato de lentejas (en este caso, el viaje y la estancia en el País Vasco, que merecen la pena) pero si lo han hecho por verdadera creencia en el acto, es que son incluso más tontos que los encapuchados.
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