Este fin de semana pasado, como ocurre desde 1996 (antes se hacía en septiembre), hemos cambiado la hora en España retrasándola sesenta minutos. Ahora amanece antes y anochece antes también. Y digo yo, ¿por qué hacemos semejante majadería? El caso es que parece haber dos facciones enfrentadas y no me identifico con ninguna.
Por un lado están los que cumplen con la Directiva Europea, que es la que marca lo de atrasar los relojes en octubre y adelantarlos en marzo. Por el otro están los que, aprovechando el cambio de hora, saltan a la palestra hablando de que nos regimos por el huso horario equivocado, que estamos en el centroeuropeo y deberíamos estar alineados con el de Londres. Estos últimos arguyen que el cambio lo hizo Franco cuando se alineó con la Alemania nazi y que deberíamos volver al horario anterior, es decir, que amanezca incluso una hora antes de lo que lo ha hecho hoy (pasaría de las 7:45 a las 6:45) y anochezca también antes (pasaría de las 18:15 a las 17:15). Dicen que así viviríamos más saludablemente (cambiaríamos horarios de comidas, almorzando a las 13:00 y cenando a las 20:00, por ejemplo) como hacen nuestros vecinos europeos.
El caso es que, entre los que inmovilistas que me quitan una hora de Sol por las tardes y los imbéciles que pretenden quitarme dos, no sé por qué no surge una nueva postura que sea justo la contraria, es decir, que propugne que simplemente NO se atrase ni se adelante la hora. ¿Cómo somos tan idiotas de desperdiciar las horas de luz haciendo que amanezca pronto? ¿De qué me sirve a mí salir a trabajar cuando amanece si voy a salir de noche? ¿Estamos tontos o qué? Lo que el ciudadano español (me la suda lo que prefieran los alemanes, escandinavos y demás "modernos") con dos dedos de frente prefiere es salir de trabajar y poder disfrutar de luz cuanto más tiempo mejor.
Es curioso que se hable de ahorro energético (algo absurdo si se tiene en cuenta que la luz se enciende igual en la oficina que en casa, si es que hay oscuridad, y que se propugnó para ahorrar carbón...Quizás esté pasada de moda aquella medida, ¿no?) y no de salud, cuando la mayoría de estudios psicológicos indican que se producen más suicidios en los sitios con menos horas de luz. Me da la sensación de que el famoso ahorro energético sólo se produce para las grandes corporaciones, a las que la salud de los ciudadanos les importa poco o nada.
Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener
lunes, 31 de octubre de 2016
domingo, 23 de octubre de 2016
V. cumple años, como la Khaleesi
Hoy cumple años V., y aprovecho desde aquí para felicitarla. Aunque sigue siendo joven y lozana, y está estupenda, sé que tiene cierta tendencia a pensar (al menos a decir) lo contrario, así que creo que estoy en el deber de reflejar que se equivoca. Por ello, me he puesto a buscar cosas relacionadas con el día de su cumple o con la edad que adquiere hoy, para ver si con eso se anima. Y lo mejor es que cumple años el mismo día que Emilia Clark, la actriz que interpreta a la mítica Daenerys Targaryen, la Khaleesi de Juego de Tronos. Para quién conoce a V., ¿qué mejor personaje le podía tocar? Está claro que los astros a veces hacen coincidir situaciones curiosas como ésta. Muchas felicidades de parte de Rísquez. Un besazo.
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Cosas mías
jueves, 20 de octubre de 2016
Recuerdos futboleros (II)
Hace unos añitos empecé una sección llamada "Recuerdos futboleros" que, por una razón u otra, no he continuado hasta el momento. Hoy retomo esa sección para lanzar la segunda tanda de mis memorias de aficionado al fútbol, y lo hago retomando la numeración que usé en la primera tanda:
5. El penalti de Djukic. Deportivo de La Coruña 0 - Valencia C.F. 0 (14 de mayo de 1994).
Cualquiera de mi generación recuerda el penalti de Djukic, uno de esos hechos que se rememoran cada vez que se cumplen cifras redondas (al año, a los cinco años, a los diez...). Yo estaba en la casa antigua, la de cerca del Paseo de Extremadura, viendo el partido en Telemadrid y con la radio puesta (como todo el mundo entonces). La situación era clara, dado que el Barça había ganado al Sevilla, al Dépor sólo le valía la victoria para proclamarse campeón de Liga por primera vez. El 0-0 parecía definitivo, pero una internada de Nando (aquel lateral zurdo rubio que también jugó en el Valencia) en el área provocó un penalti que parecía decantar las cosas para el cuadro blanquiazul....¿Pero quién tiraba el penalti? Donato estaba fuera al haber sido cambiado, y Bebeto demostró en aquel momento por qué no jugaría nunca en un grande (carencia de "bemoles") pese a su incuestionable calidad como delantero. Lo tiró Djukic...Y lo paró González, que al celebrar la parada dejó claro que estaban primados hasta las cejas. Para la mitad de España que quería que ganara el Dépor (o que no quería que ganara la Liga el Barça) fue una pena.
6. El Milan aplasta al Dream Team. AC Milan 4 - FC Barcelona 0. (18 de mayo de 1994).
La primera final de Copa de Europa que recuerdo fue en la que el triunfante Dream Team de Cruyff, reciente ganador por carambola de su cuarta Liga seguida (la tercera en la última jornada), fue brutalmente aplastado por el Milan de Capello. Ya no estaban los mágicos holandeses de los 80 (Rijkaard, Gullit y Van Basten), pero Savicevic, Boban y Desailly (y Maldini, siempre Maldini) se bastaron para demoler al Barça en la final de Atenas. Aquello fue, literalmente, el final de un ciclo. Cruyff no renovó a Laudrup (que se fue al Madrid) ni a Zubizarreta, Stoichkov y Romario no volvieron a ser los mismos, y temporada y media después hasta echaron al genial entrenador holandés. Los goles de Massaro, Savicevic (éste para que la gente viera lo malo que era Zubizarreta) y Desailly fueron la losa del Dream Team.
7. Roberto Baggio y Julio Salinas, la cara y la cruz. Mundial de EE.UU. Cuartos de Final: Italia 2 - España 1 (9 de julio de 1994).
El Mundial de EE.UU. es el primero que recuerdo nítidamente, el primer acontecimiento de calado (Mundial o Eurocopa) del que soy capaz de rememorar partidos enteros o anécdotas varias. Podría nombrar cómo celebraba los goles Kennet Andersson, los cinco goles de Salenko contra Camerún, la celebración de los brasileños contra Holanda, o todo el Mundial de Roberto Baggio (sin duda el mejor jugador del campeonato, marcando en octavos, cuartos y semis para llevar a Italia a la final). Dentro de la trayectoria española en el Mundial, podría hacer referencia al gol de chorra de Goikoetxea contra Alemania, a la correcta victoria sobre Bolivia o a la paliza a Suiza en Octavos. Pero creo que lo que nos marcó a todos fue el partido de Cuartos frente a Italia. En aquel partido se resumió la diferencia que había entre las selecciones campeonas y las eternas aspirantes. Italia tenía a un genio y España no. Desde entonces en mi cartera siempre ha estado un cromo de Roberto Baggio de aquel Mundial para recordármelo.
Para empezar no hay más que analizar los onces titulares de cada equipo y quién jugó durante el partido por cada bando, la selección española de entonces era como su seleccionador: timorata y defensiva, casi sin ningún delantero puro y hasta seis defensas alineados. Italia por su parte era...Italia, es decir, defensa compacta y de nivel (Maldini a la cabeza), mediocampo correcto y peleón, y delantera decisiva (con Baggio, vamos), una mezcla del Milan campeón de Europa ese año con lo mejor del resto de italianos del Calcio. El caso es que, si bien España tenía grandes jugadores sin alinear (Guardiola, Guerrero, Cañizares), Italia no le iba a la zaga (Zola, Signori, Baresi lesionado), pero se trataba de un choque igualado. Y así fue. Italia se adelantó por medio de Dino Baggio (el otro), empató Caminero (el mejor jugador español en aquel Mundial) y, cuando el partido estaba por decidirse, Salinas falló delante de Pagliuca (tiro al muñeco de manual) y Roberto Baggio regateó a Zubizarreta y la metió en red. Las comparaciones son siempre odiosas, pero en algunos casos lo son más. El resto es conocido, Tassotti le rompió la nariz a Luis Enrique de un codazo (no se pitó ni el penalti ni la expulsión y al árbitro lo premiaron con la final del Mundial), se comenzó a hablar de la maldición de Cuartos y Clemente siguió infrautilizando a una gran generación de futbolistas hasta que pidió a gritos que lo echaran.
5. El penalti de Djukic. Deportivo de La Coruña 0 - Valencia C.F. 0 (14 de mayo de 1994).
Cualquiera de mi generación recuerda el penalti de Djukic, uno de esos hechos que se rememoran cada vez que se cumplen cifras redondas (al año, a los cinco años, a los diez...). Yo estaba en la casa antigua, la de cerca del Paseo de Extremadura, viendo el partido en Telemadrid y con la radio puesta (como todo el mundo entonces). La situación era clara, dado que el Barça había ganado al Sevilla, al Dépor sólo le valía la victoria para proclamarse campeón de Liga por primera vez. El 0-0 parecía definitivo, pero una internada de Nando (aquel lateral zurdo rubio que también jugó en el Valencia) en el área provocó un penalti que parecía decantar las cosas para el cuadro blanquiazul....¿Pero quién tiraba el penalti? Donato estaba fuera al haber sido cambiado, y Bebeto demostró en aquel momento por qué no jugaría nunca en un grande (carencia de "bemoles") pese a su incuestionable calidad como delantero. Lo tiró Djukic...Y lo paró González, que al celebrar la parada dejó claro que estaban primados hasta las cejas. Para la mitad de España que quería que ganara el Dépor (o que no quería que ganara la Liga el Barça) fue una pena.
6. El Milan aplasta al Dream Team. AC Milan 4 - FC Barcelona 0. (18 de mayo de 1994).
La primera final de Copa de Europa que recuerdo fue en la que el triunfante Dream Team de Cruyff, reciente ganador por carambola de su cuarta Liga seguida (la tercera en la última jornada), fue brutalmente aplastado por el Milan de Capello. Ya no estaban los mágicos holandeses de los 80 (Rijkaard, Gullit y Van Basten), pero Savicevic, Boban y Desailly (y Maldini, siempre Maldini) se bastaron para demoler al Barça en la final de Atenas. Aquello fue, literalmente, el final de un ciclo. Cruyff no renovó a Laudrup (que se fue al Madrid) ni a Zubizarreta, Stoichkov y Romario no volvieron a ser los mismos, y temporada y media después hasta echaron al genial entrenador holandés. Los goles de Massaro, Savicevic (éste para que la gente viera lo malo que era Zubizarreta) y Desailly fueron la losa del Dream Team.
7. Roberto Baggio y Julio Salinas, la cara y la cruz. Mundial de EE.UU. Cuartos de Final: Italia 2 - España 1 (9 de julio de 1994).
El Mundial de EE.UU. es el primero que recuerdo nítidamente, el primer acontecimiento de calado (Mundial o Eurocopa) del que soy capaz de rememorar partidos enteros o anécdotas varias. Podría nombrar cómo celebraba los goles Kennet Andersson, los cinco goles de Salenko contra Camerún, la celebración de los brasileños contra Holanda, o todo el Mundial de Roberto Baggio (sin duda el mejor jugador del campeonato, marcando en octavos, cuartos y semis para llevar a Italia a la final). Dentro de la trayectoria española en el Mundial, podría hacer referencia al gol de chorra de Goikoetxea contra Alemania, a la correcta victoria sobre Bolivia o a la paliza a Suiza en Octavos. Pero creo que lo que nos marcó a todos fue el partido de Cuartos frente a Italia. En aquel partido se resumió la diferencia que había entre las selecciones campeonas y las eternas aspirantes. Italia tenía a un genio y España no. Desde entonces en mi cartera siempre ha estado un cromo de Roberto Baggio de aquel Mundial para recordármelo.
Para empezar no hay más que analizar los onces titulares de cada equipo y quién jugó durante el partido por cada bando, la selección española de entonces era como su seleccionador: timorata y defensiva, casi sin ningún delantero puro y hasta seis defensas alineados. Italia por su parte era...Italia, es decir, defensa compacta y de nivel (Maldini a la cabeza), mediocampo correcto y peleón, y delantera decisiva (con Baggio, vamos), una mezcla del Milan campeón de Europa ese año con lo mejor del resto de italianos del Calcio. El caso es que, si bien España tenía grandes jugadores sin alinear (Guardiola, Guerrero, Cañizares), Italia no le iba a la zaga (Zola, Signori, Baresi lesionado), pero se trataba de un choque igualado. Y así fue. Italia se adelantó por medio de Dino Baggio (el otro), empató Caminero (el mejor jugador español en aquel Mundial) y, cuando el partido estaba por decidirse, Salinas falló delante de Pagliuca (tiro al muñeco de manual) y Roberto Baggio regateó a Zubizarreta y la metió en red. Las comparaciones son siempre odiosas, pero en algunos casos lo son más. El resto es conocido, Tassotti le rompió la nariz a Luis Enrique de un codazo (no se pitó ni el penalti ni la expulsión y al árbitro lo premiaron con la final del Mundial), se comenzó a hablar de la maldición de Cuartos y Clemente siguió infrautilizando a una gran generación de futbolistas hasta que pidió a gritos que lo echaran.
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