Hoy, el día del cumple de mi amigo J. y el de la efeméride del desastroso accidente de Spanair, se cumplen nueve años desde que publiqué mi primer post en este blog. Parece mucho tiempo, y lo es, porque me me han pasado muchas cosas en todos estos años, pero a la vez todo ha pasado muy rápido, no sé explicarlo muy bien. Y el blog siempre estuvo ahí. Cuando lo empecé fue la vía de escape que usé para salir de una situación personal muy muy dura, pero poco a poco se ha quedado como algo que tengo ahí, donde puedo volcar mis inquietudes, mis reflexiones, mis análisis... Mis chorradas, vamos. El caso es que, lo digo ahora, lo decía antes y lo diré siempre, escribo para mí. Si a alguien le gusta lo que lee, fantástico, y si no o nadie lo lee excepto yo, fantástico también. Porque este blog, aunque parezca una estupidez, me salvo un poco la vida.
Este año no puedo decir que estoy en Vietnam o en Tailandia cuando se publica esto. Estoy en Madrid, de vacaciones pero sin plan (han operado a mi madre de la mano y se ha jodido la semana en la playa con la familia). Consecuencias del coronavirus dichoso que vino a nuestras vidas para cambiarlas del todo. A mí, desgraciadamente, estos meses de confinamiento no me han provocado escribir más (oportunidad desperdiciada, claramente) y he aumentado los posts publicados a 513 (con éste), que es un valor respetable en cantidad pero mediocre si ves el tiempo que ha pasado. Lo que sí tengo claro es que, escriba poco o mucho, no voy a dejar este blog (para empezar porque sigo leyendo y me gusta mucho hacer ese resumen mensual), y creo que los próximos meses podré dedicarle algo más de tiempo (creo que no voy a viajar por trabajo en bastante tiempo). Veremos.
Soy Rísquez y llevo nueve años sin tener billete.
Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener
jueves, 20 de agosto de 2020
sábado, 1 de agosto de 2020
Libros Leídos Julio 2020
Julio (el mejor mes del año) acabó ayer y hoy comienzo mis vacaciones (nada de destinos exóticos esta vez, no está el horno para bollos), así que mejor si dejo los deberes hechos en lo que se refiere a las reseñas de lo leído los últimos 31 días. Han sido únicamente tres libros (uno en español, otro en italiano y otro en inglés), algo normal en esta época tan triste de lecturas (espero que esto cambie). Siguiendo el listado de libros leídos durante el año, tenemos:
40. "Un caballero en Moscú" de Amor Towles. 512 páginas (e-book).
Tras la llegada de los bolcheviques al poder, un aristócrata ruso es condenado a vivir el resto de su vida bajo arresto domiciliario en el Hotel Metropole de Moscú. Ese es el punto de partida de la preciosa historia del conde Aleksander Rostov y, aunque ya es de por sí original, el lector no sabe de lo que va a disfrutar hasta que se zambulle en sus páginas. No sabe cómo es de peculiar este caballero, cómo son las amistades que tiene en ese momento y las que adquiere con el tiempo, no sabe cómo es el devenir de alguien que vive en un hotel y menos en la Rusia de aquella época. El lector sólo sabe que ese inicio ya lo predispone a leer algo bueno. Y es así. "Un caballero en Moscú" es una delicia de lectura, una de esas historias que te reconcilia con la vida porque está contada de una manera dulce y tierna, incluso cuando lo que ocurre es tremendamente triste. Si alguien quiere pasar un buen rato leyendo y además tener una sensación de bienestar mientras lo hace, que no deje pasar la oportunidad de leer esta novela.
41. "Quaderni giapponesi. Vol. 2: Il vagabondo del manga" de Igort. 184 páginas.
En este segundo volumen de "Quaderni giapponesi", Igort salta de la experiencia como mangaka foráneo en el Japón de los 90 a un viaje más actual, en el que, aprovechando una exposición sobre su trabajo y el de su amigo Jiro Taniguchi (un grande del cómic japonés), hace un recorrido por el país. El resultado es una falsa guía de viaje, en la que el autor cuenta a dónde va y anécdotas de lo que ve, y que hace que al lector le entren unas ganas locas de viajar al país del Sol naciente. Una delicia.
42. "Leviathan" de Paul Auster. 275 páginas (e-book).
He leído todas las novelas de Paul Auster (y algunas otras obras suyas) y, desde hace algún tiempo, estoy releyendo en su versión original aquellas que leí traducidas. Llevaba tiempo queriendo leer "Leviathan" por el recuerdo de la sensación que tuve al leerla, que fue la de algo extraordinario. Es curioso, no recordaba nada de la historia exceptuando el principio (que el amigo del narrador se ha matado al manipular una bomba) y la historia de cómo se hacen amigos, pero la sensación de su lectura permanecía intacta. Al releerla, no la veo perfecta, pero me sigue pareciendo una gran novela. Se ven en ella rasgos característicos de las historias de Auster: escritores, literatura dentro de literatura, casualidades azarosas que devienen hechos fundamentales para los personajes... Lo que más me gusta de estas novelas suyas es que parecen matrioskas, con una historia que esconde otra historia, que a su vez esconde otra historia... Y este libro es un paradigma de ello. El resultado es una historia entretenida, muy fluida y bien escrita, a la que quizás le faltan un par de detalles para conseguir ser magnífica.
40. "Un caballero en Moscú" de Amor Towles. 512 páginas (e-book).
Tras la llegada de los bolcheviques al poder, un aristócrata ruso es condenado a vivir el resto de su vida bajo arresto domiciliario en el Hotel Metropole de Moscú. Ese es el punto de partida de la preciosa historia del conde Aleksander Rostov y, aunque ya es de por sí original, el lector no sabe de lo que va a disfrutar hasta que se zambulle en sus páginas. No sabe cómo es de peculiar este caballero, cómo son las amistades que tiene en ese momento y las que adquiere con el tiempo, no sabe cómo es el devenir de alguien que vive en un hotel y menos en la Rusia de aquella época. El lector sólo sabe que ese inicio ya lo predispone a leer algo bueno. Y es así. "Un caballero en Moscú" es una delicia de lectura, una de esas historias que te reconcilia con la vida porque está contada de una manera dulce y tierna, incluso cuando lo que ocurre es tremendamente triste. Si alguien quiere pasar un buen rato leyendo y además tener una sensación de bienestar mientras lo hace, que no deje pasar la oportunidad de leer esta novela.
41. "Quaderni giapponesi. Vol. 2: Il vagabondo del manga" de Igort. 184 páginas.
En este segundo volumen de "Quaderni giapponesi", Igort salta de la experiencia como mangaka foráneo en el Japón de los 90 a un viaje más actual, en el que, aprovechando una exposición sobre su trabajo y el de su amigo Jiro Taniguchi (un grande del cómic japonés), hace un recorrido por el país. El resultado es una falsa guía de viaje, en la que el autor cuenta a dónde va y anécdotas de lo que ve, y que hace que al lector le entren unas ganas locas de viajar al país del Sol naciente. Una delicia.
42. "Leviathan" de Paul Auster. 275 páginas (e-book).
He leído todas las novelas de Paul Auster (y algunas otras obras suyas) y, desde hace algún tiempo, estoy releyendo en su versión original aquellas que leí traducidas. Llevaba tiempo queriendo leer "Leviathan" por el recuerdo de la sensación que tuve al leerla, que fue la de algo extraordinario. Es curioso, no recordaba nada de la historia exceptuando el principio (que el amigo del narrador se ha matado al manipular una bomba) y la historia de cómo se hacen amigos, pero la sensación de su lectura permanecía intacta. Al releerla, no la veo perfecta, pero me sigue pareciendo una gran novela. Se ven en ella rasgos característicos de las historias de Auster: escritores, literatura dentro de literatura, casualidades azarosas que devienen hechos fundamentales para los personajes... Lo que más me gusta de estas novelas suyas es que parecen matrioskas, con una historia que esconde otra historia, que a su vez esconde otra historia... Y este libro es un paradigma de ello. El resultado es una historia entretenida, muy fluida y bien escrita, a la que quizás le faltan un par de detalles para conseguir ser magnífica.
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