Philip Kerr es famoso por su serie de novelas protagonizadas por Bernie Günther, un detective berlinés que desarrolla su actividad antes, durante y después de la II Guerra Mundial, siendo un radical antinazi, profundamente sarcástico y bastante bocachancla, os podéis imaginar la cantidad de líos en los que se mete. Por lo demás es un gran poli, con lo que siempre termina resolviendo los casos. La serie tiene, a día de hoy 10 novelas (la última sólo publicada en inglés), de las que las tres primeras forman la Trilogía Berlín Noir, sin duda las mejores de toda la saga. Del resto, las hay decentes, pero también las hay rematadamente malas, como ya he comentado por aquí cuando las he leído. Fuera de esas novelas, también tiene algunas sueltas (yo he leído un par y me gustaron bastante) y otras orientadas a público juvenil. Se trata de un escritor prolífico (publica más de un libro al año desde hace tiempo) y relativamente reconocido. ¿Por qué ha perpretado este mojón de novela? Por pasta, no lo dudéis, siempre es por pasta.
Como soy seguidor de Kerr, ante la perspectiva de una novela en la que el fútbol (otra de mis pasiones) y la resolución de un crimen se juntaran me parecía atrayente, principalmente porque me fiaba de él a la hora de hacerlo, ya que si no hubiera conocido al autor ni me habría molestado. No sé muy bien por qué, pero no es nada fácil encontrar buenos libros de ficción en los que el fútbol sea protagonista, así que mi desconfianza a priori se compensaba con la confianza previa en el autor. Me equivoqué. Mucho.
La puesta en escena es la siguiente: el protagonista (Scott Manson) es un ex-jugador de la Premier, mulato, nacido en Escocia pero con antecedentes alemanes (sí, pelín exótico), que estuvo en la cárcel año y medio por un crimen que no había cometido (sí, como el Equipo A) y que, tras prepararse con Heynckes y Guardiola como ayudante (casi no es fantasmada, ¿eh?) en la actualidad es segundo entrenador del London City. Ojo, que vienen curvas. El London City es un trasunto mal disimulado del Chelsea actual, básicamente porque el propietario es un oligarca ucraniano (no ruso, pero casi) metido en asuntos turbios y el entrenador jefe es un chulesco portugués (ahí no hay dudas, señala al ínclito ex-valido de Florentino del todo) que va ganándose el odio de muchos allá por donde va. Para disfrazarlo un poco, se inventa el equipo (como fusión de otros), le da una equipación naranja horrible (aunque muy similar a la del Shakhtar Donetsk ucraniano) y le da un pasado de ex-futbolista a Joao Zarco (así se llama el sosias de Mourinho) para que no cante tanto (que sí canta). Si con esto no sabes a quién matan, es que sabes poco de novelas de misterio. A Mour...Digo, a Zarco, obviamente.
Hasta el momento de la muerte del provocador lusitano, al que obviamente no le faltan enemigos, la novela es sólo floja. Se hace mucho énfasis en anécdotas futboleras metidas con calzador, algo que resulta patético e impostado, pero al menos tienes algo de interés en saber qué puede haber pasado para que asesinen a un entrenador de fútbol. Lo de las anécdotas es como aquellos comentarios estadísticos que ponían en los partidos de La Sexta, que al principio te resultan curiosos pero en poco tiempo se vuelven cargantes. Que si el traje es tan feo como aquel del Athletic de Bilbao, que si no hay remontada como aquella del Liverpool, que si patatín y que si patatán. Un despropósito de recurso, principalmente porque el aficionado de verdad, el futbolero serio, apreciaría mucho más un ejemplo enrevesado y bastante más vintage (todas las anécdotas son del 2000 para acá) que los que pone el autor. Y sin embargo eso no es lo peor del libro.
Lo peor del libro son una serie de cosas que en vez de aportan sólo te dejan con cara de "pero qué mierda es ésta", concretamente:
- Resulta que el prota estuvo en la cárcel por una violación que no había cometido. Bien, esto no tiene por qué ser increíble (Kluivert o aquel del Leeds también estuvieron en fregados parecidos) pero sí todo el desarrollo de la situación, que aparece como trama colateral al caso del asesinato de Zarco. Resulta que el amigo del alma del protagonista (otro sosias indisimulado, en esta ocasión de Paul Gascoigne) se suicida y desvela que un íntimo suyo le había robado el coche a Manson y había perpetrado todo. Luego se alistó en el ejército y ambos dejaron que nuestro pobre Scott pringara un año y medio en la cárcel...Esto es pura bazofia, pero si encima leéis el proceso de cómo se incriminó el fulano cogiendo un cuchillo que no era suyo y que estaba en su coche recién robado...Venga ya, por mucho que se estuviera cepillando a una mujer casada y no quisiera descubrir el pastel, la historia no se sostiene, eso no pasa ni en las TV movies de Telecinco y Antena 3. Todo para que al final la historia con su verdadera esposa y con la otra no fuera a ninguna parte.
- ¿Por qué Kerr está obsesionado con lo mucho que practican sexo los futbolistas? De hecho, ¿por qué esa obsesión con tratar el sexo? Por ejemplo, Zarco tiene una amante dentro del club (algo que define como habitual). Quizá más ilustrativo sea el siguiente, ya que el prota se harta de dar explicaciones detalladas de cómo "actúa" con su actual novia (una psicóloga más joven que él, tremendamente sexy y demás), cuando se trata de algo que está completamente alejado de la trama. Tanto que de buenas a primeras esa relación que parece mágicamente montada por los tipos que escribían cuentos de hadas, se va al traste porque a Kerr le mola la posibilidad de que Manson se cepille a la inspectora que investiga el caso. Lo hace, obviamente, aunque eso desafíe por completo cualquier atisbo de parecido con la realidad, mientras se lanzan comentarios picantes llegando al final del horr...del libro. Pero ojo, no tiene suficiente con montar semejante disparate, sino que siente la necesidad de meter a un futbolista gay en el equipo en cuestión. Macho, qué coincidencia. Pues sí, una joven promesa de origen alemán, que se lo confiesa al prota y éste le dice que mejor lo esconda...Esto no le sale muy bien porque resulta que en el vestuario le es imposible ocultar una enorme erección... ¿Es que este tío no tiene amigos gays? Les podría haber preguntado por cómo se han comportado toda su vida en vestuarios llenos de hombres, en vez de tirar de sucios tópicos.
- Aunque quizá lo mejor (es ironía) sea el desenlace de quién es el asesino. Después de ver los asuntos sucios del dueño y los del propio Zarco, queda claro que le podían haber pegado tres tiros cuatro albano-kosovares y nadie se habría extrañado, básicamente porque para ser un entrenador de fútbol estaba de mierda hasta el cuello. Pero no, no es algo tan plausible como esto. Resulta que han sido el yerno y la hija de un matrimonio de jubilados vecinos del entrenador, molestos con el ruido que están haciendo las obras en la casa de Zarco. Como querían una compensación y la que les daba (en dinero negro) no les convencía, pues nada, forcejeo y caída de 3 pisos...Flipante, ¿verdad?