Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

lunes, 19 de mayo de 2014

A vueltas con la pantalla gigante en Sol

Con motivo de la celebración de la final de la Copa de Europa (la mal llamada Champions League, dado que, sin ir más lejos, los dos finalistas no fueron campeones la temporada pasada) entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid, los gobernantes no votados de la ciudad (alcaldesa y presidente de la Comunidad) decidieron que lo mejor que podían hacer era poner una pantalla gigante en la Puerta del Sol para que los aficionados de ambos equipos vieran el partido allí. ¿Qué tan desconocedores del fútbol son los mandamases madrileños como para proponer semejante patochada?

No se trata de analizar aquí el gasto superfluo y absurdo que supone la instalación de semejante soporte y que saldría de las arcas públicas, cuando el partido lo emiten en abierto por Televisión Española, sino de reflexionar sobre lo que supone que aficionados de los dos equipos de la final se encuentren en la zona más turística de la capital. ¿Hay alguien tan inocente como para pensar que no habría algún tipo de altercado? Pues parece que sí: Ana Botella e Ignacio González.

Mi padre sostiene que en la afición al fútbol hay algo de tribal, de pertenencia a un grupo, que hacen que te rodees de gente como tú y que por eso la gente "siente" los colores con tanto fervor. Quizá por eso surjan grupúsculos de gente que lleva eso más allá, confundiendo la afición con algo más profundo, como si fuera un sentimiento que provoca situaciones de "o estás conmigo o contra mí" y que terminan degenerando en odios absurdos y todo tipo de violencia: verbal y física. Por eso es de completos ilusos pensar que, en un partido de máxima rivalidad en el que pueden juntarse miles de personas, no vaya a haber al menos unas decenas de ellos que, por el devenir del partido en uno u otro sentido, se sientan decididas a montar el número ya sea con insultos o directamente con peleas.

Habrá quien piense que estoy exagerando y voy a poner dos ejemplos muy cercanos para que se vea claro mi punto de vista. Yo mismo, desde mi perspectiva de aficionado del Madrid, no quiero que el Barça gane a nada y, aunque esto parezca muy normal, si se piensa fríamente es completamente absurdo, básicamente porque, si no está el Madrid por medio, ¿qué gano yo? Pues cuando los veo palmar se me pone una sonrisilla bobalicona de niño que se sale con la suya. Otra anécdota, en el partido de vuelta de las semifinales de Champions, comentando en el grupo de mis amigos de whatsapp (todos tenemos uno, lo sé), hubo uno de ellos que, tras una parada de Courtois afirmó que era por esas cosas por las que era el mejor portero del mundo. A mí se me ocurrió decirle que Casillas es mejor y se salió del grupo. Me pareció inaudito que un tipo de 32 años fuera capaz de comportarse así por semejante chorrada. Si se pone así por una opinión sobre futbolistas, ¿cómo reaccionará ante un tema más serio?

Es por ello que alabo la decisión de la delegada del Gobierno (del mismo signo político que los gobernantes madrileños), Cristina Cifuentes, al sugerir que la "brillante" idea de los mandatarios populares en Madrid podía convertirse en una batalla campal por cualquier tontería. Sé que habrá quien no lo entienda y la tilde de impopular o aguafiestas, pero estoy convencido de que con esa medida se han ahorrado posibles disgustos y la posibilidad de sufrir el bochorno de ver a tus propios ciudadanos pegándose en la plaza más célebre de tu país (donde se montó el 15M, sin ir más lejos). De hecho creo que, tristemente, veremos alguna pelea en otra capital europea, Lisboa (donde se celebra la final) y ya tendremos que taparnos.


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