Liga merecida para el Atlético. Sin ser el equipo que mejor jugó, al menos desde un punto de vista estético (tampoco sus rivales rozaron la excelencia, todo hay que decirlo), sí que fue el más consistente y regular. Se le puede achacar que los últimos 8 ó 9 partidos los fue sacando a trancas y barrancas, pero la abdicación del Madrid y Barcelona les permitió salir justamente campeones. La Liga es el torneo de la regularidad y nadie ha sido más regular que el Atleti. Han perdido únicamente siete partidos en toda la temporada, de los cuáles sólo 4 han sido en Liga y, además, de las siete derrotas sólo en tres la diferencia ha sido mayor de dos goles (sólo uno de ellos en Liga, contra Osasuna, y los otros dos contra el Madrid en Copa y Champions), lo que habla mucho y muy bien de la solidez colchonera.
Estilo propio rojiblanco. Han reivindicado que se puede ganar de otra manera y es cierto...Pero también era cierto antes de que ganaran nada. Nadie debe esperar que todos los equipos jueguen como el Barcelona de Guardiola (es prácticamente imposible) porque se puede jugar bien (y mal) de muchas maneras. Ojo, cuando digo bien me refiero a ganar y a ser estético de algún modo. Por ejemplo, los primeros 20 minutos de los rojiblancos en la vuelta de Cuartos de Final de la Champions entre Atlético y Barça, fueron sencillamente sensacionales. Eso sí, el machacón "partido a partido" y demás mantras vacuos no tienen nada que ver con el fútbol en sí (hablo del juego), sino con el convencimiento de las propias opciones basado en el trabajo y eso sí es algo a destacar, porque esa fe sí tenía que ver con el estilo del Atleti. La capacidad de los colchoneros de confiar en que el gol llegaría (muchas veces pasado el minuto 50 con 0-0) dice mucho de equipo serio y confiado en sus posibilidades. Si a eso le unes un Diego Costa en estado de gracia, un medio campo sólido y la defensa más fiable de Europa, se puede entender por qué el Atleti ha hecho la fantástica temporada que ha hecho.
Fracaso blaugrana representado en Martino. La temporada del Barça queda definida en el momento en el que fichan a Gerardo "Tata" Martino. El argentino se ha puesto un traje que le queda grande y lo ha demostrado en todas las competiciones, con cambios de esquema y de jugadores hechos a volantazos, sin una idea más allá del etéreo "seguir con la filosofía del club" (otro mantra vacuo) y con pocas señas de identidad propias que supusieran una mejora a lo existente. El Barça demostró el año pasado que sus jugadores eran excepcionales (pese a lo poco compensada que está su plantilla) ganando la Liga sin entrenador, pero este año han tenido en el banquillo una rémora que les ha hecho arrastrarse desde marzo y perder uno a uno todos los títulos importantes (la Supercopa española la gana por el orden de los partidos), dando una sensación de quiero y no puedo continuo. Si a cualquier aficionado blaugrana le dices a principio de temporada que si ganan el último partido contra el Atleti en el Nou Camp son campeones, habría preguntado que dónde había que firmar, y, sin embargo, la sensación tras el triste empate de la última jornada era de "bueno, era de prever". Ver jugar a Messi andando la segunda mitad de la temporada y a Xavi fallando pases fáciles en ese partido dice mucho de lo mal que ha acabado el Barcelona esta temporada. Se puede hablar de las lesiones de los defensas, pero con un presupuesto como el de los culés suena a mal chiste. La carencia de centrales de nivel fuera de Piqué, de un mediocentro que sustituya a Busquets de manera fiable (dado que Mascherano juega incomprensiblemente de central) y de al menos un delantero centro, ha superado la poca capacidad de Martino que sale por la puerta de atrás...La misma por la que entró. La llegada de Luis Enrique suena a secuela de taquillazo: Guardiola 2, pero el asturiano no es como el catalán y la gestión de egos no parece que sea del mismo estilo, o si no que se lo pregunten a Totti. Veremos.
El Madrid tiró la Liga en una semana. Los blancos usaron los siete días del 4 al 11 de mayo para sacar dos empates y una derrota ante Valencia, Valladolid y Celta (en ese orden). Con los 7 puntos que perdieron en esos días habrían salido campeones de Liga, de hecho sólo con haber sacado 4 de esos 7 ya lo habrían sido. Parece una tontería pero es así, matemática pura. En realidad se podría hacer el mismo análisis de los 4 partidos jugados frente a Atlético de Madrid y Barcelona, donde sólo sacó un triste empate (el día de la cantada de Diego López al tiro de Gabi). Si decíamos antes que el Atleti había sido consistente, se puede decir del Madrid justo lo contrario: empezó con muchas dudas, jugó partidos malos y, tras la lesión de Khedira y la vuelta de Xabi Alonso tras su lesión, comenzó a carburar. Sin embargo los partidos contra los directos rivales y el final de Liga ya comentado no le han permitido luchar por un triplete que a posteriori se ve factible. Las decisiones de Ancelotti en esos partidos clave (Ramos de centrocampista en el Camp Nou, Arbeloa y Coentrao jugando contra el Atlético en el Calderón, por ejemplo), además de la controvertida titularidad de Diego López (que ha estado bien en general pero fallón en los momentos clave) teniendo al mejor en el banquillo, han lastrado al equipo impidiendo la consecución del trigésimo tercer campeonato liguero.
La Copa del Rey la ganó el mejor contragolpe del mundo. Y no hablo sólo de Bale, sino del Madrid en general, que perdonó excesivas ocasiones (se notó la falta de Cristiano en ese aspecto) y que pudo pagarlo con una prórroga que el Barça no mereció por muy bueno que fuera (que lo fue) el gol de Bartra. El Barcelona fue fiel a su imagen del resto de la temporada, es decir, un equipo plano, con una posesión inane del balón y para nada incisivo (fuera del gol sólo se recuerda la ocasión de Neymar al final), al que ni las ridículas afirmaciones de Xavi (un fantástico jugador que cree erróneamente que su manera de concebir el fútbol es "la verdad" y achaca derrotas a causas tan absurdas como la longitud de la hierba, en vez de hacer autocrítica) pudieron justificar la derrota de los culés. El Madrid estuvo serio, con una idea clara de cómo se iba a desarrollar el partido y cómo podría hacerle daño al Barcelona y, aunque a mí particularmente me gusta más que los equipos dominen los partidos desde la posesión del balón, fue justo vencedor merced a su control y contraataque. El partido de Di María (con gol incluido) resume a la perfección lo mejor del Madrid tanto en esa final como en toda la temporada: rapidez, desborde, contragolpe, vertiginosidad y gol, mucho gol. Para la historia queda el carrerón de Bale, un gol de esos que dan la vuelta al mundo.
El Madrid Rey de Europa merecidamente, el Atleti digno subcampeón. El partido fue futbolísticamente flojo, con dos equipos lastrados por la falta de gasolina general de final temporada y las lesiones y sanciones de jugadores clave: Alonso sancionado, Jesé lesionado y mermados Benzema, Cristiano y Pepe por el Madrid, y Diego Costa y Arda Turan lesionados en el Atleti. La idea del Atleti era clara, esperar al Madrid y tratar de aprovechar o bien un fallo o una jugada a balón parado. Así llegó el gol de Godín, a la salida de un córner, Modric se queda enganchado evitando que haya fuera de juego, Khedira pierde el salto ante el uruguayo y Casillas sale tarde y mal (cantada impropia del madrileño, pero incluso el mejor escribano echa un borrón) permitiendo que el balón llegue a la red. El resto del partido, fuera de patadas más o menos a destiempo (la entrada de Raúl García bien podía haber sido roja, al igual que el bofetón que Gabi le da a Coentrao) el Atlético se dedicó a defender el resultado y dejar el tiempo pasar. El Madrid por su parte entró en el partido con las dudas de qué hacer: atacar o tratar de contener a la espera de un fallo rojiblanco (como en un balón partido de Tiago que Bale casi convierte en gol) y se encontró como su sorpresa en la alineación, el alemán Khedira, fuera de lugar, fallón y estupefacto tras el gol colchonero. Al descanso el fútbol había brillado por su ausencia y el Atleti era campeón de Europa.
El inicio de la segunda parte fue más de lo mismo, con la salvedad del tibio intento de presión del Atleti, poco fútbol y ninguna ocasión. Ancelotti trató de darle un giro a devenir merengue metiendo dos cambios a la postre decisivos: Isco y Marcelo por Khedira y Coentrao. Si lo del malagueño por Khedira era un cambio de timón en toda regla (no hay color entre ambos), del otro cambio podríamos señalar que la presencia del portugués en el once inicial si bien no fue sorpresa, quedó claro por qué Coentrao habría merecido la suplencia. Marcelo apareció en la mayoría de las jugadas de un Madrid volcado e Isco le dio a los blancos la fluidez que el tosco trotón teutón es incapaz de dar sea cual sea el rival. El empate se olía, lo ansiaban los blancos y lo temían los rojiblancos, y llegó en la jugada más atlética posible: un córner en el descuento. Modric lo saca desde el lado derecho del ataque, con la pierna derecha y efecto de dentro hacia fuera, y la cabeza del ya inmortal Sergio Ramos describe un golpeo glorioso al que Courtois no es capaz de llegar. 1-1 y prórroga.
La prórroga tuvo poca historia, quince minutos de débil aguante del Atlético y quince minutos de apisonadora blanca. El cambio perdido en los primeros minutos por culpa de Diego Costa, le costó a Simeone y los suyos quedar muy descubiertos en el tiempo extra, sobre todo a Juanfran, ya que al estar tieso, el Madrid aprovechó su banda para que desde ahí llegaran los 3 goles que le endosó a los rojiblancos en la prórroga. Primero Bale tras un jugadón de Di María al que Courtois impidió marcar, después Marcelo con Courtois menos afortunado y por último Cristiano en un desafortunado penalti de Gabi (aunque más desafortunada fue la celebración del luso). Fuera de la épica de Ramos (sin duda el hombre de la final), la suerte de Casillas (no ha perdido una final desde el año 2000, y ha llegado a varias), para la anécdota quedarán los nervios de Xabi Alonso en la grada (mítico verlo estrujando a Jesé como a un muñeco de trapo, darle patadas al asiento o saltar al campo en la celebración del 2-1). En resumen, la Décima ya está en las vitrinas blancas.
Las dos caras de Simeone. Tras acabar la temporada no se puede hacer otra cosa que quitarse el sombrero ante lo conseguido por Simeone con el Atlético de Madrid. Ganar la Liga es un éxito absoluto, pero además llegó a semifinales de Copa y a la final de la Champions, en ambas ocasiones doblando la rodilla frente al campeón de ambas competiciones. Su equipo se ha mostrado muy parecido a cómo era él cuando jugaba: concentrado, batallador, sin dar nada por perdido, contundente y rival duro de pelar. Se trabajó los partidos clave (le dio una lección al Madrid en el primer derbi de la temporada, desarboló al Barça en la vuelta de Cuartos de Champions y se merendó al Chelsea de Mourinho en semifinales, entre otros partidos) y consiguió que su equipo fuera sólido toda la temporada. El trabajo táctico se notó en los números defensivos (de los menos goleados del continente) y en los goles de estrategia, además de la capacidad de anular las virtudes de los adversarios. Por otro lado, sus frases hechas (no ha inventado ninguna) han llegado a la gente, además de gustar a los medios, con lo que se ha multiplicado su condición de símbolo atlético. Queda por ver la otra cara de Simeone (por ahora sólo hemos visto cómo es a las maduras), quizá se parezca a la que mostró en el último minuto de la final de Champions, en el numerito que le monta sin ningún sentido a Varane, cuando se pone en ridículo tratando de darle un pelotazo y luego corre a tratar de pegarlo, mientras lo insulta y provoca reiteradamente...Para terminar afeando la conducta del veinteañero madridista (que no había hecho nada de nada) en la rueda de prensa sin hacer apenas autocrítica. Espero equivocarme pero, como sea esa la cara de la derrota, Simeone perdería el estatus adquirido de gurú del fútbol para quedarse simplemente en caudillo atlético. Sería una lástima, pero no olvidemos que se trata del mismo tipo que le clavó los tacos a Guerrero cuando era jugador.
La flor del gordito. Si Simeone se puede considerar un triunfador, Ancelotti también lo ha sido, de eso no hay duda, básicamente porque es un entrenador que ha ganado Copa del Rey y Champions League en su primer año, así que es de esperar (veremos) que lo mejor está por llegar. Sin embargo, si rascamos la superficie, no todo han sido luces en la gestión del italiano esta temporada. La abdicación de la Liga, las alineaciones erróneas (incluyendo el problema en la portería, pasando por los laterales o el mediocampo) y los partidos clave perdidos por mal planteados (quitando las dos finales) nos deben dejar claro que la temporada del gordito ha sido mejorable y que le ha ayudado (y mucho) la flor que ha tenido este curso. Sobre todo hay que destacar el azar (suerte, destino o como quieras llamarlo) que ha tenido con la lesión de Khedira (que ha permitido que jueguen los buenos en el medio), el intercambio de la portería (lo de Casillas jugando sólo lo que ha jugado y que sólo haya estado mal en un partido tiene mucho mérito), la posición de Di María (su temporada ha sido espectacular y eso sí hay que reconocérselo a Ancelotti) o la explosión de Jesé, entre otras cosas (no pongo su ojo para los cambios porque con ellos lo único que hace es corregir los errores cometidos al inicio, como en la final contra el Atleti). Espero, como madridista, que los fichajes (que los habrá) sean con sentido (ese Arturo Vidal de la Juventus sería colosal) y que el gordito siga teniendo la misma flor la próxima temporada, se le va a exigir todo.