La verdad es que no me había dado cuenta hasta ahora que me he puesto manos a la obra, pero creo que es curioso que me plantee escribir sobre un comercio como Rodilla. Un blog no suele ser el medio en el que se habla de comercios tipo franquicia, o al menos no se suele hablar de manera explícita, pero es que Rodilla es uno de esos establecimientos que siempre han estado unidos a mi vida.
Cuando era pequeño vivía cerca del Puente de Segovia (en Madrid obviamente), con lo que eran muchas las tardes de fin de semana en las que mis padres, mi hermana y yo caminábamos hacia el centro (o bien cogíamos alguno de los muchos autobuses que pasaban por allí y te llevaban hacia la Plaza Mayor, como el 31 ó el 65) para pasear por los alrededores y terminábamos tomando algo por allí. No es de extrañar, pues, que en bastantes de esas ocasiones acabáramos tomando algún sandwich de los que ofrecía Rodilla en aquel entonces, concretamente en su establecimiento original de la Plaza de Callao.
Desde aquella época mi sandwich favorito ha sido el de queso con nuez. Sé que el más famoso (y más vendido) es el de ensaladilla, pero la verdad es que ni ese ni el vegetal (los que más le gustan a mi padre, por cierto) me hacen tilín. Mi selección actual de cuatro fríos (los del menú clásico) es: queso con nuez, pollo al curry, bacon con huevo y ahumados (aunque éste último puede cambiar, los otros tres, en ese orden, son fijos), y es la que suelo pedir ahora cuando aprovecho las ofertas de 2x1 que hacen a final de mes o cuando surge el capricho. La lástima es que en el establecimiento que hay en Mordor donde trabajo no puedes elegir cuatro distintos, sino dos y dos (obviamente cojo los dos primeros de la lista anterior.
Recuerdo también cuando, desde la facultad, cogíamos el autobus para Moncloa y comíamos un menú algunos días que teníamos laboratorio o clase por la tarde. Entonces los menús eran bastante más baratos que ahora, todo hay que decirlo, llevaban patatas y algún extra, y los estudiantes podían permitírselo sin problemas. Quizá sea ese el único punto negro de mi relación con Rodilla, que se han ido subiendo a la parra con los años. Espero que la cosa se estabilice y pueda seguir disfrutando del sandwich de queso con nuez otros 75 años más sin que sea un capricho caro.
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