Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

martes, 26 de febrero de 2013

El día que conocimos a Calamaro

Hoy me han preguntado por algún sitio en el que merezca la pena alojarse en Madrid. Es curioso, ser de un sitio no te faculta nada más que para decidir sobre qué zona crees que merece más la pena alojarse, pero no sobre ningún tipo de alojamiento, básicamente porque ya vives allí y no te has tenido que alojar en ninguno que no fuera tu casa. El caso es que me he acordado de que hace no mucho V. me habló de que la novia de un amigo suyo se había alojado en un lugar por el que he pasado por delante miles de veces, los apartahoteles que hay en la calle de San Vicente Ferrer, y que le había gustado mucho.


Como he dicho, habré pasado por allí en innumerables ocasiones, aunque, y este es el motivo por el que escribo hoy, hubo una vez que no olvidaré jamás, el día que conocimos a Calamaro. No recuerdo el día (quizá sería mejor decir la noche) en concreto, sólo que debía ser entre octubre y abril, básicamente porque hacía fresquete (probablemente fuera en invierno), de lo que sí me acuerdo bien es de dónde veníamos, de un garito que se llamaba "La Trama" cerca del metro de Tribunal y en el que eran famosos sus minis (sobre todo ese de agua de Valencia...Dios cómo entraba de fácil), razón por la cual íbamos 7 u 8 de mis amigos más contentos que unas castañuelas. Nos dirigíamos a otro garito a continuar con la fiesta hasta las mil (teníamos 20 ó 21 años y diez años después los seguimos haciendo) y llegamos a la calle de San Vicente Ferrer. Entonces empezó el murmullo, me crucé con una sombra y oí una frase: "¡Es Calamaro!"...No sé qué se me pasó por la mente entonces, pero dije, en voz alta y para que me oyera: "¿Andrés?"...Y se giró con nosotros.


En aquel entonces mi amigo J. y yo éramos más que aficionados a la música de Andrés Calamaro y antes de Los Rodríguez. Habíamos ido a sus conciertos (en uno de ellos mi amigo J. no se aguantó las ganas de mear y se sacó el tema en plena canción, miccionando sobre un menda con chupa de cuero), teníamos sus discos e incluso camisetas. Aquello era conocer a un ídolo, con todo lo que eso supone. Calamaro nos saludó a todos y se puso a charlar con nosotros, le preguntamos por el aparatoso vendaje que tenía en la mano y nos contó que se había cortado al romper un cristal, le preguntamos por la tensión entre Loquillo y Miguel Bosé (en aquel momento el hijo de Luis Miguel Dominguín tenía un programa musical en la tele y se las tuvo tiesas con el cantante catalán) y se posicionó en favor de "El Loco" como él decía...Y de repente le llamaron y, del mismo modo que se había parado, se fue. Nosotros permanecimos en silencio un par de minutos hasta que lo vimos irse, avanzamos por la calle hasta el primer cruce fuimos hacia la izquierda y empezamos a gritar eufóricos y a darnos abrazos. Fue sin duda un momento que ninguno de los que estábamos allí podrá olvidar nunca.

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