Ayer, a la hora de comer, estaba charlando con dos compañeros de trabajo. Uno de ellos, con el que como habitualmente, se había mostrado durante todo el día extrañamente silencioso y apocado, cuando acostumbra a ser justo lo contrario, es decir, dicharachero y animado. Cuando le cuestioné sobre ello, sugiriéndole la posibilidad de algún problema en el trabajo (para qué nos vamos a engañar, estando allí sería lo más probable) nos comentó que tenía algún problema en casa, con su mujer. Este compañero está casado y tiene dos críos pequeños. "Cherchez la femme" me dije. Aunque en este caso, nos explicó, se trataba más bien de un choque cultural, más que un tema de pareja puro y duro. La mujer de este compañero es mejicana y, además, de familia bien, mientras que mi compañero es español (de un pueblo de Levante) y de familia humilde. Pues bien, lo que nos contó fue que las diferencias de clase eran muy acusadas en la sociedad mejicana y que eso provocaba roces en la convivencia entre él y su mujer. Comentaba que dada su procedencia social, su mujer se negaba a hacer determinadas cosas ("porque eso lo hace una sirvienta") y que los mejicanos en general eran bastante falsos (dados a las medias verdades) y quejicas (sin tratar de solucionar los problemas propios). Ante el poco o nulo conocimiento de la sociedad mejicana (mi hermana sabe más, ya que ha estado viviendo allí unos meses este año), simplemente asentí.
Unas horas más tarde, cuando estaba ya acostado para leer un poco y dormir me pasó algo bastante curioso. Mi idea era leer un artículo de la revista Orsai tras haber leído un poco de un libro que me acabó de comprar, "Dios es redondo" del escritor mejicano Juan Villoro. El caso es que leí el comienzo del libro (una suerte de recopilación de artículos sobre fútbol escritos a lo largo de los años) y me dispuse a leer el artículo de Orsai, que trataba sobre el guitarrista Carlos Santana. En dicho artículo, el autor introducía al lector en la manera de pensar de los mejicanos para poder entender el fenómeno Santana en su país de nacimiento (aunque hable español como los indios por vivir en EE.UU. desde tiempo inmemorial). Las cosas que el autor comentaba se parecían sospechosamente a lo que mi compañero había comentado horas antes. Pensé entonces en mirar quién era el autor del artículo para conocer cuál era su procedencia (yo ya me hacía la idea de que era mejicano), cuando comprobé que quien había escrito el artículo era Juan Villoro...Curioso, ¿no?
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