El último libro que me he leído (el que hace el número 50 de este año) ha sido "Una cuestión de fe", escrito por el periodista Enric González. Se trata de un librito de cerca de 70 páginas en el que el autor habla de su relación con el club de fútbol del que es hincha desde pequeño, el Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona (la ciudad en la que nació) mientras a su vez repasa la historia del club y la rivalidad con su principal enémigo deportivo, el Barça. El libro sólo tiene dos cosas malas y difícilmente remediaables, que son que es corto en longitud y pequeño en tamaño, con lo que el fantástico rato que pasas con su lectura también es corto (en tiempo) y pequeño (en tamaño). A los que somos aficionados al fútbol y a la literatura este libro de Enric González, como el resto de libritos que ha sacado la editorial Libros del K.O. en su colección "Hooligans ilustrados" (en la que escriben Ramón Lobo, Manuel Jabois, Julio Ruiz o Antonio Luque), nos ha llegado al corazoncito porque no se suele dar (dejando al gran Nick Hornby a un lado) que se relacionen fútbol y libros. Además el bueno de Enric en sus libros siempre cuenta anécdotas o detalles que desconocías, como por ejemplo la manipulación de la Historia por parte de los intelectuales del Barça en plena transición, convirtiendo de manera falaz al club blaugrana en el paradigma del catalanismo y el antifranquismo (cuando nunca fue así) y dejando a su amado Espanyol, como se dice coloquialmente, en bragas.
Aprovechando que hablo hoy de este libro, también quiero contar algo sobre el autor. Enric González es periodista, como he dicho antes, del diario El País desde hace muchos años. Allí ha ejercido de corresponsal en Londres, París, Nueva York, Washington, Roma y, la última hasta la fecha, Jerusalén. Cuando llegó a Roma allá por el 2003, el entonces jefe de la sección de deportes, Santiago Segurola (probablemente el mejor periodista deportivo de España) le encargó una columna con el título "Historias del calcio" (calcio en italiano siginifica puntapié y es la palabra con la que denominan al fútbol). Aunque Enric pensaba que se trataba de algo puntual, Segurola le pidió que fuera una columna semanal y pronto se convirtió en uno de los reclamos de los lunes en El País, una mirada distinta de lo que sucedía en el fútbol italiano y también en el país transalpino. Ahí fue cuando conocí a Enric.
Soy un aficionado al deporte en general y al fútbol y al baloncesto más en particular, como ya se ha podido ver por aquí en bastantes ocasiones. Sin embargo no me gusta lo que se suele leer en los periódicos deportivos desde hace años, básicamente porque tienen poco que ver con los deportes en sí y hablan de temas sin ningún interés para mí (como el último corte de pelo de Cristiano o de lo gordo que está Ronaldinho) así que desde hace mucho tiempo sólo leo (y a veces por encima) la sección de deportes de El País, con mucho la mejor que hay en España. Volviendo al tema, el caso es que encontrarse con esas columnas semanales de Enric González cada lunes suponía para mí un oasis de calidad entre un desierto de mediocridad. En cada artículo, Enric diseccionaba con mano de cirujano la complejidad de la sociedad en la que vivía y lo hacía usando como herramienta un escalpelo de lo más mundano, el fútbol. De este modo mataba dos pájaros de un tiro, te contaba cosas relevantes de lo que él vivia día a día en plena era berlusconiana y además te entretenía con lo que contaba sobre el juego más apasionante de todos.
"Historias del calcio" se convirtió en tema de conversación también con mi amigo P. y desde entonces ambos somos muy muy fans de Enric. Tanto que le hemos seguido en los artículos y columnas de El País (aquellas que tenía en la sección de televisión eran impagables) y ahora en la revista de internet Jot Down, y nos hemos ido comprando y devorando todos y cada uno de los libros que ha ido sacando. En "Historias de Londres" (1999), entre otras muchas cosas, te cuenta cómo se formaron los clubes de fútbol londinenses mientras que conoces a un joven aspirante al trono laborista que luego se haría tristemente famoso por meterse en guerras ajenas (Tony Blair). En "Historias de Nueva York" (2006), cuyo comienzo es majestuoso ("Dicen que cuando en Nueva York son las tres de la tarde, en Europa son las nueve de diez años antes"), puedes encontrar dónde se come la mejor hamburguesa del mundo, por qué los Yankees son tan importantes para la ciudad o cuál es la historia de los principales rascacielos. En "Historias del calcio" (2007) vuelves a encontrar con una recopilación de las mejores columnas de Enric que ya has leído y que, sin embargo, deseas volver a leer. "Historias de Roma" (2010) es la obligada guía de viaje alternativo a la ciudad eterna (al menos lo será para mí cuando vaya), además de contarte más cosas alucinantes de la sociedad berlusconiana (hay una del propio Berlusconi que parece un cuento...Pero sin final feliz, quizá porque es real).
El caso es que ayer, por caprichos del destino, el genial Enric González firmaba en la Feria del Libro de Madrid ejemplares de "Todas las historias y un epílogo", el recopilatorio que ha salido este año de todas las "historias" y un último texto en el que asegura que no habrá más (una pena, la verdad), así que inste a mi colega P. a que fuéramos a que nos firmara algo. Era la primera vez que ambos hacíamos algo así y la verdad es que estuvo muy bien, básicamente porque es un tipo simpático y cordial. Mi amigo P. sólo llevaba "Historias del calcio" pero yo, ante la oportunidad, decidí llevármelos todos. Dicho así suena fatal, pero la verdad es que no sabía cuál quería que me firmara por encima de los otros así que decidí posponer la elección hasta ver si había mucha cola o si me daba vergüenza. Al final, dada su amabilidad los saqué todos. Es una gozada tener esos libros firmados por un tipo al que admiras y sus dedicatorias me gustaron mucho (sobre todo la que decía que "Historias de Londres" era su favorito y la última, en la que ponía que le había hecho firmar como un estajanovista). Además charlamos de manera distendida sobre el final de su corresponsalía en Jerusalén (ahora está esperando a ver qué pasa con él) y de sus obras, de las que él bromeaba diciendo que cada vez "son más breves, la siguiente será un poema haiku en una servilleta y ella (señalando a su editora, la rubia de ojos azules que él nombra a menudo y que se sonrojó cuando lo comenté) lo vendería a 40 €". En fin, un rato de lo más agradable el que pasamos allí, está claro que Enric es un tipo de lo más interesante y con el que sería un placer tomarse algo charlando de cualquier cosa.
He encontrado el libro en la estantería donde lo había dejado aparcado hace más de dos años y lo he disfrutado como un enano. Los que somos de equipos pequeños tenemos en él un motivo para convencer a los que abrazan a los grandes. Un pequeño placer.
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